Alertas desoídas y un Servicio Meteorológico en crisis: el trasfondo del temporal en Bahía Blanca
El recorte de personal en el SMN generó una reducción de especialistas que afecta la emisión de alertas y el mantenimiento de estaciones meteorológicas. Con más de 100 despidos, el organismo opera con limitaciones, lo que reaviva el debate tras el feroz temporal que azotó a la ciudad y dejó al menos 16 muertos.

Más de 200 milímetros de lluvia en menos de cuatro horas. Un temporal demoledor en Bahía Blanca que, hasta el momento, provocó al menos 16 muertes y más de 100 desaparecidos. En medio de la tragedia, se suma una discusión inevitable: UN Servicio Meteorológico Nacional (SMN) desmembrado por la gestión libertaria. Las alertas fueron emitidas desde el miércoles de la semana pasada, a pesar de que el Ejecutivo considera poco importante al organismo.
Hace hace casi un año, el gobierno ejecutó un ajuste drástico: con la excusa de reducir el gasto estatal, despidieron a más de 100 trabajadores, lo que impactó de lleno en el monitoreo de tormentas y en la difusión de advertencias climáticas.
A fines de marzo de 2024, 670 empleados del SMN esperaban la renovación de sus contratos, pero según denunció en su momento la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), la firma dependía de Alejandro de la Torre, director del organismo, quien aún no había sido designado oficialmente. Finalmente, se rescindió casi un cuarto de esos contratos.
“De estos 670 contratos, el ministro de Defensa, Luis Petri, pide que se den de baja el 20%. Cada baja será un despido, cada despido será el cierre de un puesto de trabajo que afectará el desarrollo de las funciones esenciales y mínimas necesarias para la operatividad de la institución”, denunciaron desde ATE en ese entonces.
El impacto fue inmediato. Se redujo el número de pronosticadores y observadores encargados de la emisión de alertas tempranas, pronósticos aeronáuticos, informes de cenizas volcánicas y monitoreo de tormentas severas. A esto se suma la falta de personal en las 125 estaciones meteorológicas del país, lo que pone en riesgo su funcionamiento.
Desde el Gobierno, intentaron minimizar el tema. En su momento, el Ministerio de Defensa aseguró que los despidos no afectaban “la seguridad de la población” y que se trataba de funciones no indispensables. Justificaron que el ajuste respondía a un decreto de Milei que imponía un recorte del 15% en todos los ministerios. Sin embargo, la cifra real de despidos fue superior a la informada por la cartera de Petri.
“Las bajas son de contratos de funciones no indispensables, que no afectan a la seguridad de la población, ni son necesarias para evitar catástrofes ambientales o accidentes aeronáuticos”, afirmaron desde Casa Rosada el año pasado. Pero los especialistas y los hechos demuestran lo contrario.
Teresa Ibarzabal, meteoróloga y capacitadora del SMN, fue tajante el año pasado cuando se conocieron los despidos: “No hubo un criterio de selección. Se trata de trabajadores activos e indispensables. No es que es una persona que no hacía nada”. Y advirtió: “Somos 1121 personas cubriendo todo el país y la casa central con áreas científicas técnicas. Hay que ver qué impacto tiene en la actividad aérea y en la sociedad”.
El recorte también afecta la capacitación de nuevos profesionales. “Un observador meteorológico no se forma solo con el curso. Necesita práctica. Para ir a la Antártida, por ejemplo, se requieren al menos dos años de experiencia y un entrenamiento específico”, explicó Cristian Fereggina, jefe de la estación meteorológica de La Plata.
El SMN no solo brinda pronósticos para el territorio nacional. Sus informes son también requerimientos obligatorios a nivel internacional, utilizados en aviación y en organismos climáticos globales. La falta de personal y el deterioro del sistema afectan la capacidad de respuesta ante eventos extremos, como el que vivió Bahía Blanca.
Mientras las lluvias castigaban a la ciudad y se acumulaban denuncias sobre alertas tardías, el trasfondo de la crisis meteorológica quedó expuesto: un Estado debilitado, un organismo clave desmantelado y una población desprotegida ante el cambio climático bajo la crueldad libertaria.