El fiscal federal Franco Picardi solicitó a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, información certera que respalde la denuncia oficialista respecto a la participación de barras en la manifestación de los jubilados el pasado miércoles.

Picardi abrió una investigación en base a la denuncia que presentó el Director Nacional de Normativa y Enlace Judicial del Ministerio de Seguridad Nacional Fernando Soto por mandato de la ministra de Seguridad nacional, luego de que el juez federal Sebastián Casanello le delegó la causa. Soto, en redes sociales, ya había instalado que a la manifestación habían concurrido barrabravas de diversos clubes, en una larga caravana de colectivos. La realidad fue que la foto que publicó -sin inocencia alguna- correspondía al traslado de hinchadas para un partido de fútbol de 2022.

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X de Fernando Soto

Con ese antecedente falaz, a Soto se le requirió  que aporte diferentes elementos de prueba, como los "registros completos" de las llamadas recibidas a la Línea 134, perteneciente al Ministerio de Seguridad Nacional. Según Soto, allí  "se habrían receptado denuncias de personas que, en base a medios televisivos, comunicaron que habrían reconocido a integrantes de "barras bravas de diversos clubes" ejerciendo violencia y/o asistiendo con armas (sin precisiones en torno al tipo) a la manifestación mencionada".

Patricia Bullrich fue en la misma sintonía: denunció en redes sociales la supuesta presencia de barrabravas en la manifestación y difundió la foto y el nombre de un hombre al que acusó de formar parte de estos grupos violentos. Sin embargo, la acusación no tenía sustento: el señalado, además de que no es barrabrava, tampoco estaba en el lugar.

Gastón Ruiz, el hombre expuesto públicamente por la ministra, habló en Argenzuela (C5N) y desmintió las acusaciones: "Yo soy hincha de Chicago, no barrabrava. Soy un hincha más que va a la cancha, cuelga su bandera y nada más. Desde los 14 años voy a la cancha. El jueves estaba trabajando como todos los días y me empiezan a llegar mensajes de que me habían escrachado. Si ven bien las fotos, no soy ese", explicó.

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El presidente de Chacarita, uno de los clubes señalados como organizadores de la marcha, dijo: "El club nunca incentivó ninguna marcha, nunca se le pagó a la barra. Ya estoy cansado de estas operaciones políticas que desvían el eje de una convocatoria que viene de hace muchos años, de los jubilados reclamando por sus derechos. Uno ve las fotos y no ve a la barra. Son hinchas que fueron a acompañar. Acá la cuestión es que la gente se cansó de que le peguen".

De Chacarita también es otro de los señalados por Bullrich, Leandro Capriotti. La ministra lo señaló como el responsable de disturbios y violencia y el hombre, quien se identificó como abogado y padre de familia, negó rotundamente su participación en la manifestación y explicó que, al igual que Gastón Ruiz, esa tarde estaba en su trabajo. Bullrich lo señala como cercano al dirigente sindical Luis Barrionuevo. Además, y según las acusaciones, parte de los manifestantes se habrían movilizado desde los municipios bonaerenses de La Matanza y Lomas de Zamora, bajo una presunta financiación por parte de actores políticos vinculados a estas jurisdicciones, en sintonía a lo que pretendió demostrar Soto con el video de 2022, como si fuera reciente. 

La ministra y su propia tarjeta roja

La vinculación que aparentemente pretenden forzar desde el Ministerio, es la histórica de clubes de fútbol, barrabravas, hinchadas y política, en este caso vinculados al kircherismo.  El pedido de la Ministra, además, fue que a todos los hinchas identificados que participaron en la marcha, se les retire el carnet de socios del Club al que pertenezcan, como si ser fan de un equipo automáticamente los convierta en parias incluso en su misma escuadra. 

A la ley "antimafias" sancionada cuarenta y ocho horas antes de la manifestación, en la que se considera que dos o tres personas reunidas y manifestándose pueden constituir una asociación delictiva; Patricia Bullrich anunció en su canal de televisión favorito que tiene "a punto de salir" una ley contra las barrabravas:  "En general las marchas éstas son de 40 o 50 jubilados. Después comenzó la izquierda y el Polo Obrero a sumarse y ahora se sumaron todos los barras, una mezcla de narcopolítica, que es lo que son las barrabravas, algunas bancados por los intendentes, por dirigentes sindicales". 

