Natalí Incaminato y los desafíos de transmitir "Peronismo para la Juventud" en literatura twitera
Es el movimiento político más trascendente de Argentina y a la vez el más complicado de comprender. Pasan los años y son más las incógnitas que las respuestas. Sin embargo, cuando parece que se acaba, siempre termina volviendo. En ese marco, Data Clave conversó con Natalí Incaminato (@LaInca_ para los twiteros), autora del libro "Peronismo para la Juventud", una sátira política dedicada al fenómeno social. "La juventud está precarizada y fragmentada. Es difícil plantearles el rol de un Estado que protege", manifestó.
A pesar de los años, las proscripciones y las derrotas electorales, cuando parece que el peronismo desaparece, siempre tiene un as bajo la manga para regresar. Si no lo logra con su propio "linaje", lo hace a través de una coalición. En el medio, aparecen los desafíos de la gobernanza y los límites del poder.
En ese marco, Data Clave dialogó con Natalí Incaminato, doctora en Letras, comunicadora y escritora. También se la conoce en Twitter como @LaInca_, un espacio donde suele discutir con un humor ácido y descontracturado. Ella escribió el libro "Peronismo para la Juventud", una sátira política donde discute en formato redes sociales y hasta incorpora ese léxico que fue formando la propia juventud.
Si bien es de base orgánica y defiende al Frente de Todos, no tiene problemas en reconoces que hubo errores propios. Eso sí, plantea que antes de la crisis, existieron factores determinantes como el "macrismo" y la pandemia.
"Hay que ser justos y plantear que no fueron dos años sin contratiempos. De hecho, la pandemia hizo que muchos oficialismos perdieran las elecciones por las consecuencias económicas y sociales", expresó.
Data Clave: ¿Cuál fue el disparador principal que te llevó a escribir este libro?
Natalí Incaminato: En principio es una sátira política y el objeto es trabajar sobre el antiperonismo. Lo que pasa es que es un ensayo que escribí antes de la pandemia, ya cuando estaba iniciando el Gobierno de Alberto Fernández. En ese sentido se puede decir que no hay una actualidad específica, sino más bien lo que trato es pensar en algunos tópicos del peronismo desde una perspectiva de un joven que amplió la mirada desde el kirchnerismo. Es un sesgo reconocido y totalmente planteado que toda sátira tiene. Trato también de recuperar algunas cosas más serias y de análisis literario, que es lo que más conozco. Ahí trabajo sobre algunos textos muy famosos sobre el peronismo o en contra del peronismo, como los casos de (Julio) Cortázar, (Jorge Luis) Borges, Victoria Ocampos y de Beatriz Guido. Pero también hay chistes y cierta agresividad verbal, tomando esa tradición peronista que está en (Arturo) Jauretche y (Enrique Santos) Discépolo.
DC: ¿Algo así como un Manual de Zonceras?
NI: Hay mucho de eso. De hecho yo trato de imaginarme qué diría o haría Jauretche si fuese joven, twitero y viviese en esta época de la Argentina. Y más si fuese mujer y feminista, que no es un tema menor. Hay un capítulo que es sobre Evita y a mí me interesa vincularla con el feminismo por una cuestión ideológica.
DC: ¿Hubo muchos prejuicios con la salida de tu libro? Hoy el peronismo debate mucho abiertamente si es más progresista o menos que antes...
NI: Sí, sobre todo cuando iba a presentarse en el PJ (Partido Justicialista). Creo que son sujetos muy menores que tienen mucha presencia en las redes. No estoy negando que haya machismo en el peronismo, pero el espacio hace mucho tiempo que está en tensión con otro tipo de demandas y miradas que consideran ridículo reírse por un rosado en la tapa del libro, que además es de Daniel Santoro. Si ya Daniel Santoro no pasa el peronómetro... estamos en un problema. Por otro lado, me parece que tiene que ver con peleas identitarias que no dicen qué es lo que considera cada sujeto sobre la relación del Estado en la economía o determinados problemas. Se pone sobre la escena esos debates y se dejan de lado las discusiones reales, que son otras y mucho más profundas. Además, yo señalo que el peronismo estuvo marcado por complejidades identitarias. El primer peronismo se forjó a base de ideas y ministros de otras tradiciones. Perón en el 45 retoma elementos de (Hipólito) Irigoyen. Buscar una pureza es un poco absurdo, y más cuando el peronismo siempre busca el pragmatismo, la unión y el querer convencer a todo el mundo. En el libro me la paso citando a la Comunidad Organizada, a Jauretche y a (John William) Cooke, no es que me estoy olvidando de las fuentes.
