Una ilusión que distorsiona el análisis: ¿Hemos tenido realmente superávit comercial?
En 10 años el déficit de la balanza de servicios "se comió" el superávit de la balanza comercial de bienes.
1. Enfoque inicial:
La metodología de seguimiento del comercio exterior argentino divide el comercio exterior de bienes del de servicios. En un tiempo en el que los servicios se hayan entrelazados con los bienes en todo el planeta, este mecanismo debería ser revisado.
Hay estimaciones privadas internacionales -varias- que descubren que la mayoría de lo que se conoce como comercio de bienes en realidad contiene un componente de servicios mayor que de manufacturas físicas. Y que -por ello- las metodologías tradiciones están desgastadas.
Ahora bien: acudiendo a la medición tradicional de bienes y servicios por separado, la Argentina tiene una mayor participación mundial en el comercio de bienes que en el de servicios. Esto es, siendo una economía de débil inserción externa, es más débil aun en servicios que en bienes.
Aunque esto (mejor participación en bienes que en servicios) se debe solamente al alto componente histórico de exportaciones agroproductivas (que elevan la participación total argentina, porque también es baja la participación en manufacturas industriales -intermedios o finales- , minerales y energía).
Sumando todas las exportaciones de bienes, la Argentina logró en 2022 (gracias a una -excepcional- elevación de los precios internacionales de los commodities agropecuarios que exporta -que tuvieron una suba luego de la invasión rusa a Ucrania-) una participación total en el planeta levemente mayor que en los años anteriores: de 0,35% del total mundial.
Pero en el comercio de servicios en 2022 llegó (como lo hace usualmente) solo a 0,20%. En materia de servicios Argentina no ha logrado una competitividad relevante. Y ello no es menor: el comercio internacional de servicios está siendo más dinámico que el de bienes en el planeta (creció 50% más en 2022) y es el que está acompañando la revolución tecnológica planetaria.
2. La Argentina y el comercio de servicios.
Los resultados del comercio exterior de servicios de Argentina muestran un estancamiento relativo. En 2022 las exportaciones han sido aún menores que hace diez años (2013). Mas aun, si se mide más atrás (lo que por razones metodológicas no ocurre en este trabajo) también las exportaciones de servicios de 2022 son mas bajas que las de 2012 y 2011.
Aunque, a los efectos de este trabajo, lo significativo es el déficit de cada año (sistémico). Se muestran a continuación los resultados anuales en exportaciones e importaciones (que da origen a la balanza de servicios), según BCRA e INDEC, en lo transcurrido de siglo XXI.
Como se observa, hay déficit año a año. Y se acumula.
3. La neutralización de la balanza de bienes con la de servicios.
Así, como se ha señalado, desde hace muchos años (lustros) el comercio exterior de servicios argentinos es deficitario. Y, en particular (para el ejercicio de este trabajo), es relevante destacar que en los últimos 10 años transcurridos (2013/2022) el comercio exterior de servicios argentino tuvo siempre relevante déficit.
Aunque debe decirse que si se mide una serie más larga el resultado es deficitario de manera crónica: en los últimos 30 años el saldo siempre ha arrojado déficit (acumulado en ese período, casi 85.000 millones de dólares). Pero, regresando al objeto de este trabajo, es significativo destacar que el saldo sumado de los déficits en estos últimos diez años es de -56.980 millones de dólares (déficit acumulado de 56.980 millones de dólares).
Ahora bien (poniendo esto en contexto): la Argentina padece problemas cambiarios. Precisamente, a diferencia de otros países (en los que ingresan divisas por diversos medios -como la inversión extranjera directa, remesas, utilidades de compañías locales que son internacionales y con sucursales en el exterior, movimientos por operaciones financieras y simplemente ingresos de capitales-), nuestro país depende exageradamente de los “dólares comerciales”. Y, en particular, cada año se observa especialmente el “balance comercial”.
Y, sobre ello, lo relevante es que si se mide el saldo de la balanza de comercio de bienes en el mismo periodo el resultado arroja un superávit con una cifra de 59.427 millones (superávit acumulado). Esto es relevante advirtiendo que -casi permanentemente- el superávit comercial (balanza de bienes) es un objetivo de política.
Pero, como se ha observado más arriba, el déficit en la balanza de servicios está “comiéndose” desde hace algunos años prácticamente todo el superávit de la balanza comercial de bienes. Dicho de otro modo: en los últimos diez años la balanza comercial de servicios (deficitaria) está anulado el superávit de la balanza comercial de bienes.