Imágenes de un auto destruido de la Policía de la Ciudad
Imágenes de un auto destruido de la Policía de la Ciudad

Y agregó, exultante: "Debemos ir directamente a la prohibición total y absoluta de la figura de las barras, la vamos a mandar al Congreso para declarar asociación ilícita a las barrabravas" y como si fuera poco detalló que la misma incluirá  una figura penal para "el dirigente que también es parte de esa asociación".

Y ya sin poder parar, siguió: "Están queriendo voltear al Gobierno a como dé lugar. ¿Quién le paga a estas barrabravas para venir a generar este nivel de violencia que generaron? Ahora vamos a impulsar leyes más duras, con penas que les den años y años porque no podemos seguir viviendo con este nivel de violencia (...) No vamos a dejar que vuelva esta violencia a la Argentina". 

Y terminó, sin poder demostrar nada de lo que aseguraba: "Vamos a seguir impidiendo estas alianzas de barrabravas que se montaron sobre una causa (de los jubilados) porque esto fue una marcha de barrabravas. Tenían facas, tumberas... Quisiera saber cuántos tienen antecedentes, cuántos ya estuvieron presos (..) Hacer política con la delincuencia es lo peor que le puede pasar al país".

La realidad es que entre los más de cien detenidos tras la manifestación, no hay ningún barrabrava, ni tampoco identificado entre los asistentes o generadores de desmanes, sobre todo teniendo en cuenta que las fuerzas de seguridad ya tienen registro de todos los integrantes de esas fuerzas de choque futbolísticas y no sería complicado encontrarlos entre los "incendiarios". ¿Será que los que generaron disturbios son de otro tipo de barra?

La barra de los azules 

Varios tipos encapuchados corrieron algunos contenedores desde el cordón al centro de la Avenida Rivadavia y los dejaron ahí. Muy tranquilamente, sin que nadie lo intercepte, un hombre de aspecto muy prolijo, pelo al rape en los costados, anteojos y el resto de la cara tapada por un cuello dio unas vueltas alrededor de uno de los contenedores, sacó de su mochila una botellita con un líquido, lo tiró sobre el conteiner, agarró un encendedor, le prendió fuego y se fue a paso lentísimo y tranquilo por donde había venido: una combi blanca que estaba estacionada justo al lado de un cúmulo de policías en formación. 

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Quedó filmado, la mujer que lo hacía le advirtió que quedaría escrachado, pero el hombre solo atinó a levantar un hombro en señal de desdén, y debajo de su rostro tapado se pudo entrever una sonrisa. Ni un solo policía, tan ocupados, apareció en el horizonte mientras ejecutó su obra. 

Lo mismo sucedió unos metros más allá, con un coche que destrozaron a palazos y piedras. El auto estaba estacionado y justo luego de la rotura, llegó su dueña. El lugar estaba rodeado de periodistas de canales afines al gobierno cuando la mujer, muy tranquila, encontró que su auto estaba todo roto. Ni un policía ni antes, ni durante, ni después, de tan ocupados en otras cosas. La propietaria del vehículo, de unos 35 años, lucía calma a pesar de la situación y ni atinó a agarrarse la cabeza que, por cierto, lucía un peinado tirante con raya al medio y una cola alta, coincidentemente tan distintivo del personal femenino de algunas fuerzas.

Barras, política y negocios: mano de obra al "servicio" de la represión y los "infiltrados" que nadie identifica

Motos y bicicletas corrieron el mismo destino, se ve que los vándalos tienen una cuestión con el parque automotor. Tan es así que también la emprendieron contra un patrullero, en una imagen que se divulgó hasta el hartazgo estos días: un patrullero estacionado contra el cordón de la avenida, sin personal, con las puertas abiertas, casi en un llamamiento al vandalismo y sin que se sepa aún quienes eran los (i)rresponsables del móvil 088 al que ni cerraron. Unos veinte encapuchados llegaron presurosos, lo dieron vuelta, lo arrastraron hasta el centro del asfalto y, nuevamente, alguien con un bidón de nafta -porque ¿Quién no va a una manifestación con combustible de a litros?-. El tipo parecía no tener problemas con ser visible, llevaba una estrepitosa remera amarillo flúo que hubiera permitido ser detenido a los dos segundos del estallido. Pero no, porque a pesar de que la secuencia duró varios minutos, no pasó por allí ni un policía, de tan distraídos.

