Las claves del discurso del Presidente: América Latina unida, libre de discursos de odio y dardos al FMI
Alberto Fernández expuso frente al resto de los mandatarios de la región y volvió a citar al Papa Francisco: "Nadie se salva solo". Remarcó la necesidad de mejores tasas y sobrecargos por parte del Fondo.
El Presidente Alberto Fernández expuso en la Cumbre Iberoamericana que se desarrolla este sábado en Santo Domingo, República Dominicana. Allí, el mandatario argentino volvió a hacer hincapié en la necesidad de sostener la unidad en América Latina y citó una vez más al Papa Francisco al recordar que “nadie se salva solo”.
El mensaje del jefe de Estado fue claro: cerrar filas en la región y hacer frente a las imposiciones del mercado global con una estrategia común. “La globalización otra vez se muestra frágil. El capitalismo financiero hace temblar la economía cuando otra de sus burbujas cargadas de especulación explota inesperadamente", apuntó Fernández.
En la misma sintonía, el Presidente esgrimió: "El mundo central que pasivamente deja inflar esas burbujas, corre en socorro del ‘sistema’ ante la explosión para que el efecto dominó que ya vivimos hace quince años no vuelva a asomar. A esta altura de los acontecimientos, con tanta concentración, con tanto juego especulativo, ya deberíamos entender que al sistema financiero actual no hay que socorrerlo más. Debemos cambiarlo drásticamente”.
Luego, Fernández dedicó un tramo de su alocución a reforzar su posición ideológica. “Nuestra América, en los años en los que Donald Trump gobernó en los Estados Unidos, sufrió un proceso de desintegración regional tremendo. La UNASUR fue desvaneciéndose a medida que sus miembros se desvinculaban cumpliendo mandatos impuestos por aquel gobierno republicano. Hasta la OEA quedó al servicio de ese objetivo desintegrador convalidando un golpe de Estado en Bolivia”.
Y subrayó: “Si queremos una Iberoamérica justa y sostenible, el primer paso que debemos dar es restablecer la unidad. Una unidad que no permita que se prolonguen bloqueos económicos que afectan a pueblos de la región. Una unidad necesaria para preservar intereses comunes en la que debemos respetar la diversidad ideológica en democracias fuertes donde los derechos humanos sean respetados”.
También hubo espacio para reflexionar sobre el clima político y social a nivel mundial. “En un tiempo tan difícil como el que atravesamos, signado por un descontento social en el que encuentran eco los discursos del odio que castigan las democracias, estamos moralmente obligados a unir esfuerzos. Somos todos pasajeros de un mismo barco. Tenemos pues un destino común que nos convoca. ‘Nadie se salva solo’, nos diría Francisco. La unidad de la región es una necesidad política. Una condición necesaria para alcanzar nuestros sueños. La justicia social es un imperativo ético que la hora nos impone”, indicó el Presidente.
Y no perdió la oportunidad de enviar un dardo al FMI: “Asistimos a un escenario internacional caracterizado por elevados e insostenibles niveles de endeudamiento que condicionan el crecimiento de nuestros países. Las tasas y sobrecargos que el Fondo Monetario Internacional impone a países endeudados resultan abusivos. Esa realidad colisiona con esa arquitectura financiera internacional que antes cuestioné. Es necesario acrecentar la transparencia de las instituciones financieras internacionales y abogar por un mayor acceso a facilidades crediticias, a fin de impulsar el crecimiento y el desarrollo antes de que la especulación”.
Sobre el final de su discurso, Fernández dedicó un párrafo a la Causa Malvinas: “Deseo agradecer a los Jefes de Estado y de Gobierno de los países iberoamericanos y a los Representantes de los Estados Miembros, por el Comunicado Especial sobre la Cuestión de las Islas Malvinas. Agradecemos profundamente el permanente respaldo al llamado a la reanudación de las negociaciones bilaterales con el Reino Unido conforme las resoluciones de Naciones Unidas y otros foros internacionales”.
Y finalizó con una arenga a la unidad: “Hoy, sentados en rededor de esta mesa, tomemos la decisión de unir a nuestros pueblos en pos de sus legítimos derechos. Cuando en Argentina celebramos cuarenta años de democracia ininterrumpida, no abramos las puertas a los detractores del Estado de Derecho que destilan odio de sus bocas buscando desalentar a nuestros pueblos. En este tiempo que nos ha tocado, el más difícil sin dudas, hagámoslo posible. Unámonos para ser artífices de nuestro futuro y para que nunca más el mundo central nos postergue en las periferias de la decadencia”.