DC: ¿Sentís que las críticas pueden ir por el lado de que perdieron la elección? Un sector del peronismo plantea que el progresismo "copó la agenda" y que se dejaron de lado otras demandas. ¿Lo ves así?
NI: Hay una tensión entre progres y peronistas que van cambiando con los dirigentes. Cuando yo apoyaba a Néstor y a Cristina (Kirchner) ya decían que ellos eran los progres infiltrados en el peronismo. Ahora ellos serían los verdaderos peronistas y Alberto Fernández es el infiltrado. Es un poco ridículo y no tiene que ver con las alianzas reales. ¿Cómo le podes decir al Presidente que es una suerte de progre socialdemócrata si lo banca la CGT y movimientos sociales? Son juegos identitarios que apuntalan a figuras como Guillermo Moreno, que después electoralmente no les va muy bien. Entonces ahí te das cuenta que son cosas de nicho y que no tienen mucho margen. Y sobre la agenda del progresismo, si vos revisas las agendas de los candidatos, ves que en la campaña ir en contra de la agenda progresista no fue un tema central. La oposición, inteligentemente, apuntó a la economía, la libertad y la educación. Creer que el Gobierno perdió por esa razón es un chivo expiatorio, al peronismo no le interesa demasiado esas cosas.
DC: ¿Qué encontraste en la juventud o qué te llamó la atención para dirigir el libro a ese sector?
NI: Acá opera también una decisión de mercado. Se me acercaron dos editoriales y me plantearon una alternativa que me pareció interesante, sobre todo para mostrar lo que cambió la relación del peronismo con el mercado. Cuando yo era una joven que apoyaba al kirchnerismo, me hubiese sido impensable que una editorial publique una sátira en contra del antiperonismo. Acepté la propuesta porque uno ahí se puede tomarse ciertas licencias en la lectura de la historia, aunque siempre con rigurosidad. Yo para explicar algunas cosas fui a textos académicos, no es que fui a los de divulgación. Es una suerte de herramientas o elementos de discusión dentro de una sátira. También tengo mucho contacto con los jóvenes y lo que leen, aunque sabiendo que en mi caso, ya no lo soy. Si no la llego a pegar con el estilo y el lenguaje, por lo menos van a tener ciertos recursos de literatura e historia que quizás ellos, por su propia cuenta, no tienen ganas de leer.
DC: ¿Hoy cómo ves a la juventud en este contexto particular del país? ¿Imaginabas que alguna vez podían generarse grupos o militantes que apoyen partidos de extrema derecha?
NI: Es una novedad local, pero es algo que a nivel internacional viene pasando hace mucho, como en el caso de Estados Unidos. A veces pasa que algunas cosas de Norteamérica vienen acá con cierto delay. La juventud está precarizada y fragmentada, eso es una evidencia. Macrismo, pandemia y errores de este Gobierno, que no tengo porqué negarlo. Es difícil plantearles el rol de un Estado que protege. De pronto parece más sencillo hablar de la casta política y hacer comparaciones. Después hay una fragmentación. Así como (Javier) Milei creció en Capital, también la izquierda tuvo un pico histórico y son tercera fuerza nacional. Hay jóvenes muy de derecha y otros mucho más de izquierda. Hay una gran confusión en realidad y que se generó con el estallido de las identidades, y se nota mucho que eso impactó más en los jóvenes. Es entendible, a todos nos ha pasado, es la etapa donde uno se define a sí mismo y está tratando de narrarse.
