Secretos de la Casa Rosada: distancia entre Alberto y Cristina, el "efecto Solá" y las pocas señales al mercado
Cada vez es más explícita la falta de diálogo entre el Presidente y la Vicepresidenta. Quedó evidenciado en las últimas modificaciones del proyecto de Ley de movilidad jubilatoria. A esta situación se le suma la última "mentira diplomática" de Solá y en Cancillería aseguran que "le hicieron una cama". Mientras tanto, el discurso oficial habla de "salir de la crisis con inversión privada", pero las señales que reciben los empresarios son contrarias.
Como si no hubiera sido suficiente el escándalo provocado por los “barras bravas” que ingresaron a la Casa Rosada durante el funeral de Diego Armando Maradona la semana anterior, la que pasó se caracterizó por poner en evidencia de las diferencias, las rencillas y los errores que exhibe el Gobierno.
El dato político tal vez más relevante de los últimos días fue la decisión Cristina Fernández de Kirchner de rever -en tan solo unas horas- el proyecto que –tras meses de trabajo - el presidente Alberto Fernández había mandado al Senado proponiendo una nueva fórmula de ajuste para las jubilaciones, las pensiones y los planes sociales.
Cabe recordar que, después de suspender la fórmula heredada del gobierno de Cambiemos, al comienzo de su mandato, el primer mandatario creó una comisión especial - integrada por el Poder Ejecutivo, legisladores y especialistas previsionales- que se dedicaron a elaborar una nueva cláusula de actualización.
Esta comisión fue coordinada por el ministro de Trabajo y entre los participantes estuvo María Fernanda Raverta, directora de la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) y militante de La Cámpora.
El proyecto fue analizado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, como no podía ser de otra forma ya que estas erogaciones representan cerca del 60% del gasto corriente del Estado. Y más aún en momentos en que el titular del Palacio de Hacienda envía señales de austeridad fiscal, condición necesaria para lograr la refinanciación de la deuda que el país tiene con su principal acreedor extranjero, el Fondo Monetario Internacional.
Los senadores, que responden a la vicepresidente, introdujeron tres cambios al proyecto:
-Se dio marcha atrás con la propuesta del Ejecutivo referida a que el aumento (5%) de haberes jubilatorios de este mes fuera tomado a cuenta de la suba a otorgar en marzo venidero.
-Redujo a tres meses la frecuencia de los ajustes, cuando el proyecto enviado por Alberto Fernández contemplaba la actualización semestral.
-Modificó la fórmula ya que el indicador salarial a utilizarse en el cálculo será la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte), elaborado por la Secretaría de Seguridad Social, o el Índice Salarial del Indec, el que resulte mayor.
No obstante, los legisladores mantuvieron que los futuros aumentos que perciban los jubilados no superen en 3% a la variación interanual de los recursos totales que recibe la Anses (aportes, contribuciones e impuestos).
De esta forma, y si bien las modificaciones implican una mayor erogación que la prevista en el proyecto original, lo cierto es que los senadores contemplaron la necesidad de fijar un tope al gasto previsional, uno de los temas que más preocupa a los técnicos del FMI siempre obsesionados por las cuentas fiscales.
Que las modificaciones a este crucial proyecto hayan sido expuestas públicamente por los senadores confirma el distanciamiento entre el primer mandatario y su vicepresidente. No sólo entre ellos, también se observa que los vínculos están cortados en algunas de las segundas líneas.
Tiempo atrás
En los pasillos de la Casa Rosada se comenta que el enfriamiento entre Cristina y Alberto comenzó tiempo atrás, cuando se empezaron a implementar las restricciones a la circulación por el coronavirus.
Desde el entorno presidencial se insistió en priorizar la salud de los argentinos, pero allegados a Cristina señalan que la ex presidente alertó sobre la extensión de las medidas de aislamiento preocupada por el impacto económico y social. Algunos, incluso, aventuran que Alberto desoyó estos consejos entusiasmado por el aumento que registró su imagen al comienzo de la pandemia (capital político que fue perdiendo en los últimos meses).
Varios de los colaboradores más directos del primer mandatario están en la mira del núcleo más duro del kirchnerismo, entre ellos los ministros de Justicia, Marcela Losardo y de Producción, Matías Kulfas. Cuestionan que el primer mandatario esté rodeado de “porteños que no tienen mucha experiencia en la gestión y que tampoco sufrieron la persecución que tuvimos nosotros (los kirchneristas) durante la gestión de (Mauricio) Macri”.
Desde ya que el desborde que se vivió en la Casa de Gobierno en oportunidad del velorio de Maradona, provocó un profundo desagrado en la señora de Kirchner, según dejaron trascender en su entorno. No debería ser de otra manera a la luz de la estricta disciplina y el control que impuso Cristina durante sus dos mandatos.
