Hay que cambiar el rumbo
Es momento de repensar la argentina a partir de una mirada liberal y de progreso. La cuarentena obliga a tener creatividad y tener decisión política para el crecimiento económico. Las tres propuestas -con distintos matices- necesarias para la reactivación.
Sin duda alguna, en Argentina hace pocos años venimos viendo cómo las ideas liberales vienen ocupando cada vez más espacios en los debates televisivos y hasta llegando a reservarse un lugar en la mesa política. Es indiscutible que tras décadas de probar constantemente las mismas recetas y obtener siempre los mismos resultados, la sociedad empiece a ver con buenos ojos, nuevas ideas.
Bajo el contexto actual que atravesamos, donde cualquier dato que se mire está en rojo, es de vital importancia saber tomar decisiones y entender la importancia de un cambio de rumbo. Son incontables las empresas que cerraron desde que comenzó la cuarentena, ya llevamos más de 4.000.000 de empleos perdidos, niños y jóvenes que perdieron su año lectivo, devaluación de cercana al 100% de a momento de nuestra moneda, caída de la industria, etc.
El objetivo de esta nota es proponer dejar de lado las ideologías políticas y optar objetivamente por 5 políticas públicas y económicas que pueden alimentar de forma directa a la reactivación económica y social. Las propuestas son:
1) Eliminación de las retenciones para el campo: Según informó FADA días atrás, el estado se queda con $62 de cada $100 de renta agrícola, esto quiere decir que la presión impositiva sobre el campo es del 62%.
¿Por qué es importante este punto? Si nos remontamos al año 2017, período en que Macri eliminó las retenciones al campo, podemos ver que justamente, la eliminación de derechos y trabas de exportación al trigo y al maíz, más la baja del 5% de derechos de exportación a la soja, han aportado a la economía argentina US$ 1.995 millones, sólo considerando el año 2017.
Indudablemente, sí los costos que debe afrontar un productor agropecuario en términos fiscales son menores, puede volcar más capital económico en inversiones productivas, lo cual repercute de manera directa en la generación de mayor producción de bienes exportables. A mayor exportación, mayor ingreso de divisas, justamente lo que más necesita el país.
2) Baja impositiva para sectores golpeados por la pandemia: No hace falta ser economista para entender que una rebaja impositiva importante en nuestro país podría generar un aumento exponencial de nuevos emprendimientos y nuevos puestos de trabajo, ya que los costos fiscales que deberían afrontar los dueños de pymes y empresas más grandes, son menores. Sin embargo, le demos un sustento técnico:
La curva de Laffer representa la relación existente entre los ingresos fiscales y las tasas impositivas, mostrando cómo varía la recaudación fiscal al modificar las
tasas. Esta teoría plantea que subir la tasa impositiva no necesariamente aumenta la recaudación, porque la base tributaria cae. En el punto en el que la tasa impositiva es cero, los ingresos fiscales serán nulos, ya que no se aplica ningún impuesto. Mientras que, por el contrario, sí la tasa impositiva es del 100%, los ingresos fiscales también serán nulos, ya que nadie aceptaría producir un bien cuyos ingresos generados fueran destinados en su totalidad a pagar impuestos.
Por lo tanto, la curva de Laffer indica que si un gobierno sube más allá de cierto punto su actividad recaudatoria fiscal, puede ganar menos dinero que si baja los impuestos sobre los bienes y servicios. Si un gobierno sube demasiado sus impuestos, el precio resultante de sumarle esa subida a los costos y margen de beneficio de un bien o servicio, puede acabar por no hacer deseable el ofrecer ese bien o servicio a quien lo oferte ni adquirirlo a quien lo demande. Es decir, que el productor y/o el comprador considerarán que no le interesa -o, directamente, no podrá- ofrecer y/o comprar ese bien o servicio. Como resultado, las ventas de ese bien o servicio, caerán y, como consecuencia de esto último, los impuestos recaudados caerán también.
Las expectativas para 2021 en términos fiscales ciertamente no son buenos, ya lo anunció Mercedes Marco del Pont, que, para poder mantener la asistencia estatal, es necesario no solo no bajar los impuestos, sino también pensar en subirlos o crear incluso, nuevos impuestos.
3) Bajar el gasto público: En relación con la propuesta número 2, bajar el gasto público incide directamente en la capacidad de poder bajar la tasa impositiva. La pregunta real es ¿Cómo hacerlo sin generar un daño a las estructuras dependiente de este gasto? Hay muchas formas de hacerlo, lo que sí, ya vimos cómo bajo la presidencia de Macri, el gradualismo terminó generando más efectos negativos que una política de shock.
La corrección fiscal debe lograrse a partir de la disminución del gasto y una mayor eficiencia en el destino que se le da a los recursos. Para lograr esto, se puede comenzar aceptando que una vez finalice el DNU que congela las tarifas de electricidad y telecomunicaciones, estas tendrán que realizar una actualización de presos importantes. Seguramente, es de esperar que el estado quiera asistir con subsidios para que esto no impacte en el precio del consumidor, pero esto a largo plazo, genera mayores perjuicios.
También es importante entender que se debe dejar de rescatar constantemente a empresas públicas deficitarias. Un claro ejemplo es Aerolíneas Argentinas, la cual se estima que este año presentará un balance negativo superior a los U$S700 millones. Esta empresa hace años presenta perdidas, sin embargo, el gobierno argentino sigue firme en mantenerla vigente ¿La razón? La desconozco, ni siquiera es la aerolínea que presenta los pasajes más baratos en el mercado, por ende, no tiene una real razón la interferencia estatal en este sector.
Otro punto para reducir el gasto público, es justamente, comenzar una reducción del empleo público ineficiente e innecesario. Según un informe de la fundación Libertad y Progreso, el número de empleados públicos creció de 2,6 millones en 2003 a 4,6 millones en 2015 y 4,7 millones en 2017 y es responsable de gran parte del gasto. "Mientras que el Gobierno nacional redujo durante la gestión Macri la planta en 30.000 agentes, el conjunto de provincias y municipios la incrementó en 102.000.
Sin dudas es casi imposible poder soportar una tasa creciente del empleo público, siendo que el sector privado crea cada vez menos trabajos.
Indudablemente todas estas reformas tendrán un costo social y político a corto plazo, sin embargo, hay que entender dos cosas: 1 - En ningún momento se propone realizar un abandono social. 2 - Sí no realizamos estos cambios, Argentina puede profundizar aún más su crisis y caer en su mayor crisis estructural.
Argentina puede resolver sus problemas actuales y continuar su crecimiento para volver a ser lo que supo ser a inicios del siglo 20. Para eso, es necesario tener el valor político de aplicar las medidas necesarias, de lo contrario, seguiremos cayendo en un espiral de crisis y agonía.