Las últimas semanas Victoria Villarruel cobró una visibilidad hasta entonces no tan notoria, posiblemente porque su candidato a presidente, Javier Milei, salió brevemente de escena. En el último debate televisado con el otro candidato a la vicepresidencia, Agustín Rossi, entre otras cosas mencionó al cinco veces condenado por delitos de lesa humanidad Agustín Amelong como a un preso político sin condena y redobló la apuesta al ponerlo como una víctima de Montoneros, quienes según ella habían asesinado a su padre, un alto ejecutivo de Acindar. No hay registro alguno de que el crimen, que efectivamente sucedió, haya sido ejecutado ni por esa ni por otra organización: no hubo denuncia, no hubo detenidos, no hubo sospechosos ni se lo adjudicó nadie.

Esta forma de narrar algunas historias invirtiendo la carga de la prueba y sin datos precisos no es nueva para la abogada que tomó la causa de la reivindicación de la dictadura como propia y desde hace muchos años. Conocemos a las fundaciones que preside, sabemos del respaldo de otras tantas fundaciones internacionales, nos enteramos de sus visitas constantes a múltiples represores, y en Data Clave contamos como primicia acerca de su vinculación directa con el lefebvrismo y su responsabilidad de acercarle una hostia consagrada por sacerdotes de la Congregación, cada domingo, a Jorge Rafael Videla.

Pero poco conocemos de los libros que escribió, sola o con otros escritores. Segundo Carafí, quien es un joven funcionario del PRO y dirigente del Centro de Estudios Cruz del Sur, creado en 2017 por jóvenes que reivindican el lema “Dios, Patria y Familia” , luego de ver un video donde Javier Milei es preguntado por el periodista Rolando Graña acerca de si indultaría a los genocidas y éste responde que no, publicó en X: “Después de ver este video no puedo evitar pensar qué sentirá Alberto González, militar preso condenado a perpetua, quien formó a Victoria y escribió los libros que ella firmó como propios".

Cecilia Pando lo reposteó, con el acápite: “Comparto. Yo conocí a Alberto González por Victoria Villarruel. Fuimos juntas al penal y él nos mostraba el libro que estaba escribiendo y que luego firmó Victoria”.

Vale aclarar quien es Alberto González, a quien Pando, Carafí y varios más adjudican la verdadera autoría de los libros que luego firmó Villarruel como propios, al hacerse de los manuscritos en las constantes visitas al penal. González tiene dos sentencias a prisión perpetua y otra a veinte años por la violación a tres prisioneras del centro clandestino ESMA. "Gato", o "Luis" fue uno de los oficiales que intervino en el secuestro de quienes se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz, incluidas tres Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas. 

Era parte del área de inteligencia. En el 79 la Armada lo destinó al Reino Unido y a Holanda. En Inglaterra lo reconoció una exdetenida-desaparecida y entonces regresó al país, para hacerse cargo desde 1982 de la Comisión Permanente de Estudios de Situaciones Especiales (Copese), que se creó para borrar el accionar represivo ante la inminencia del fin de la dictadura. Entre 1986 y 1990 estudió Historia en la Universidad de Belgrano y en 1989, lo nombraron jefe de Investigaciones Históricas del Departamento de Estudios Históricos Navales.

González, ya en prisión, escribió junto a Agustín Amelong, el citado como "preso político" por Victoria Villarruel, el libro "Juicios de Venganza", publicado en 2015 por el sello editorial creado ad hoc "Justicia y Concordia".

Los libros que habría escrito González y firmado Villarruel son "Los llaman… jóvenes idealistas" y "Los otros muertos" 

"Los llaman... jóvenes idealistas"

El libro de 320 páginas fue el primero que escribió, y como única autora, Victoria Villarruel. Básicamente es la reproducción sin contexto ni análisis de recortes periodísticos donde se dan cuenta diferentes atentados, sinopsis de media carilla de algunas organizaciones armadas y personajes diversos como el Che Guevara o Mario Firmenich.

