Recesión y deflación
Seguimos transitando un escenario económico recesivo con mejoras en indicadores financieros. Las reservas continuaron creciendo, pero a menor ritmo que una semana atrás. Así, no termina de despejarse la incertidumbre sobre la dinámica que tomará la liquidación de la cosecha gruesa ante un dólar que se aprecia de manera acelerada.
En este marco recesivo, la inflación de alimentos de abril marcó una clara desaceleración, incluso con deflación en algunos productos. El Relevamiento de Precios de LCG tuvo registros sensiblemente más bajos que los de marzo y, una vez computados los aumentos de precios regulados, vemos una probabilidad no despreciable de que la inflación de abril se ubique en un dígito.
Los datos que estamos siguiendo, deben leerse en clave de responder las siguientes preguntas:
- Si la actividad económica toca finalmente un piso. Todavía no se ve en los datos de marzo, aunque aparecen algunas señales mixtas, siempre desde valores iniciales muy deprimidos. Sin crédito, con escaso margen para que el gasto público se recomponga y asignándole bajas chances a que una repentina mejora de expectativas despierte a la inversión, todas las miradas estarán puestas en la posible recomposición del salario real, como primera chispa que pueda incentivar alguna recuperación.
- Si la inflación de reduce a un ritmo suficientemente alto como para que no se requiera un ajuste cambiario muy significativo en los dos o tres meses siguientes. Por el momento, el descenso de la inflación, muy valorado, no parece estar reduciéndose tan drásticamente como para evitar ese salto cambiario. Corridos cuatro meses, la política de atar el tipo de cambio a un crawl del 2% mensual conviviendo con inflación de dos dígitos erosionó la mitad de la ganancia de competitividad lograda con la devaluación. A su vez, si bien en mayo quedarán pendientes menos ajustes de precios relativos, habrá que ver qué sucede con la recomposición del salario real y su impacto en precios.
- si modificaciones en el salario real (surgidas del punto 1 o 2) afectarán más a la actividad económica o a los precios. En la medida que la recomposición del salario real se haga contra márgenes empresariales (aumentados en la previa), podrá esperarse una menor presión sobre inflación y alguna chance de recuperación de la actividad.
La posibilidad de liberar trabas sobre el acceso a dólares para importadores podrá ayudar a mantener a raya los precios, pero para esto será necesario poder engrosar las reservas con las divisas de la cosecha.
Por ahora el BCRA solo avanzó en reducir a 30 días el acceso al MULC por parte de las PyMEs (contra el cronograma de 120 días que regía para la mayoría desde diciembre). En paralelo, continúan las reducciones de las tasas de interés, tanto las de política monetaria como en las de las licitaciones de lecaps.
En realidad, una está asociada a la otra porque, como hemos comentado en informes anteriores, uno de los objetivos del BCRA con la baja de la tasa de pases (la cuarta desde que asumió la nueva gestión) es la de estimular la compra de títulos públicos y la reducción del costo de financiamiento del Tesoro. El otro objetivo es sostener la licuación de la riqueza financiera en pesos, la que representa una eventual amenaza al momento de la eliminar todas las restricciones que operan sobre el mercado de cambio.