También se dan peleas en segundos planos. Por caso, desde el kirchnerismo hay quienes cuestionan no sólo el otorgamiento de fondos a través los dirigentes de los movimientos sociales (en lugar de canalizarlos directamente a los beneficiarios), sino también la presencia de representantes de estos movimientos en el Gobierno, en referencia a Fernando (Chino) Navarro, secretario de Relaciones Parlamentarias, Institucionales y con la Sociedad Civil (Jefatura de Gabinete), y Emilio Pérsico, secretario de Economía Social (Ministerio de Desarrollo), ambos del Movimiento Evita.
Particularmente, en la provincia de Buenos Aires, se comenta que estas organizaciones compiten con La Campora, comandada por Máximo Kirchner.
Sainete
En un hecho insólito, el canciller Felipe Solá formuló declaraciones públicas señalando que Alberto Fernández le había planteado al electo presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, cuestionamientos al accionar del representante de ese país ante el FMI, Mark Rosen, una versión que fue rápidamente desmentida y considerada un “invento” por voceros oficiales.
La vinculación entre el ministro de Relaciones Exteriores y el presidente ya venía deteriorada, según se comenta en la Casa Rosada. “Hace más de un mes que no hablan” precisan en el círculo íntimo del primer mandatario. Abonando esta afirmación, recuerdan que Solá no estuvo presente en el encuentro que Fernández mantuvo con su par uruguayo, Luis Lacalle Pou.
Solá tampoco participó de la conversación entre Biden y Fernández. En la Cancillería se dice que hubo un “malentendido” ya que el ministro tenía la información que la reunión (virtual) se iba a realizar desde la Quinta de Olivos, cuando en realidad se efectuó desde el despacho presidencial en la Casa Rosada.
Solá llegó a este despacho después de terminado el diálogo y enojado aceptó salir por una radio donde efectuó las polémicas declaraciones.
El Canciller relató que el presidente argentino le había pedido a Biden "la colaboración y la buena voluntad del director representante de Estados Unidos en el FMI porque actualmente no estamos teniendo mucha suerte con el actual que deberá cambiar después del 20 de enero".
Voceros del gobierno salieron en off the record al cruce de estas declaraciones señalando que “el presidente nunca mantuvo ese dialogo con Biden”. Más aún, precisaron que se había acordado un diálogo protocolar entre ambos mandatarios, sin ingresar en cuestiones específicas como corresponde, ya que recién a fines de enero Biden asumirá la presidencia.
Menos sutiles, el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, ese mismo día por la tarde, difundieron una foto en la que se los ve sonrientes en un encuentro virtual con Mark Rosen, es decir la imagen contraria a lo que había señalado el canciller. Simultáneamente, el Palacio de Hacienda dejó trascender el malestar que provocaron estas declaraciones en la cartera económica.
En fuentes de la Casa Rosada también se comenta que después del episodio, Solá y Guzmán mantuvieron una acalorada discusión en la que el titular del Palacio de Hacienda le recriminó las declaraciones y el Canciller respondió acusándolo de “operar en su contra”.
Es más, se dice que a partir del “empoderamiento” que le dio el presidente, Guzmán pretende controlar otras áreas de Gobierno. Al respecto, se señala que el presidente del Banco Central, Miguel Pesce ya ha quedado subordinado a las directivas del ministro y que también avanzó sobre la AFIP. Un detalle: el Palacio de Hacienda tomó la difusión del sensible dato mensual de la recaudación tributaria, cuando tradicionalmente era comunicada por el organismo recaudador.
“Es un chico complicado”, comenta uno de los funcionarios cuyo marco de acción se ha visto recortado por quien fuera asistente del premio Nobel de economía, Joseph Stiglitz. “Vuela alto el ministro” señalaba un experimentado político que no le tiene mucha simpatía y recordaba que cuanto más alto se vuela, más fuerte puede ser la caída.
En este contexto, la modificación por parte del Senado del proyecto de ley de movilidad jubilatoria se interpreta como una “devolución de gentilezas” de la vicepresidenta. Es que, como se señaló en Data Clave, la relación de Guzmán con Cristina también se ha enfriado. Al principio de la gestión, Guzmán no dudaba en consultar con la señora de Kirchner cada paso que daba y ahora – comentan- solo le informa.
Papelón
Volviendo a Solá, resulta difícil de creer que un político experimentado (fue titular de la cartera de Agricultura de la Nación y gobernador de la provincia de Buenos Aires entre otros cargos), haya “inventado” un diálogo.
