Un mantra regulatorio se extiende sobre las empresas chinas
Desde la llegada de Xi Jingping a la cabeza de China en 2012, el gigante asiático ha girado su política exterior hacia una más competitiva, y su política interior hacia una más autocrática, esto último avanzando de manera drástica en tiempos recientes. ¿Está el autoritarismo chino saliéndose de control?
3 de noviembre de 2020. Ant Group, una empresa que depende del gigante tecnológico Alibaba, recibe una llamada desde la bolsa de valores de Shanghái. El que se supone sería el mayor debut bursátil de todos los tiempos fue suspendido por un cambio significativo en las normas financieras; la saga regulatoria del Partido Comunista Chino había empezado.
El cambio de último minuto supuso enormes pérdidas para la compañía, pero eso no fue todo. Tras criticar al sistema financiero del país, Jack Ma -fundador de Alibaba- recibió una cantidad inusual de ataques en los medios estatales, y como si del Ministerio de la Verdad se tratase, el empresario se vio obligado a desaparecer por tres meses.
La voracidad regulatoria continuó, y en febrero de 2021 se estableció la llamada "economía de plataforma", una legislación antimonopolio destinada a controlar desde el comercio electrónico hasta la entrega de alimentos.
En tanto, más regulaciones dan muestra del control que el gobierno quiere recuperar sobre los ciudadanos. En la industria del gaming los chinos están restringidos a jugar solamente 3 horas a la semana, lo que ha supuesto una caída del 46% en las acciones de Tencent desde la implementación de tal medida. A su vez, el PCC alcanzó a la educación privada: instaló regulaciones de precios, impidió que empresas públicas financien programas en conjunto, y prohibió las materias duras y los contenidos importados. Con esto el papel de New Oriental Education, empresa que se dedica a brindar tutorías privadas con contenidos por fuera de lo que se da en los colegios estatales, se desplomó un 50%.
Desde la llegada de Xi Jingping a la cabeza de China en 2012, el gigante asiático ha girado su política exterior hacia una más competitiva, y su política interior hacia una más autocrática, esto último avanzando de manera drástica en tiempos recientes. ¿Está el autoritarismo chino saliéndose de control?
1 de julio de 2021. El partido comunista -el único del país- cumple 100 años de existencia, y es la organización política con más afiliados del planeta. Frente al mausoleo de Mao, y con un despliegue fenomenal de propaganda, Xi Jingping advierte: “Sólo el socialismo con características chinas puede desarrollar a China".
La intromisión que el partido comunista lleva sobre la vida de individuos es preocupante. Es así que distintos hechos, como la opresión contra la minoría uigur en Xinjiang, el avance sobre Hong Kong, las presiones a Taiwán o la persecución de disidentes han llevado a las potencias occidentales ha denunciar crímenes de lesa humanidad en el país.
Por otro lado, el Estado chino ha impedido cualquier tipo de investigación sobre el laboratorio de Wuhan, lo que ha sembrado dudas acerca del origen del COVID-19, que obligó a gran parte de la humanidad a confinarse en sus hogares durante el 2020.
14 de septiembre de 2021. El gigante inmobiliario Evergrande avisa que podría suspender sus pagos. Sus acciones se desploman en la bolsa de Hong Kong a su nivel más bajo en seis años, y algunos se atreven a decir que estamos frente a un nuevo Lehman Brothers chino, haciendo referencia al banco de inversión que quebró en 2008 desatando una crisis financiera de escala global. La empresa se hunde en un espiral de deuda de más de USD 300 mil millones. No obstante, ¿Es la caída de Evergrande consecuencia de la política económica china? ¿Socializará el gobierno las pérdidas con una devaluación del yuan? Es difícil saberlo, pero endurecer el control sobre el sector privado suele tener graves consecuencias.
En el mes anterior, Xi pidió “un ajuste de los ingresos excesivos”, y que “las empresas devuelvan más a la sociedad”, lo que forma parte del nuevo objetivo del gobierno: “La Prosperidad Común”. En este sentido, el gobierno ha dado señales a las empresas chinas como Alibaba, Tencent y Didi, entre otras, de que se deberán alinear con los intereses del Partido Comunista. Queda por ver cómo impactará la mantra regulatoria en el crecimiento económico de China, y, por ende, en el crecimiento económico mundial.