DC: ¿También aparece el fenómeno de la cancelación inmediata, no? De pronto basta un error para que un funcionario o dirigente pierda legitimidad pública...
NI: Es algo que vengo discutiendo hace mucho. Creo que hay de todo, la cancelación es algo que se empezó a discutir y hay muchas críticas a los que están todo el tiempo cancelando. Sí creo que la cultura de la cancelación es un poco molesta, pero también tenemos que empezar a entender que, en tiempos de redes, cualquiera te puede criticar. Y no es lo mismo la crítica que la cancelación. Es interesante empezar a discutir con los jóvenes que esas lógicas son menos deseables que las discusiones, incluso las más aguerridas.
DC: ¿Cómo ves al Frente de Todos de cara a las elecciones? ¿Qué balance haces de los primeros dos años de gestión?
NI: Lo primero no sabría decirte, menos después de lo que pasó en las PASO. Creo que se van a recuperar votos, pero no tengo ninguna herramienta para aseverarlo. Lo que sí te puedo decir es que yo fiscalicé en las Primarias y fue todo muy caótico. Las mesas empezaron tarde y hubo mucha incomodidad. Con respecto a la gestión, fueron dos años muy terribles con una tragedia mundial como la pandemia. Creo que hay muchas cosas que se pueden recuperar en términos de críticas de la oposición. Lo que pasa es que la oposición lo hizo muy difícil, eran bastante terraplanistas y no planteaban ningún tipo de racionalidad. En la economía es obvio que hay un problema. Después, en términos políticos, uno ve un poco de titubeo y un constante ir y venir con falta de decisión. También hay un problema de gobernanza por una lógica de loteos en las zonas del Estado, que tratan de sostener una justicia en la coalición. Para gestionar, muchas veces no es del todo armónico. Una coalición es muy difícil poder llevarla a cabo y hacer que funcione. Hay tensiones que se destaparon que son saludables igual, como la discusión por la cifra de pobreza y la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). También hay que ser justos y plantear que no fueron dos años sin contratiempos. De hecho, la pandemia hizo que muchos oficialismos perdieran las elecciones por las consecuencias económicas y sociales.
DC: En tu rol de escritora y comunicadora, ¿sentís que al Gobierno le falta discurso?
NI: Pareciera que sí, pero creo que la lógica actual del Gobierno es no ponerle épica a cosas que todavía no son para épica. Por otro lado la crítica por la falta de comunicación es una constante que vengo cuestionando porque lo vengo escuchando hace años. Cada vez que a un Gobierno le va mal, se apunta a esto. Entiendo igual que hay temas importantes de lo que no hablamos, pero creo que el Gobierno no quiere hacer demasiada propaganda de cosas que no se van a visualizar en este panorama. Y segundo, estamos en un tiempo de redes en el que vos no manejás de lo que habla la gente. Entonces, es muy fácil que la gente termine hablando de pavadas y escándalos burdos. En las redes sociales va a triunfar lo más pintoresco y tonto, no aquello que es importante, que hay que entenderlo y que es profundo. Si un Gobierno no logra imponer su discurso, hay que entender que el contexto comunicacional es absolutamente diferente. Y también, sobre si no le dan épica a un relato, no sé hasta qué punto están equivocados. Yo tengo otra manera de verlo, pero no creo que los que estamos más referenciados en Cristina tengamos la bola mágica para resolver los problemas.
DC: ¿Qué esperas de tu libro?
NI: El objetivo, por un lado, es tratar de cristalizar un modo de entender el peronismo y cuáles son sus principios y tópicos. También la idea es hacer una sátira que haya reír. Y quizás, en el medio, tirar uno de los temas que más me conmueven y subjetivan con esa tradición política. Lo otro que quería son las cosas que están pasando, yo quería que circule por las unidades básicas y que genere con los militantes. No apuntaba tanto a presentaciones oficiales, sino que empiece a yirar por ahí y en espacios de discusión política.