Acerca de Estela de Carlotto dice: “Ha sido uno de los arietes más fuertes que ha tenido el sector de las organizaciones armadas para distraer de los crímenes aberrantes que cometieron en nombre de la revolución". Además, le adjudica a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, como también al Cels, haber “trabajado incansablemente para construir una memoria colectiva donde la historia se cuenta con una puerilidad asombrosa”.

Victoria Villarruel nunca logró que una editorial financie y publique su libro, por lo que lo hizo de manera independiente, con el sello de CELTYV y con aportes particulares e, incluso, de plataformas como IDEAME, donde quien tiene un proyecto lo expone y quienes quieren aportar para que se concrete pueden hacerlo a través de donativos en la app. Hace unos años, lo promocionaba en el sitio con una entrevista que le hicieron en un medio español: https://www.idea.me/proyectos/37424/los-llamanjovenes-idealistas. 

En la entrevista dice lo mismo que en el libro: que esos mal llamados "jóvenes idealistas" eran en realidad terroristas y criminales que desde 2003 ocupan cargos de gobierno -como Taiana o Kicillof, a quien tildan de "marxista"- con el único fin de lograr impunidad para ellos, y retomar las políticas violentas que el "gobierno de facto" logró truncar.

"Los otros muertos"

Editado por Sudamericana en 2014, está escrito en sociedad con Carlos Manfroni. En sus trescientas páginas narra algunos casos emblemáticos de atentados de organizaciones guerrilleras, que dejaron muertos y heridos. Lo hace de manera novelada, y fundamenta la investigación en archivos de medios nacionales, de los que rescata crónicas de la época.

En "Los otros muertos" Villarruel y Manfroni sostienen que "el Celtyv realizó un conteo de la cantidad de víctimas del terrorismo durante esos años y determinó que hubo 17.380 afectados directos por las acciones terroristas.(...) En esta cifra no están incluídos los muertos y heridos en confrontaciones armadas, solo son las personas que fueron alcanzadas y heridas física o siquicamente por el accionar guerrillero sin presentar resistencia. Tampoco incluímos a los familiares directos o a los que sufrieron daños por asistir a las víctimas, ni a las personas que fallecieron algún tiempo después con heridas o enfermedades producto de los atentados”

Por lo que según sus conteos los asesinados-desaparecidos por el terrorismo de estado no superan en demasía los ocho mil, pero las victimas de grupos guerrilleros que fueron asesinadas, secuestradas, heridas más del doble, el triple si considera a victimas de víctimas, y quizá el cuádruple o quíntuple si contabilizara a los heridos en "enfrentamientos", por lo que esos 17380 es una cifra acotadísima según ella misma.

Recordemos que el Celtyv a quien atribuye esa investigación cuantitativa, es la organización que ella misma preside y que integran unas pocas personas, algunas de ellas víctimas de ataques terroristas como Arturo Larrabure

En el libro, además de la cuestión numérica, ahonda en apreciaciones de otra índole y dice: “Lo más grave, lo que completó el ciclo de esta burla a la sociedad argentina, lo que consolidó la impunidad absoluta del terrorismo, lo que llevó al agravio a las víctimas a nivel superlativo (...) fue que los crímenes de esos asesinos se convirtieran en moralmente buenos”.

Atribuye ese supuesto cambio de paradigmas al "grado de ignorancia de la sociedad", al interés y corrupción motivada "por el cobro de indemnizaciones millonarias", a la fama ganada por los supuestos terroristas que quedaron vivos al dar notas en la prensa, dictar conferencias y tener puestos de gobierno. Argumenta también que estas falacias comenzaron con la redacción del libro "Nunca Más" y se queja de se haya editado con fondos públicos.

Villarruel cuenta también en "Los otros muertos" y en primera persona que cuando en 2007 y en Ginebra, como representante de Celtyv ante la Comisión de la Cruz Roja expuso estas cifras, su responsable se mostró sorprendido y dijo que "era la primera vez que escuchaba algo así".

El libro, escrito a cuatro manos con Manfroni, narra algunos casos reconocidos, tomados de las crónicas de los diarios Clarín, La Prensa y La Nación y, curiosamente, teniendo el registro de 17380 eligieron mostrar los que son más conocidos y no por eso menos penosos, como el caso Larrabure, el asesinato del comisario Villar, o el de Humberto Viola y su hija Cristina. 

