La derrota en las urnas del 12 de septiembre dejó en estado de vulnerabilidad al gobernador bonaerense Axel Kicillof, que tuvo que meter mano al gabinete y renovar sus ministros. Allí ganaron lugar los intendentes, que desde hace tiempo exigían un lugar. Pero uno de ellos no logró su cometido y su malestar es evidente. Se trata de Ariel Sujarchuk, de Escobar. Días atrás logró ubicar a un funcionario propio en Infraestructura, pero no se conforma con eso y presiona por mayor participación y escucha. 

“El gobernador se encerró junto a su anterior gabinete, muchos de los cuales siguen en otros puestos de la administración. A nosotros nos oía pero no nos escuchaba”, disparó en diálogo con Clarín. Y agregó: “es muy difícil remontar la elección”.

Anteriormente, desde el entorno de Sujarchuk confiaron a Data Clave que a pesar de la llegada de Diego Benítez al gabinete, continuarían las negociaciones para ganar más lugar. Estas declaraciones al hueso van en esa sintonía, el objetivo es presionar para tener mayor representación.

Ante este panorama, los intendentes también ensayan un plan B: poner el foco en la elección local, ya que dan por perdida la contienda nacional. Por eso, la estrategia iría apuntada en fortalecer la campaña para ir a buscar el voto duro PJ, que creen que se diluyó en este turno electoral. 

Otros jefes comunales con reyertas que hicieron ruido fueron Juan Zabaleta de Hurlingham y Fernando Gray de Esteban Echeverría. El primero tuvo un enfrentamiento abierto con La Cámpora al intentar presentarse como primer candidato en las PASO, pero luego dio marcha atrás y terminó dando el salto al gabinete nacional, al frente del Ministerio de Desarrollo. Allí cedió el municipio a la militancia K. Y en el caso de Gray, es recordada su batalla casi en soledad por la conducción del PJ provincial, donde fue desplazado por Máximo Kirchner. También amagó con sacar los pies del plato en su momento, pero al final se quedó en su lugar.

Ahora, juntos, ambos jefes comunales se tomaron una fotografía que dará que hablar: mostraron los huevos más grandes del conurbano. La imagen pertenece a una granja que visitaron ayer, pero la referencia es elocuente.
 

El resultado de los comicios del 12 de septiembre fue un cimbronazo, en especial para el oficialismo que no solo no esperaba un revés en las urnas sino que, además, fue derrotado en su nave insignia, la provincia de Buenos Aires. Con el diario del lunes parece sencillo marcar errores, pero "la única verdad es la realidad", decía Juan Domingo Perón. Y en este caso, lo cierto es que los intendentes venían reclamando participación y marcando yerros desde hace tiempo. El traspié aceleró los cambios.

Claro que el gobernador Axel Kicillof no aceptó de buenas a primeras estas modificaciones en su gabinete. Entre otros recambios, debió sacrificar a su mano derecha, el ahora exjefe de gabinete Carlos Bianco, puntal de la gesta del 2019 a bordo del famoso Clio, con el que recorrieron la Provincia. Y allí llegó un hombre fuerte del Conurbano y referente de la llamada liga de intendentes: el jefe comunal de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Se trata de alguien de confianza de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, pero además un nexo claro para con los alcaldes. Doble ganancia.

Pero no sería el único intendente que llegaría al Ejecutivo. También hicieron lo propio Leo Nardini de Malvinas Argentinas y Hernán Y Zurieta, de Punta Indio. Todo indica que no serán los últimos lugares que ganen los municipios de acá a que finalice el mandato del Gobernador. Mucho tendrá que ver el resultado del 14 de noviembre: si vuelve a ser adverso, es muy probable que se abran más espacios.

Así las cosas, los intendentes preparan el terreno para la disputa madre que será en 2023, donde irán por el lugar que reclaman desde hace tiempo: que el gobernador sea un intendente. Curiosamente, es el mismo pedido que hacen del otro lado del mostrador, por lo que es esperable una pelea entre alcaldes dentro de dos años por el cetro provincial.

Insaurralde pica en punta por el Frente de Todos y puede ser un dolor de cabeza para Kicillof que tendrá a un jefe de Gabinete que le pisará los talones. Queda mucho camino por recorrer, pero de movida será sinuoso y complicado el sendero que transitará el exministro de Economía en los próximos dos años.