Milei y la derecha populista en Davos
El viaje fue un gasto innecesario con un discurso para alentar a sus fans y que no sirve para implementar la libertad.
Si tuviera que elegir el menos malo de los discursos en la historia de Davos probablemente optaría por el de Javier Milei, no lo sé, no estoy seguro. En cualquier caso, no quedan dudas de que su presencia fue dañina para la libertad.
Un mejor discurso hubiera sido el de Damon Imani, de haber sido real, aun así no creo que sea lo ideal, me parece que la actitud más seria y coherente es la de Elon Musk -que difundió el discurso del presidente del Estado argentino- que se niega a participar de este foro, fundado con toda la intención de reunir a los políticos y burócratas más importantes para ponerlos “de acuerdo” con los empresarios más influyentes. En rigor, los presionan y les ofrecen grandes negocios a cambio de su sujeción a la burocracia estatal internacional.
Sucede que ambos, tanto Milei como Imani le han dado publicidad -y, por tanto, han potenciado- a un foro que no cambiará su discurso sencillamente porque no puede hacerlo, porque fue fundado para ser un rejunte de burócratas lo más poderoso posible, cuando este foro venía en franco desprestigio, en gran parte, gracias a la actitud del empresario más destacado del mundo.
No sirve la excusa de que el jefe del Estado argentino fue a convocar inversiones para el país. Quienes conocemos cómo funciona el mercado libre, sabemos muy bien que los empresarios no vienen porque se los reúna o se los llame, ni siquiera necesitan tratados de libre comercio, basta con crear unilateralmente las condiciones y, en la medida en que sean buenas las perspectivas, vienen solos “por el olor del dinero”.
Milei y su “capitalismo de amigos” es lo típico de la derecha populista, que obviamente quiere favorecer a los empresarios amigos del poder -aunque lo haga de manera solapada dándole un carisma “profesional”- y por ello defiende al oligopolio financiero criollo (“la patria financiera”) y otros muchos empresarios con irritantes privilegios a partir de las leyes estatales, como las de copyright, que atentan gravemente contra la libertad de crear, producir y comerciar.
En un desconocimiento crudo de lo que es el primer derecho humano, el de la libertad personal, llamó héroes a los empresarios cuando los verdaderos héroes son las personas comunes -lo que incluye a los empresarios sanos- que todos los días tienen que luchar, casi inhumanamente, para sostener a sus familias soportando los abusivos impuestos del Estado y los irritantes privilegios -a partir de “regulaciones” estatales- de algunos empresarios que encarecen notoriamente su vida.
Por cierto, Mieli pareciera hacerse eco de la frase atribuida a Balbin: “Lo que dice el político para llegar no le sirve para sostenerse”, o sea que los políticos tendrían “licencia para mentir” ya que, de “los impuestos son robo”, pasó a aumentarlos agravado porque, a su vez, sigue inflacionando al peso con una emisión astronómica ($ 6B según Eco GO, con un saldo neto de 600.000 M), fundamentalmente para pagar la deuda con esta “patria financiera” que hizo grandes negocios con un Estado inviable confiando que podía expoliar a sus ciudadanos hasta el infinito para devolverles lo prestado.
Dicen las reglas del mercado: el Estado debería reconocer su condición de quebrado y los acreedores hacerse cargo de haber financiado a un Estado ostensiblemente quebrado -y no pasar la deuda a los asfixiados ciudadanos- y que esto, de paso, sirva de escarmiento para que eviten financiarlo en el futuro.
Obviamente, el gasto en su viaje a Davos -que al “gobierno” le puede parecer poco pero no a la casi mitad de la población bajo la línea de pobreza- se paga con estos impuestos, con menos libertad personal. El presidente del Estado argentino dice que el balance neto es una baja de las cargas fiscales sobre los ciudadanos. No se ve, esperaremos el veredicto del mercado que, necesariamente crecerá de inmediato -a pesar de la mentira de la derecha sobre los “tiempos duros”- si el ciudadano es realmente más libre, con menos coacción estatal sobre sus ingresos y sus acciones.
Ergo, si el mercado (la sumatoria de todos los ciudadanos del país) no crece será índice indiscutible de que la “libertad no avanza”. Ahora, en un país donde, desde que asumió con casi 50% de la población pobre, como refiere el destacado economista Roberto Cachanosky, “los precios en las góndolas aumentan en un 54 por ciento” (el IPC oficial un 25%) esto provocará situaciones realmente alarmantes y, es esperable, un aumento del delito como consecuencia de la miseria y la desocupación.
Pero, cómo pretende solucionar el tema del delito Milei, con “la mano dura” –“el que las hace las paga”- es decir, más represión estatal, más arbitrariedad estatal, menos libertad. Dice la derecha que el Estado tiene la obligación de defender la vida y la propiedad de los ciudadanos, lo que demuestra un desconocimiento fundamental de cómo funciona la libertad: el hecho es que, tanto vida como propiedad, son naturales, ergo, es un contrasentido que el Estado pretenda defenderlas con el monopolio de la violencia, con violencia.
La presencia de Milei en Davos fue un gasto innecesario con un discurso para alentar a sus fans -y a los que están “agradecidos” con el presidente por su confianza para desempeñar un cargo- confundir a quienes no entendieron su mensaje pretendidamente académico y provocar la fuerte reacción de los opositores. Luego, se escucharon otros discursos que provocaron mayor entusiasmo -la sala con una notable mayor audiencia- lo que era esperable en un recinto hecho a la medida y para el estatismo.
Resumiendo, claramente el discurso de Milei no sirve para implementar la libertad, por el contrario, los del WEF en Davos lo usaron inteligentemente para prestigiarse ellos y dejar pasar un discurso derechista que nadie tomará efectivamente. Y para remate, y colmo de los colmos, Mieli mismo le dio en los hechos un espaldarazo al estatismo al alabar al FMI, el banco estatista por antonomasia, dedicado precisamente a financiar Estados inviables.
El mundo no se mueve con discursos que solo entusiasman a los fans, pocos entienden y muchos rechazan, no progresa por la academia sino por los hechos -que pueden incluir a la academia- a partir de actitudes y acciones de alto valor moral. Por ejemplo, la de Elon Musk al no participar de este foro que venía en franca decadencia, y debíamos dejar que siga desprestigiándose y caiga por su propio peso.