Curiosamente, en el listado de atentados con bombas y sus víctimas aparece el padecido por el intendente de facto de San Isidro, Coronel José María Noguer.  El 23 de enero de 1977, una integrante de Montoneros apodada Cali, puso en el porche de la casa una bomba de gelamón programada con un retardo de cinco minutos que estalló a las 23:45 e hirió a la hija y la nuera del intendente. Quien puso esa bomba mientras en un Fiat 128 la esperaban haciendo de campana "El Loco" Rodolfo Galimberti y el "Yuyo" Noguer no era otra que Patricia Bullrich, hoy socia política de Villarruel.

Manfroni, el otro autor, es un abogado que llegó a redactor en La Nación luego de pasar por la Revista "Cabildo". Publicó libros de Derecho y Política Internacional que obtuvieron, por tres años consecutivos, el primer premio que otorga la "InterAmerican Bar Association", una  fundación que nuclea a abogados y estudiantes de derecho que triangula con la Fundación Atlas que, a su vez, sostiene todo el andamiaje de la extrema derecha sudamericana a través de filiales locales.

También escribió libros como "Montoneros: soldados de Massera", "Propaganda Due" y la novela futurista "Rebelión en la Ópera", donde cuenta el devenir de un hombre en medio de una Argentina cooptada por un gobierno de izquierda que atenta contra todas las libertades individuales en la que los nacimientos están prohibidos, el Obelisco fue derribado por machista y la ópera prohibida por elitista.

Manfroni fue, además, “Coordinador de Normativa y Transparencia” dependiente de la entonces Dirección de Ejecución de pruebas de integridad de la "exdireccion nacional de control de integridad de las fuerzas de seguridad de la unidad Ministro del Ministerio de Seguridad", tal como reza el Boletín Oficial, desde 2017 a 2019, durante la gestión de Bullrich. 

A partir del cambio de gobierno, siguió prestando servicios para la ex ministra en el Instituto de Estudios Estratégicos (IEES) como parte de su equipo de especialistas, tal como se puede ver en la página del Instituto  que estuvo en la mira durante el último año por ser donde, entre otras cosas, se vació el contenido del celular de Gerardo Milman y sus dos asesoras. Manfroni, quien escribió acerca de las bombas que puso Cali, no tuvo reparos en luego trabajar para ella.

"La Nación dividida"

En "La Nación dividida", Villarruel vuelve a la carga acerca de la supuesta -por ella- cantidad de víctimas del terrorismo y se pregunta: “¿Qué ha ocurrido con los miles de ciudadanos que padecieron a Montoneros y al ERP y que están invisibilizados desde hace 4 décadas, bajo gobiernos de facto y democráticos?”.

Además redobla la apuesta de lo sugerido en "Los otros muertos" y responsabiliza al ex presidente Raúl Alfonsín de no haber creado una Conadep que investigara los crímenes del terrorismo, y adjudica a esta falencia como un acto deliberado para ocultar los crímenes del ERP y Montoneros. Ignora, Villarruel, o decide ignorar, algo concreto: que Alfonsín no fue, como sostuvo en una conferencia en suelo español, "un abogado de terroristas", sino un abogado que recorría tribunales presentando hábeas corpus y que sus representados soy hoy, muchos de ellos, desaparecidos que por presunción de inocencia y por no haber tenido un juicio justo, no se los puede considerar como "terroristas"

Pero además, ignora o decide ignorar que Alfonsín, siendo presidente, firmó el decreto 157 que procesó a las cúpulas de Montoneros y el ERP y aunque resulte espinoso mentarlos para algunos sectores, puesto que bordea la teoría de los dos demonios, es indispensable hacerlo. No habla de ese decreto y tampoco menciona los indultos consecuentes para unos y otros.

"La Nación dividida" es una recopilación de textos que incluye uno de Villarruel. Los recopiladores son Guillermo Palombo, Santiago Mario Sinópoli y Alberto Jorge Crinigan.