A continuación, se mencionan los resultados de importaciones y exportaciones (que da origen al de la balanza comercial) de bienes en los últimos diez años:
4. El tiempo agrava la tendencia:
Este proceso, en realidad, esta agravándose con el transcurso de los años: si se miden todos los años transcurridos desde que se inició el siglo (2000/2022) el saldo comercial de la de bienes es mucho mas generoso que la quita que le impone el déficit de la de servicios:
• Saldo acumulado de la balanza de bienes 2000/2022: 198.377 millones de dólares
• Saldo acumulado de la balanza de servicios 2000/2022: -80.948 millones de dólares
Esto es: si se mide una serie más larga el superávit comercial en bienes es mas contundente y el déficit de servicios es menos relevante en relacion al saldo de bienes. Lo que sugiere que esta influencia recíproca está acrecentándose en los últimos años. Y que la oferta de dólares comerciales argentinos (si se mide completa la balanza -en bienes y servicios-) está complicándose últimamente.
Por ende, la neutralización del superávit en bienes por el déficit de servicios en algo propio de los últimos años (diez, en esta medición en particular). Y que se constata palmariamente en el resultado especifico el reciente 2022: mientras el superávit de la balanza de bienes en el último año fue de 6.982 millones de dólares, el déficit en la de servicios fue -6.841 millones de dólares.
Por supuesto que en términos relativos al comercio total el déficit de servicios es mas importante que el superávit de bienes ponderando el volumen tol de transacciones: el déficit de servicios equivale al 19% del total de transacciones (exportaciones e importaciones sumadas) mientras que el superávit de bienes equivale al 4% del total de transacciones (exportaciones e importaciones sumadas).
En tal condición, seguir evaluando al comercio exterior argentino como superavitario exige al menos un replanteo.
Una advertencia final: es más relevante la competitividad en servicios en tiempos de revolución tecnológica Los servicios se han transformado en el principal componente de la economía mundial.
Según el Banco Mundial componen 65% del producto bruto global, 60% del de Latinoamérica y más de 55% del de Argentina. Pero hay algo más: los servicios están “en todos lados” y hasta ocasionalmente ocultos. Y tienen una participación en las exportaciones mucho mayor que el que las estadísticas refieren.
Dice UNCTAD: el comercio de bienes creció un 10% desde el año pasado (2022) debido en parte a los precios más altos de la energía; mientras que los servicios aumentaron un 15%”. Pero un trabajo de hace algunos meses del McKinsey Global Institute reanaliza las estadísticas tradicionales y expresa que las exportaciones de servicios en el mundo ya explican más de la mitad del total pese a que las mediciones tradicionales sigan computando a las de bienes como 3 veces mayores medidas en dólares.
Y eso se explica porque las estadísticas no discriminan (actualizando el análisis con las cifras de hoy) los casi 6 billones de dólares que en el mundo se generan por servicios incluidos dentro de bienes físicos, el billón de dólares que se desagrega como valor intangible en los productos corpóreos y los más de 3 billones de dólares de prestaciones digitales que acompañan las transacciones de bienes (a los que hay que agregar los 7 billones de dólares de exportaciones mundiales de servicios medidos como servicios en las estadísticas convenciones).
Mas aun: existe una enorme cantidad de servicios que se intercambian anualmente a través de las fronteras por medio de información, datos, knowhow, saber aplicado y lo que Richard Baldwin llama el telecommuting (estos intercambios globales crecieron 40 veces más que el comercio trasfronterizo de bienes en lo transcurrido del siglo XXI) y que están haciendo de la nueva economía de los intangibles una actividad que tiene en el conocimiento su principal motor.
La globalización no tiene ya por factor crítico al intercambio de bienes físicos sino a intangibles como conocimiento, innovación, know-how, patentes y royalties, certificaciones y cumplimiento de estándares. Servicios. Lo que Sullivan y Edvinsson llaman “capital intelectual”.
El mundo asiste a un desafiante nuevo tiempo en el que se conjugan 5 cambios simultáneos: la revolución tecnológica, el liderazgo mundial de empresas disruptivas (muchas involucradas en el valor intangible), la generación de ecosistemas de alianzas internacionales en las que esas redes son creadoras sistémicas de valor, la mayor relevancia de estándares y requisitos de calidad para competir en cadenas de valor y -como efecto- una inestabilidad sistémica.
En este marco el comercio de servicios es más dinámico.
Y participar en él de modo efectivo es condición de éxito sostenible.