El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) ya fue aprobado por el Congreso. Con fórceps y a pesar de la crisis política que atraviesa el Frente de Todos, la ley que avaló la negociación del gobierno argentino con el organismo crediticio para el otorgamiento de un nuevo préstamo que permita saldar las cuotas de la deuda impagable contraída por Mauricio Macri, fue aprobada el pasado jueves.

Pero los tiempos para que esa aprobación fuera refrendada por el Board del FMI y llegara el primer desembolso dependían de una reunión cuya fecha no coincidía con los vencimientos que debe afrontar la Argentina a principios de esta semana. Por eso era fundamental lograr que desde el gobierno de los Estados Unidos -mandamás real del Fondo- se otorgara un aval que permitiera postergar los pagos hasta tanto se dispusiera su aprobación formal.

Una vez más, Joseph Biden le dio una mano grande a Alberto Fernández y jugó a favor de la Argentina, que podrá saldar el pago de los 2800 millones de dólares antes de que termine el mes de marzo y no entre este lunes y martes, fechas en los que vencían los plazos acordados entre el gobierno de Cambiemos y la anterior Directora Gerente Christine Lagarde, cuando firmaron el Stand-By por 45.000 millones de dólares en 2018.

El atraso de la discusión parlamentaria que postergó la aprobación de la ley recién promulgada el pasado viernes, obligó a Martín Guzmán a negociar nuevamente ante la actual jefa del FMI Kristalina Georgieva, para obtener una postergación del pago que permita aguardar la llegada de los 9.800 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG,s) que el Board debe definir en su próxima reunión

La persistencia de Guzmán y las gestiones que llevó a cabo la Cancillería argentina a través del embajador en Washington Jorge Arguello ante las máximas autoridades de la Casa Blanca, lograron destrabar este nuevo inconveniente de calendario y evitar así un default que hubiese propiciado un nuevo escenario de conflicto para el país. Fue clave para obtener esta extensión en el plazo, la relación que se construyó con Jake Sullivan, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.

La lógica utilizada por el gobierno norteamericano es simple: apoyar a Fernández en esta circunstancia, le garantiza un dosis de oxígeno político a su gobierno y le permite esquivar los fuertes embates que sufre en la interna del Frente de Todos por alguien a quien Washington no considera entre sus preferencias: la vicepresidenta Cristina Kirchner.

El viernes pasado, el ministro de Economía conversó telefónicamente con Georgieva y le explicó su plan para evitar el default: emitir un comunicado oficial donde se afirmara que había conformidad por parte del FMI del acuerdo alcanzado y que se consignara específicamente que si no se pagaba este lunes, la Argentina no caería en default porque se había acordado cancelar todo antes de que termine el mes.

Tras haber recibido la indicación de Sullivan, la directora Gerente le contestó afirmativamente a Guzmán, que respiró aliviado.