Del "vamos por todo" a la "derrota digna": la estrategia en discusión en el FdT pensando en 2023
El juego de las candidaturas está en proceso y el peronismo atraviesa un intenso debate para intentar salvar al Gobierno. Las diferencias entre los que quieren conservar los pagos chicos y los que apuntan a una mega PASO para llegar "competitivos" a octubre.
La discusión por las candidaturas en el Frente de Todos es permanente. A diferencia de Juntos por el Cambio, las riñas no se dan a cielo abierto porque las responsabilidades institucionales son otras. Lo cierto es que el 2023 está en marcha y, de manera subterránea, ya empezaron las conversaciones para intentar llegar a las PASO con un peronismo articulado que confronte internamente y luego, ya con candidatos competitivos, de la pelea en agosto.
El problema radica en la competencia interna, algo que tiene a maltraer a un sector del Justicialismo desde las elecciones de 2015, cuando la entonces presidenta y actual vice, Cristina Kirchner, limitó los caminos para una PASO e impuso como candidato a Daniel Scioli. La historia se repitió en 2017. CFK, como candidata a senadora, encabezó la lista de Unidad Ciudadana y no dio lugar al juego interno para que se diera una gran interna peronista en plena gestión del macrismo. Randazzo, en aquella elección, encabezó el Frente Justicialista Cumplir -con Alberto Fernández como jefe de campaña- y no pasó del 5%. Por más ínfimo que fuera, ese porcentaje terminó en la derrota del peronismo y la victoria de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires con el exsenador Esteban Bullrich como candidato.
Pasadas las elecciones de 2019, y luego de un arduo trabajo en la previa para consolidar al Frente de Todos como una coalición de Gobierno, la discusión sigue siendo la misma. Pero hay algunos matices. La postura actual en el oficialismo básicamente se divide entre los que creen que la elección de 2023 en Nación es irremontable, por lo que el camino adecuado sería cuidar los pagos chicos -léase ministros regresando a las intendencias y gobernadores oficialistas desdoblando elecciones-, y los que consideran que el peronismo debe construir una fórmula a través de las PASO para que llegue competitiva a las elecciones de agosto.
Todos los espacios empiezan a dar señales. Cristina Fernández de Kirchner fue una de las primeras en su reaparición pública en Avellaneda. Sentado a su derecha estuvo Axel Kicillof, su exministro de Economía, el elegido en 2019 para ser candidato a gobernador bonaerense contra todo pronóstico de los “machos” del Conurbano y, en términos de construcción política de dirigentes, su mayor orgullo.
Como ya contó Data Clave, las intenciones del gobernador son las de tener un segundo mandato en la Provincia. Legisladores y funcionarios que responden a su agenda sostienen que el primer mandato estuvo marcado por la agenda del Coronavirus y por desafíos en Nación que todavía no han sido resueltos y que, según entienden, con la llegada de Massa se empiezan a dejar atrás.
Kicillof es el dirigente de máxima confianza de Cristina Kirchner. Incluso más que con su propio hijo Máximo, que en este último tiempo viene tejiendo una alianza con el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, quien tiene deseos de ser el próximo gobernador y que busca forzar a una PASO en la Provincia.
Esa idea quedó de manifiesta en un asado que se realizó a mediados de diciembre en Lomas de Zamora, el pago chico de Insaurralde. A esa mesa asistieron algunos dirigentes de La Cámpora, pero en su mayoría estuvieron dirigentes del Movimiento Evita, el espacio que tiene como líderes a Emilio Pérsico y a Fernando ‘Chino’ Navarro y que busca permanentemente ampliar al peronismo para que haya competencia.
La discusión de fondo es táctica, y no estratégica. De la boca de Cristina Kirchner -posiblemente la armadora más lúcida que tiene el peronismo en términos electorales- salió la frase “vamos por todo” en 2012, cuando arengaba a sus dirigentes a movilizarse y construir política para mantener vivo el modelo que claudicó en 2015 en manos de Mauricio Macri. Hoy pareciera que los deseos de la vicepresidenta estuvieran limitados a conservar lugares clave de gestión y a construir pensando en 2027. Es por eso que en la mente de la vicepresidenta no se ve con malos ojos la idea de un segundo mandato de Kicillof, quien es reconocido por oficialistas y opositores como una persona “honesta” y de “gestión”, aún con las diferencias políticas del caso.