Crinigan, y según reza en la sinopsis de Editorial Lilium, encargada de la edición del libro, "es Coronel de Infantería del Ejército Argentino. Es Oficial de Inteligencia y Oficial de Estado Mayor Magister en Dirección de Empresas por la Universidad Católica de Córdoba. Entre los años 1987 y 2003 se desempeñó como: Jefe del Destacamento Inteligencia 141 en Córdoba". Lo dice así, en presente.

La realidad es que en la actualidad está preso por delitos de lesa humanidad en dos causas por los crímenes ocurridos en el Regimiento de Infantería 7 de La Plata, cabeza del Area Militar 113, desde donde se comandó la represión ilegal en esa zona de la provincia de Buenos Aires. Una de las audiencias de la "Causa Crinigan" que considera 289 víctimas de secuestro, tortura, asesinato y desaparición y que lleva adelante el TOCF La Plata, de agosto de 2023, puede verse aquí: 

TOCF La Plata N°1 -Lesa Humanidad- Causa Crinigan (CCD 1 y 60)

Algunas de las víctimas del centro clandestino "1 y 60" de La Plata donde operó Crinigan,  eran trabajadores y delegados del cordón fabril platense, empleados del Astillero Río Santiago, Propulsora Siderúrgica, Sociedad Industrial de Aparatos de Precisión (SIAP), el Frigorífico Swift, R.A.B, o YPF. También pasaron por ese lugar mucho militante políticos y estudiantes.

Sinópoli es un ex coronel del ejército y abogado que ya retirado del ejército, se dedica a dar charlas, cursos acerca de la psicología del combatiente, y a escribir libros en solitud o en sociedad, siempre en defensa de la dictadura, sus actores y sus métodos, incluso en la Guerra de Malvinas. Palombo es un historiador amateur de la historia militar, con profusas publicaciones.

El trío Palombo, Sinópoli y Crinigan, siempre editados por Lilium, escribieron en 2020 el ensayo "La Batalla por el Relato (1959-1989)" en cuya sinopsis se lee: "Las "luchas por la memoria” todavía vigentes se desarrollan entre quienes al tratar de la “historia reciente” privilegian una reescritura del pasado que tiene como eje central la figura arquetípica del "héroe revolucionario”, representativo de colectivos que nunca han logrado alcanzar consenso social sobre la legitimidad de las motivaciones que los impulsaron a tomar las armas, y quienes en forma más o menos matizada exponen los argumentos elaborados para justificar el uso de las Fuerzas Armadas en tareas represivas". En el libro básicamente vuelven a insistir con la acusación de que hay un "relato mentiroso" de la "verdadera historia", donde las víctimas son victimarios y a la inversa.

Palombo y Sinópoli escribieron dos libros más  en equipo: "Lesa Humanidad, técnica de una injusticia" y "Guerra de Malvinas" también editados por Lilium.

En "Lesa Humanidad, técnica de una injusticia" sostienen, por ejemplo, que : "hubo una progresiva evolución hacia la justicia-venganza (...) la priorización de la obligación de perseguir penalmente los crímenes de lesa humanidad por sobre las garantías, y aun los peligrosos riesgos de tomar a los procesos de Núremberg, como primer gran precedente cuando son el modelo de lo que debiera evitarse" .

En el libro donde analizan el devenir jurídico de las torturas a conscriptos en suelo malvinero y durante el conflicto, dicen que "algunos abusos de autoridad cometidos contra soldados conscriptos durante la guerra de Malvinas (1982), a los que determinada postura político- jurídica, pretende encuadrar como torturas caracterizables como delitos de lesa humanidad, o bien como crímenes de guerra, no son tales. Este libro necesario y esclarecedor destruye mitos forjados por interpretaciones ideológicas unilaterales respecto de uno de los episodios más dramáticos de la historia argentina".

Los libros de Villarruel como los de sus coequipers tienen poca venta en librerías clásicas, pero profusa distribución: pueden encontrarse en las bibliotecas públicas, universitarias, como así también forman parte de bibliotecas de universidades de otras partes del mundo y de fundaciones de extrema derecha, que los citan en documentos o papers.