La radiografía de las últimas elecciones provinciales en la Patagonia deja un mensaje claro: el peronismo ya no es mayoría. Con excepción de Neuquén, donde históricamente gobernó el Movimiento Popular Neuquino -racha que también se cortó este año- el sur del país ha sido tierra con fuerte sesgo justicialista. Pero el denso clima social a nivel nacional y las gastadas gestiones locales abrieron la chance del postergado cambio.

La más resonante fue sin dudas la derrota en Santa Cruz del último 13 de agosto, que margó el fin de la hegemonía peronista de 40 años. También fue el ocaso de la dinastía kirchnerista, que gobernó por más de tres décadas la provincia. Y un dato no menor: le amargó el festejo a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que había viajado a Río Gallegos para capitalizar un supuesto triunfo en lugar de la derrota segura a nivel nacional.

Pero en las semanas previas había llegado otro golpe al PJ que no supieron dimensionar. Tras 20 años, perdieron en Chubut, ni más ni menos que a manos del PRO. Incluso la unidad a regañadientes no evitó la derrota en una provincia marcada por el fracaso de la gestión del gobernador Mariano Arcioni, quien además es de los pocos mandatarios massistas. Doble derrota en la previa a las PASO.

La derrota en Chubut caló hondo en el massismo porque Arcioni es uno de los pocos gobernadores propios.

Y si bien fueron dos duras derrotas las de la Patagonia sur, la performance del peronismo fue aún peor en las del norte. En Neuquén, la lista que representó al oficialismo nacional terminó tercera, con apenas el 13% de los votos, muy lejos de la pelea por la gobernación, en la que finalmente Rolando Figueroa logró destronar al MPN. El dato: sectores del PJ apoyaron a Rolo, al igual que lo hicieron el PRO y algunos radicales. En cualquier caso, fue un fracaso de la dirigencia no lograr crear una fórmula competitiva o capitalizar el impulso de Figueroa para ir en alianza con él.

La historia en Río Negro es similar: Juntos Somos Río Negro retuvo la provincia por amplio margen, pero el justicialismo no estuvo ni cerca de ser competitivo. Quedó tercero y no llegó al 11%. De nuevo, el oficialismo provincial selló un acuerdo electoral con La Cámpora que los dejó muy debilitados. La histórica interna entre el ministro de Justicia de la Nación, Martín Soria, y el senador nacional Martín Doñate les hizo mucho daño. Están divididos hace años, sin conducción y lo pagaron -y así será en los próximos años- en las urnas.

La única excepción es la provincia con menos electores del país, Tierra del Fuego. Allí se impuso el gobernador oficialista Gustavo Melella y logró la reelección con claridad, con más del 50% de los votos. En limpio: el balance final en el sur del país es que retuvieron un gobierno, perdieron 2 bastiones históricos y fueron vapuleados en las dos provincias restantes, donde antes peleaban la gobernación. Números en rojo, que marca un claro retroceso. 

Gustavo Melella salvó la ropa en el Sur para el oficialismo nacional.

Y claro, la alarma regional es un claro llamado de atención para las elecciones generales de octubre, donde además de las autoridades nacionales se renuevan bancas en el Congreso.  En las primarias, en (casi) todas las provincias se dio el mismo “fenómeno Milei”, por lo que sus candidatos a diputados lideraron la votación.

Esto ocurrió incluso en Tierra del Fuego, único reducto en el que ganó el peronismo la gobernación este año en el sur. En la provincia más austral, Unión por la Patria arriesga dos bancas, que en este escenario estaría perdiendo una.

En Chubut ponen dos bancas en juego y perderían una, luego de quedar terceros en la pelea por ingresar al Congreso. Si bien se ubicaron cerca de Juntos por el Cambio, la diferencia con La Libertad Avanza fue muy grande.

En Santa Cruz, el mismo escenario: el peronismo renueva dos bancas y de repetirse la performance de las PASO, se quedarían solo con una. Y una perlita: en la lista de senadores no sufriría pérdidas, porque conserva el único escaño en juego, pero hubo voto en blanco de más del 60%. 

CFK fue testigo en primera fila de la histórica derrota del kirchnerismo en Santa Cruz.

Calcado caso en Río Negro donde Soria logra entrar al Congreso pero el peronismo igual pierde una banca. Se ubicaron segundos detrás del torbellino libertario. El dato en esta provincia es que el escenario de tercios desplazó al oficialismo local, Juntos Somos Río Negro, de la competencia.

Sin dudas, el mayor fracaso electoral del peronismo sureño a nivel nacional se dio en Neuquén, donde de repetirse el resultado de las PASO, perderían la única banca en juego. Les quedaría solo una representante en Diputados, con mandato hasta 2025. 

Así las cosas, no será solo un retroceso a nivel provincial, sino que debilitarán a Unión por la Patria en un Congreso en el que en el mejor de los casos para el peronismo, será fragmentado. Con estas bajas, su posición será más endeble en un contexto que los puede tener como oposición a partir del 10 de diciembre.