Pero la táctica de Cristina ya no pareciera ser “palabra santa” para todo el arco del peronismo. Ni hablar del Movimiento Evita, uno de los espacios que pregona por tener PASO y construir las fórmulas con el veredicto de la calle. Fuera de ese espectro, son pocos los dirigentes que se animan a pedir abiertamente por internas. Uno de ellos es Paco Durañona, exintendente de San Antonio de Areco y actual diputado provincial. El dirigente no sólo pidió que haya internas, sino que ya eligió a sus candidatos: de un lado, Kicillof, del otro, Sergio Massa. “Para llegar competitivos a la elección, es fundamental organizar una gran PASO en todas las categorías del FdT. Sergio Massa y Axel Kicillof, sin dudas pondrían los ingredientes necesarios para la gran discusión nacional sobre el inicicio de un nuevo ciclo”, planteó.
Que Axel Kicillof en algún momento será candidato a presidente de la Nación gran parte del arco del peronismo lo da por hecho, el problema son los tiempos. Están los que consideran que el momento es "ahora" y los que prefieren que su volumen político se utilice para conservar la provincia de Buenos Aires y construir la base para una candidatura en 2027. En resumidas cuentas, en la lógica actual del kirchnerismo se pasó del “vamos por todo” a tener una “derrota digna” en estas elecciones. Ese síntoma de negatividad se empezó a dar en las bases cuando CFK anticipó que no será candidata “a nada” en las próximas elecciones.
En el Movimiento Evita el cálculo es otro. Quieren que haya PASO tanto en la provincia de Buenos Aires como en la candidatura para presidente, incluso si el propio Alberto Fernández tomara la decisión de ir por un segundo mandato. “No podemos quedarnos con el discurso de la resignación. Es imposible hacer una campaña que construya desde una derrota que no ocurrió. Tenemos que poner lo mejor y armar las mejores fórmulas para que la gente decida”, le dijo una fuente del espacio a Data Clave.
El pedido del Evita para que haya una discusión de candidatos en la provincia de Buenos Aires trasciende a Kicillof, a quien a pesar de la poca participación que le dieron en el Gabinete, le reconocen su predisposición para pelear por los recursos de la Provincia. Aún con este diagnóstico, no ven con buenos ojos la idea de resignar cuadros políticos para sostener espacios de gestión y después tener que ir a negociar con Juntos por el Cambio para que haya discursos. “Es absurdo pensar que si Kicillof mide bien se lo deje en la Provincia para que después tenga que ir a mendigar fondos al jefe de Gabinete de Larreta”, le agregan a este medio.
En las filas del gobernador son muchas las cuentas pendientes. Si bien hay un proyecto presidencial y una conciencia de que las encuestas lo dan como un candidato competitivo, también está la sensación de que en la Provincia quedó mucho trabajo por hacer y que hay una agenda pendiente que la limitó la pandemia del Coronavirus.
Son pocos los candidatos del Frente de Todos que hoy se muestran competitivos para aspirar al Sillón de Rivadavia. Una de ellas es Cristina Kirchner, aún con su techo electoral y su base de feligreses que es directamente proporcional con la cantidad de gente que la rechaza. Al menos eso marcan las últimas encuestas. El otro candidato natural en este proceso es Massa, bautizado como el “súper ministro” que intenta hacer un equilibrio entre la crisis local, el contexto adverso internacional y las demandas del Fondo Monetario Internacional (FMI). Y dejando de lado a Kicillof, el otro que también corre de atrás pero intenta mostrarse competitivo es el ministro del Interior, Eduardo de Pedro, posiblemente uno de los pocos camporistas que tiene diálogo con figuras del Círculo Rojo y con un sector importante de Juntos por el Cambio. Uno de los kirchneristas de buenos modales, según lo describen desde la propia oposición.
Lo cierto es que 2023 será un año trascendental para la política argentina y en el Frente de Todos ya están discutiendo la discusión para llegar a las PASO. La ecuación se reduce entre los que se sienten derrotados y los que “quieren ir por todo”, pese a que en la gestión haya pocos resultados por mostrarle al electorado.