Operación dólar “contado con liqui”
Una serie de actos que cuentan una obra con inconsistencias y que nada tiene que ver con la administración de pasivos. Las dificultades que sortea el Gobierno.
con el dato de inflación de diciembre, el gobierno profundiza la expectativa de desaceleración de la inflación; el contado con liqui (CCL) sube.
en la siguiente reunión del BCRA no sólo no baja tasas: sube 200pbs la tasa de pases para garantizar la esterilización del sobrante de pesos de diciembre; el CCL sigue subiendo.
El gobierno extiende el incentivo de tasas a los títulos del tesoro y da un premio en la licitación de esta semana para lograr mayor financiamiento neto de parte del sector privado (el sector público había canjeado todas sus tenencias dos semanas antes); el CCL sigue subiendo.
el BCRA interviene diariamente desde octubre comprando títulos en pesos para sostener cotizaciones y evitar una huida de activos en pesos; el CCL sigue subiendo.
el ministro anuncia una recompra de deuda en USD para “reducir vencimientos a partir de 2025”; el contado con liqui baja 20 pesos y el precio en USD de los títulos cae.
¿Cómo se llama la obra?: hay más de una respuesta posible, pero seguro ninguna es “Administración de pasivos”.
El ministro de Economía, Sergio Massa, desconcertó al mercado con el anuncio de recompra de deuda pública en dólares. El precio de mercado de la deuda argentina que en promedio había acumulado una suba de 59,2% desde los mínimos de octubre 2022, había trepado 18,5% en lo que iba del año hasta el momento del anuncio (4,7x veces el promedio de la deuda emergente) para caer 2,2% desde el momento en que se anunció la medida (la deuda emergente siguió subiendo).
Las razones de la reacción negativa están en la desconexión entre los objetivos declarados y los instrumentos utilizados, y podemos resumirlos alrededor de los siguientes 3 puntos:
• Precios: El desempeño espectacular que venían teniendo los títulos no demandaba de una ayuda extra. El objetivo de bajar la prima de riesgo se estaba cumpliendo sobre bases de mercado y se detuvo a partir del anuncio.
• Asignación de recursos escasos: Comprometer hoy USD 1.000 millones (equivalente a un sexto de reservas internacionales netas o a un mes y medio de importaciones) para despejar el perfil de vencimientos de 2025 en adelante mientras hay dudas relevantes respecto de la capacidad de renovar el equivalente a USD 38.000 millones de deuda en pesos que vencen en 2023 es un ordenamiento de prioridades polémico.
• Costos presentes, beneficios inciertos: Aún pensando con optimismo desmedido que es posible llevar el precio de los títulos a los máximos históricos que tuvieron al momento de emitirse, la prima de riesgo bajaría a 1.100 pb desde 1.835 pb. Eso implicaría hoy un costo de financiamiento de 14%, un valor que sigue siendo prohibitivo para acceder a financiamiento voluntario.
La conclusión preliminar de estas inconsistencias no es que el Gobierno no sabe lo que está haciendo, sino que está revelando su preferencia de hacer otra cosa de la que dice: está generando instrumentos para moderar la suba de los tipos de cambio paralelos (CCL) que en lo que va del año subieron 4% y amenazan con desbocar las expectativas de inflación que tanto había costado encuadrar.
Cuando se comprende la iniciativa desde ahí, todo se vuelve mucho más entendible. El diagnóstico oficial es correcto: la reciente desaceleración de la tasa de inflación mensual fue una gran noticia, especialmente cuando se la encuadra en el contexto adverso en el que se produjo. Pero es muy difícil de proyectarla en el tiempo. Si a eso le agregamos subas fuertes en el tipo de cambio como las que vimos en las últimas semanas, el momentum de la baja puede esfumarse antes incluso de que el desequilibrio monetario que hoy caracteriza a la economía termine de imponerse en la dinámica futura.
En los dos últimos reportes destacamos la magnitud e impactos de las presiones monetarias a las que hoy está sometida la economía argentina. Resolver esos desequilibrios demandará tiempo y muy posiblemente acarreará costos en términos de inflación y nivel de actividad que no se condicen con las necesidades que cualquier gobierno puede tener en un año electoral. Pero las cartas están jugadas de esa manera. Una alternativa es implementar medidas de corto plazo como las de la recompra de deuda que moderen o disimulen esas presiones. El riesgo de iatrogenia económica por las distorsiones que produce es altísimo en ese camino. La otra es sincerar el diagnóstico y ordenar expectativas alrededor de una salida que sea sostenible para todos. Ese es el desafío que tienen hoy gobierno y oposición.