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Historia repetida como un cantito de tribuna 

Las imágenes, transmitidas en vivo y directo por televisión, remontaron a los espectadores a la jornada del 12 de junio de 2024, cuando en el Congreso se debatía la "Ley Bases" y afuera un grupo de encapuchados, sin intimidarse porque a cincuenta metros había un cordón de policías, sacaron de los pelos al periodista Orlando Morales de dentro del móvil de la emisora Cadena 3 de Córdoba y -nuevamente- con un bidón de combustible siempre a mano, rociaron y quemaron el auto delante de una miríada de cámaras de televisión. 

Morales dijo: El móvil de cadena 3 ha sido incendiado a pesar del fuerte control policial. No pudieron evitar que bandas los prendan fuego, o vaya a saber quién″. Nunca se supo quiénes, aunque quedaron filmados con el rostro descubierto, sino que luego del acto vandálico se subieron a un coche y partieron sin que nadie los detenga, a pesar de que en los videos se ve a personal de la PFA pasando al lado de la ventanilla del conductor.  Era un Chevrolet con la patente NBO056 invertida, que al día siguiente fue visto en Isidro Casanova.

Resumen Latinoamericano on Instagram: "Argentina. Hombres no identificados a bordo de un auto con la patente al revés, vandalizaron el vehículo incendiado de Cadena 3, mientras efectivos de la policía echaban del lugar a quien estaba registrando los hechos. La operación para criminalizar la protesta no puede ser más evidente. fuente: La Izquierda Diario"

La cuestión de los infiltrados que arman caos y justifican la represión a mansalva no es nueva. Con Patricia Bullrich como Ministra de Seguridad del gobierno de Mauricio Macri ya hubo un antecedente el 17 de diciembre de 2017, con la feroz represión frente al Congreso cuando se debatía la ley de reforma previsional y que la funcionaria justificó diciendo que hubo "catorce toneladas de piedras" a disposición de los insurgentes, piedras que habían dejado casualmente dos volquetes en las cercanías. 

El mismo método que pretendieron implementar el sábado 28 de agosto de 2022, cuando policías de la metropolitana depositaron a la vista de todos dos volquetes llenos de piedras en las inmediaciones de la esquina de Juncal y Uruguay, por entonces llena de manifestantes congregados en apoyo a la entonces vicepresidenta de la Nación, cuando el gobierno porteño decidió reprimirlos violentamente. 

Tampoco es nuevo que los infiltrados o los quilomberos sean señalados como "barrabravas", solo hay que remontarse a 1988. El 9 de septiembre de ese año Saúl Ubaldini, como referente de la CGT, había llamado a un paro y movilización que terminó en una violentísima represión, detenciones arbitrarias como la de la dirigente Graciela Daleo, y el acuse de servicios de inteligencia que se hacían pasar por trabajadores para generar desmanes. La jornada pasó a la historia por lo sucedido con las vidrieras de la sastrería Modart, de la esquina de Avenida de Mayo y Perú. 

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Un par de tipos, alejados del estilo de los laburantes que iban en las columnas de los sindicatos o de manera silvestre, estaban parados frente a una de las vidrieras de la casa de ropa masculina más famosa de la época. Fumaban un pucho, distendidos. Hasta que de la nada uno sacó un garrote de dentro de su campera, y reventó uno de los vidrios. Tranquilo, eligió un ambo y hasta una guitarra que estaba a modo de decoración. Lo siguieron dos o tres con el mismo corte de pelo y profusos bigotes. Luego, todos los que pasaban y andaban precisando un pantalón. 

Enrique “Coti” Nosiglia, por entonces el ministro del Interior del gobierno de Raúl Alfonsín, declaró que eran "provocadores infiltrados, vándalos, barrabravas". Algunos medios y dirigentes políticos de la época repitieron la idea. Otros, sin embargo, hablaron de personal de civil de las fuerzas de seguridad que se infiltraron en la marcha simulando ser obreros o bien, trabajadores de prensa. 

La tan evidente puesta en escena de Modart, para justificar una represión que terminó con más de cien heridos, fue el principio del fin del gobierno de Raúl Alfonsín quien, pocos meses después, tuvo que hacer una entrega anticipada del gobierno.