Hay dos hipótesis que se barajan en la Rosada. Una consiste en que le tendieron una “trampa” dándole mal el dato de dónde se iba a efectuar la llamada e información falsa sobre el contenido de la charla entre Biden y Fernández.
La segunda hipótesis: sus declaraciones fueron fruto del enojo que le provocó al canciller haber sido marginado de éste y otros encuentros, pero sobre la base de una información cierta, ya que el gobierno no vería con buenos ojos a Rosen.
Como sea, en medios diplomáticos no comprenden por qué el presidente retiene a un funcionario al que implícitamente acusan de mentir al señalar que “el diálogo no existió”.
En fuentes del Gobierno se especula con que la salida de Solá del gabinete es cuestión de tiempo y que si no se concretó ahora es porque el primer mandatario no quiere más escándalos políticos.
Malas señales
En tanto, el presidente Alberto Fernández sigue recibiendo señales del exterior que le piden una definición sobre el rumbo de su política. Lo hizo el canciller alemán, Ángela Merkel, cuando afirmó que “es verdaderamente importante recuperar la confianza con los acreedores internacionales y de los actores del mercado. Lo cual, naturalmente, requiere que la Argentina lance una clara señal política, que el acuerdo pueda llevarse a la práctica tal como se pretende”. Las declaraciones fueron hechas esta semana en el marco de la conferencia de la Unión Industrial Argentina. Más agresiva, la influyente publicación de The Economist planteó que Alberto Fernández es un presidente “sin plan”.
La semana que pasó el presidente destinó gran parte de su agenda pública en visitar empresas como Ford, Quilmes, Singenta, Volkswagen, Corven Motors, y en todas sus presentaciones se ocupó de resaltar la importancia de las inversiones y de las empresas para la generación de puestos de trabajo.
Mientras el Congreso aprobó dos iniciativas emanadas del mismo gobierno: el Impuesto a la Riqueza y la Ley de Suelos, ambas iniciativas que fueron duramente cuestionadas por el sector privado.
La incertidumbre afecta a los empresarios. Resulta alarmante una encuesta llevada a cabo por el IAE, la escuela de negocios de la Universidad Austral, en la que se revela que el 61% de los directivos considera que en el 2021 se estará peor con relación a 2020, un año desastroso.
Los datos más dolorosos de esta realidad los aportó la Universidad Católica Argentina (UCA): calculó que la pobreza llegó a 44,2% de la población. Peor aún, abarca a casi dos de cada tres de los menores de 17 años (64,1%). Son más de 7,5 millones de chicos y adolescentes que viven en hogares con carencias básicas.
Esta situación de pobreza estructural no se resolverá hasta tanto el país no reencuentre la senda del crecimiento sostenido, un camino que necesariamente pasará por un incremento en la inversión y las exportaciones.
Las señales que reciben los hombres de negocios del gobierno son más consistentes con esa mirada crítica que una gran mayoría del oficialismo comparte en el sentido de “la mala actitud de los empresarios" y que "son los responsables de las suba de precios, de los despidos y de la desigualdad", entre otros temas.
A esto se suma el elevado peso tributario, la inestabilidad macroeconómica, el cambio constante de reglas de juego, las dificultades en materia laboral, lo que constituye un “combo” poco atractivo para la llegada de inversiones.
No en vano, Argentina según CEPAL el stock de inversión extranjera acumulada en nuestro país permanece en los últimos 18 años en los mismos montos nominales cuando en toda Latinoamérica esos montos crecieron 385%.
Asimismo, si bien todos los gobiernos cuando llegan al poder con voz altisonante replican que “hay que exportar con valor agregado”, los exportadores precisamente no se puede decir que hayan sido un sector privilegiado.
Un dato que aporta el economista Marcelo Elizondo: “La previsión preliminar para el valor del comercio mundial de todo el año es de una contracción de entre un 7% y un 9% con respecto a 2019. En tanto, las exportaciones argentinas están cayendo ahora casi 12,6% y las importaciones 21%. Y no es previsible una mejora en la tendencia argentina”.
También aporta que en el país existen unas 9.000 empresas exportadoras, México cuenta con 35.000, Brasil 20.000 y en tanto en Chile y Perú superan las 8000. Pero de las 9.000 empresas exportadoras argentinas solo unas 400 exportan más de 10 millones de dólares al año y unas 60 apenas lo hacen en más de 100 millones.
Sin una política de mediano plazo en materia de política exterior será muy difícil revertir los datos anteriores, reconocía un importante especial internacional
Mientras tanto, el manejo de la política de comercio exterior hoy está en manos de un Canciller que el propio gobierno ningunea pero no reemplaza.