La llegada de Martín Insaurralde al ejecutivo provincial significó mucho más que el arribo de un intendente a una oficina de corte y confección político. Se trató, en definitiva, de un movimiento colectivo para lograr recuperar un color que, tras la asunción de Axel Kicillof como gobernador, pareció haberse perdido.

Y es que al lomense lo fueron a buscar. Le pidieron que tome el fierro caliente y se plante como referente de una buena cantidad de jefes comunales que, desde sus distritos, pedían a gritos el retorno del peronismo. 

Y razones no faltan. Lo que los intendentes expresaron es que muchas veces se les bajó el precio por considerarlos kirchneristas cuando la propia oposición salió a hacer campaña en la Provincia con un armado peronista. “Hasta pintan las paredes con nuestros colores. Nosotros pusimos a un radical en la Capital y ellos a un peronista en la Provincia. Se invirtieron los roles. Las elecciones las podés jugar de mil maneras pero nunca podemos olvidarnos de hacer peronismo”, le dice a Data Clave un intendente cercano  a Insaurralde.

Se sabe, los jefes comunales nunca estuvieron cómodos con Kicillof. Pero con el diario del lunes, la bronca aumentó. Y tras las elecciones las diferencias quedaron a la vista. Es por eso que el gobernador debió recurrir a un cambio de gabinete que desde la Provincia pintan como “una serie de incorporaciones para amplificar nuestra territorialidad”, según le dicen a este medio.

Es cierto, a juzgar por los movimientos nadie perdió su puesto. Todos fueron reubicados. Hasta la propia Teresa García, quien desde diciembre será senadora bonaerense y de segura presidenta de bloque.

Pero como parte de ese armado, Insaurralde no dudó; decidió que su gabinete tenía que pintarse del color que los intendentes venían reclamando. Es por esto que en los últimos días tomó el teléfono y llamó a un pedazo de la historia del peronismo bonaerense: Mario Oporto.

Mario Oporto, cuando ocupaba la Dirección General de Escuelas durante el gobierno de Daniel Scioli.
Mario Oporto, cuando ocupaba la Dirección General de Escuelas durante el gobierno de Daniel Scioli.

El ex jefe de Gabinete de Felipe Solá entre 2005 y 2007 y ex director de Cultura y Educación, también de Solá, Carlos Ruckauf y Daniel Scioli, aceptó el desafío y pese a que todavía no fue oficializado se puso al frente de la subsecretaría de Relaciones Internacionales e Institucionales, en lugar de Sofía Sternberg.

Con su llegada, Insaurralde se aseguró un punto a favor para aquellos intendentes que venían reclamando más pejotismo y menos La Cámpora. “Todavía no firmó, pero ya está poniéndose al día. Está contento de volver a trabajar en la Provincia. Estuvo trabajando con Trotta en el Consejo Federal de Educación, pero tras el cambio de gabinete nacional prefirió darle al nuevo ministro la posibilidad de elegir su nuevo gabinete y dio un paso al costado. Mario es un dirigente de los fieles”, le cuenta a Data Clave una fuente del ejecutivo bonaerense.

Oporto no llega solo. Insaurralde movió el tablero y se aseguró otros dos lomenses. Tras aceptar la renuncia de María Andrea Peralta, el jefe de Gabinete sumó a Gustavo Ferri, ex diputado nacional y provincial, como Director General de Administración. Ferri es otro cuadro pejotista.

“Para que te des una idea, Gustavo es de esos dirigentes que 10 ó 15 años atrás tenían esos celulares que una vez que llamabas te pedía que digas tu nombre para saber si te recibía la llamada. Una formalidad con la que contaban todos los teléfonos de los duhaldistas de cepa”, le dice a Data Clave un dirigente que lo conoció cuando el ex yerno del ex presidente fue parte del extinto denarvaísmo. 

Insaurralde también aprovechó para incorporar a Víctor Matassi, hombre de confianza que fue secretario General de Lomas de Zamora. Su cargo será el de Subsecretario Técnico, Administrativo y Legal.