Una gresca de aldea divide aguas en uno de los partidos más importantes del sur del Conurbano. Avellaneda está viendo crecer una disputa por un predio que enfrenta a una institución educativa nacional con el municipio, pero que de fondo está atravesado por una larga trama política que involucra a Cristina Kirchner y a Mauricio Macri. La génesis del conflicto es un quiebre entre dos militantes de extensa trayectoria en el peronismo: los "Jorges", Ferraresi y Calzoni, dos dirigentes en pie de guerra por otras cuestiones que se subieron al ring en el edificio de la Sede Riachuelo.

El 5 de diciembre de 2012, a partir de un acuerdo entre el municipio de Avellaneda y ACUMAR que cobró visibilidad en un anuncio presidencial del primer gobierno de Cristina, se inició la restauración del edificio "Beatriz Mendoza": un inmueble absolutamente deteriorado donde anteriormente había funcionado un hotel que iba a ser demolido. El predio, según palabras del intendente Jorge Ferraresi y contratos firmados en ese entonces, se utilizaría para la central de monitoreo del Riachuelo, el museo de Riachuelo y sería cedido a la facultad de Ciencias Ambientales de la Universidad de Avellaneda. Para el Departamento se preveía, como primera medida, la construcción de 17 aulas, un laboratorio ambiental, una biblioteca y un laboratorio de ambiente y física. La obra sería financiada por ACUMAR y ejecutada por el distrito.

A casi ocho años de los rimbombantes anuncios y tras variaciones en los vientos políticos, la Universidad Nacional de Avellaneda denuncia que el municipio se apropió del edificio ubicado entre la estación Avellaneda y el puente Vélez Sarsfield. Por su parte, el Consejo Superior declaró un “estado de alerta” ante el avance de la intendencia, que ya anunció allí la construcción de un polo judicial entre Avellaneda y Lanús. De hecho, en los últimos días, el ministro de Justicia bonaerense Julio Alak visitó las instalaciones.

Aunque desde el entorno de Ferraresi dicen desconocer que se hayan desarrollado allí actividades académicas, el rector de la UNDAV Jorge Calzoni dijo en las últimas horas que “en 2017 se inauguró una parte, se dieron clases y se realizaron actividades” y que se enteró por las redes sociales del intendente que el predio ya no pertenecería a la institución. Los hechos provocaron la reacción de la comunidad educativa, que emitió un manifiesto de “firme repudio a la apropiación de la Sede Riachuelo”. El comunicado, entre otras cuestiones, exhorta a una respuesta urgente por la entrega de la parte del edificio asignada a la facultad: “Hoy vemos con asombro y malestar que desde nuestra ciudad pretenden dejarnos sin un espacio vital para el funcionamiento y desarrollo de las carreras del Depto. de Ciencias Ambientales, cuyos alcances, que implican el uso de laboratorios y su vinculación con la preservación del ambiente, se contemplaron en los ejes constitutivos de nuestra universidad”.

Ampliar contenido

Si bien en un principio el municipio eligió el hermetismo y prefirió no contestar las cartas enviadas por Calzoni, lo que parecía ser una pequeña gresca distrital escaló y los archivos dificultaron la temprana resistencia. La intendencia sostiene una postura rígida: plantean que no hay ningún convenio firmado con la universidad, que el predio es municipal y que el municipio tiene ese lugar a disposición, no la universidad. “El municipio construyó, el municipio dispone. Pasaron diez años y hoy tenemos que resolver el polo judicial”, dicen desde el entorno de Ferraresi. El edificio emplazado a la vera del río sigue en obra y que desconocen que se hayan realizado actividades académicas allí.

Detrás del conflicto por el predio existen motivos meramente políticos, nacionales y locales. Por un lado, ambas partes contaron a Data Clave que durante el macrismo se dejaron de girar fondos y que por la desinversión se demoró la restauración. Las obras se pararon en 2017, el mismo año de la inauguración de un espacio en que “se puso mucha guita y se había avanzado bastante”, según coinciden las fuentes. Pero el quid de la cuestión parece estar en un enfrentamiento entre Ferraresi y Calzoni, dos compañeros de militancia en el PJ que están distanciados y parecen haber elegido la Sede Riachuelo para resolver algunas diferencias. “Estudiaron y militaron juntos, pero ahora la relación es nula”.

La ruptura pudo haber tenido que ver con que Calzoni haya levantado el perfil en el último tiempo a partir de su gestión al frente de la universidad y con ambiciones de algún cargo político: “El intendente manifestó la intención de ser parte de la disputa electoral de Avellaneda”, dicen. En los últimos días, desoyendo los reclamos de Calzoni, el jefe comunal se paseó con Alak por el lugar y no hará declaraciones públicas del tema del predio, que dejará de ser sede de la facultad en estas horas. Es el último período de Ferraresi en el poder, la política y el dinero siguen paralizando proyectos y los egos en esa arena no conocen de amistades.