Luego de que el candidato que insiste con avanzar en una reforma para terminar con el peso haya sido el candidato más votado en las PASO, el valor del mismo previsiblemente cayó. Al efecto de las elecciones se sumó la devaluación del dólar oficial dispuesta por Sergio Massa a pedido del FMI. El resultado efectivamente no parece ser muy esperanzador, la inflación se aceleró fuertemente y la brecha se mantuvo en el mismo nivel.

Es decir, no se corrigió en la dirección requerida ninguna variable, posiblemente el tipo de cambio real se encuentre en el mismo nivel de la semana pasada a fin de octubre, y para colmo la nueva aceleración inflacionaria hará caer la demanda agregada por la erosión del poder de compra de salarios y prestaciones sociales.

De aquí a fin de año uno no puede descartar más inestabilidad que la vivida esta semana. El tramo de aquí a octubre es largo y aún los tres candidatos están competitivos. Es decir, tampoco se puede apelar a la estrategia de que el partido entrante calme aguas en la transición de gobierno. Luego, en caso de balotaje quedarán dos fechas más de incertidumbre.

En el medio de ese calendario, la inflación posiblemente esté instalada en los dos dígitos mensuales y las reservas sigan en niveles negativos. El escenario no podría ser peor. En el caso de un triunfo de Javier Milei en las generales, vemos que se incrementan las dudas respecto a su programa.

Es que realmente no se entiende de dónde saldrán los dólares para la dolarización en un día cuando los títulos de Argentina cotizan a una paridad de 30, las reservas brutas son cada vez más bajas y el pasivo del BCRA se sigue incrementando. Inestabilidad en la economía con pobreza y crisis política suena a un cocktail que es difícil de digerir.

En el caso de que Massa o Patricia Bullrich sean los candidatos ganadores de las generales, tampoco cambia mucho el panorama. Difícilmente ese resultado conlleve una legitimidad de origen muy alta. Inestabilidad y crisis política también es probable en ese escenario. No obstante, insistimos que el trayecto a octubre aún hay que transitarlo y no está exento de nuevos deslices tampoco. La semana siguiente el FMI desembolsará en principio USD 7.500 millones que servirán apenas para pagar deuda ya contraída o a vencer en el cortísimo plazo.

Emprender para el Ministro y candidato oficialista un ajuste más profundo sobre el nivel actual de inflación es un suicidio político, no hacerlo es arriesgarse a generar más incertidumbre como consecuencia de seguir deteriorando fundamentalEs de la macro. Lo más preocupante es que no vemos un output de la política que pueda ser bueno para la economía y, viceversa, la economía seguirá contribuyendo a la posibilidad de crisis política y social. Crisis que creemos que está atenuada por la expectativa que puede generar un nuevo gobierno, pero que tranquilamente puede desanclarse de ello si esa transición se hace demasiado larga para ser soportada.

En el mientras tanto, la prioridad número uno del gobierno es cada día convivir con administrar la espiralización del tipo de cambio y precios en la economía. Algo que sobre el final de esta semana parece haberse controlado. El próximo desafío es atender a una sociedad más pobre sin recursos desde el Estado.