Luego de la "carta bomba" de Máximo, el Presidente intentará sostener la negociación con el FMI, que aún no está cerrada
En septiembre, tras la derrota en las PASO, fue Cristina. Ahora es el turno de su primogénito. La estrategia es la misma: confrontar públicamente las decisiones de una coalición gobernante que no puede lidiar con sus diferencias puertas adentro y las expone peligrosamente, aún a riesgo de profundizar una crisis que comenzaba a disiparse. Desde el más alto nivel del gobierno piden "desdramatizar" el tema. "Quiso irse y se fue de la presidencia del bloque. No estaba cómodo. Listo. A rey muerto rey puesto", sostuvo una fuente muy importante a Data Clave. Las primeras reacciones dentro del oficialismo.
Desde que el viernes Alberto Fernández anunció -sin estridencias- que el gobierno argentino había arribado a un "entendimiento" con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en la renegociación de la deuda contraída durante la gestión de Mauricio Macri, otros aires se respiraron en la Casa Rosada. Sin que nadie planteara un escenario de panacea, el alivio que provocó el mensaje del viernes, se sintió en todos los pasillos del poder.
“No celebro lo que firmamos, esa no es la expresión correcta; no hay nada que celebrar. Pero si el viernes no firmábamos, el lunes hubiéramos tenido que decretar feriado cambiario”, dijo el presidente en una entrevista concedida el domingo pasado. “El martes le dije a (Martín Guzmán) que si no cerrábamos trato, no le pagábamos la cuota al Fondo”, completó el mandatario, efectuando una aproximación al escenario que atravesó la Argentina durante la semana pasada, coqueteando peligrosamente con el default.
Sin embargo, a pesar del reconocimiento y el aval de buena parte de la dirigencia política, social, empresarial y sindical, el temor principal del presidente era la actitud que asumiría públicamente Cristina Kirchner y su hijo Máximo. Había una fuerte suposición de que el entendimiento que el gobierno argentino cerró con la Casa Blanca y Kristalina Georgieva no era avalado por la vicepresidenta y el -hasta hoy- jefe del bloque del Frente de Todos. De hecho ambos ya le habían anticipado al jefe de Estado que rechazaban su contenido y optaron por no emitir palabra durante todo el fin de semana.
Pero este lunes, horas antes del inicio de una gira presidencial muy importante por Rusia y China, el que pateó el tablero fue el "primogénito" y lo hizo del modo que su madre suele utilizar para comunicar decisiones importantes o emitir opiniones punzantes, que siempre causan heridas: una carta. “He tomado la decisión de no continuar a cargo de la presidencia del Bloque de Diputados del Frente de Todos”, informó en un comunicado.
“Esta decisión nace de no compartir la estrategia utilizada y mucho menos los resultados obtenidos en la negociación con el FMI llevada adelante exclusivamente por el gabinete económico y el grupo negociador que responde y cuenta con la absoluta confianza del Presidente de la Nación, a quien nunca dejé de decirle mi visión para no llegar a este resultado”, agregó el diputado en su misiva.
La conmoción fue absoluta. A muchos los tomó de sorpresa. "Procesando aún, no veo prudente decir nada", le confió a Data Clave un integrante del bloque oficialista. En el gabinete, la sorpresa no fue menor. El Jefe de los ministros Juan Manzur, directamente dejó de responder mensajes hasta a sus colaboradores más cercanos. Otro funcionario, con acceso privilegiado al principal despacho de la Rosada, respondió escuetamente a la requisitoria de este portal: "están haciendo lo mismo que en septiembre, no se quieren hacer cargo de nada".
Una fuente calificada del gobierno sostuvo que "Máximo lo llamó a Alberto esta tarde y le avisó que no estaba de acuerdo con la negociación con el FMI". La misma fuente aseguró que el titular de la bancada oficialista le había comunicado su decisión de renunciar a la presidencia del bloque y que Cristina le habría manifestado su desacuerdo.
La actitud -minimizada por el camporismo que alude un gesto "colaborativo" de Máximo de dar un paso al costado para no perturbar una negociación con cuyos términos no concuerda- supone un rechazo tácito al programa económico y financiero acordado con el Fondo y complica la sanción parlamentaria de la carta de intención que aprobaría el board antes del 21 de marzo. La ecuación es simple y drástica: si el kirchnerismo no apoya, los reembolsos no llegarán al Banco Central y Argentina iniciará -de nuevo- su marcha hacia el default.
Desde el máximo nivel de la autoridad política, prefieren bajarle el tono a la actitud de Máximo. "Hay que desdramatizar, quiso irse y se fue de la presidencia del bloque. No estaba cómodo. Listo. A rey muerto, rey puesto", sostuvo un funcionario muy importante del gobierno.