El Estado ante la crisis no puede estar ausente
El crecimiento por rebote de una economía que creció cero con el último gobierno, puede venir recién en 2025. Son deseables medidas ejemplares para que no quede la sensación de que el ajuste recae sobre los de menores ingresos.
Comenzaron las medidas económicas con el paquete de Luis Caputo y otras medidas. Es lo que se esperaba dentro de los famosos 100 días con apoyo de la sociedad por el arranque de gestión. Cabe destacar que no es gradualismo fiscal como el de Mauricio Macri y Alfonso Prat Gay. Se quiere superávit primario y cerrar el déficit fiscal de 5 puntos del PIB, solo se hizo en el gobierno de Arturo Frondizi en 1959.
El ajuste de Ricardo López Murphy que motivó su salida del gabinete de Fernando de la Rúa fue de 0,7% del PIB y por ahora no hay medidas pro crecimiento e inversión, la apuesta es que el ajuste influye en los mercados y que mejoran así acciones, bonos, clima de inversión y riesgo país. El crecimiento al principio por rebote de una economía que creció cero con el último gobierno kirchnerista puede venir en 2025.
Por otra parte, el REM percibe una recesión de 2% para 2024 y parecería que va a ser mayor por la caída de los ingresos, fruto de una inflación muy alta por la devaluación, por la inercia, por el equilibrio de precios relativos (ej. Tarifas) y entre otros factores. Se nota un cambio de ambiente con la llegada de la ortodoxia mientras que el Fondo Monetario aprueba, se armará un nuevo programa que extienda los plazos de pago con metas que pareciera hay vocación de cumplir.
Sorprendió que el tema Leliqs no sea de prioridad como planteó el Presidente Javier Milei y la dolarización no está por ahora en la agenda, quizás el debate llegue más adelante cuando se estabilice parcialmente.
Respecto a las medidas, lo de la obra pública es polémico, suena extraño que Nación no comprometa fondos para financiar y puede generar desempleo. Los subsidios irán descendiendo gradualmente con un sentido social pero con intención de cerrar el desequilibrio que supone más de 2 puntos del PIB. La reducción de ministerios no es significativa para la racionalización del gasto público, habrá que ver qué pasa con las jubilaciones, que venían cayendo fuerte con Sergio Massa por la licuación por alta inflación.
Caputo señala que la intención es mantener el poder adquisitivo, ¿será así para el primer ítem de gasto público? No apareció aún en la agenda de corto plazo el frente de empresas públicas con ineficiencias de gestión, quizás será en otro paquete de medidas. No parece que haya un plan integral de estabilización y faltó tiempo para prepararlo. Hernán Lacunza, Luciano Laspina y Carlos Melconian avanzaron más en esto, y parece interesante el trabajo de Federico Sturzenegger de relevar el digesto de leyes para plantear decisiones en línea con la reforma del Estado.
La medida del dólar a 800 fue sorpresiva, se esperaba menos. Es un overshooting sabiendo que la inflación por transferencia va a comer al tipo de cambio real. Se quiere un ancla cambiaria con el crawling peg al 2% mensual sumada al ancla fiscal que es la apuesta fuerte del Ejecutivo. La brecha bajó fuerte y los paralelos subieron poco, es una buena señal y de continuar la confianza se puede ir convergiendo a la unificación cambiaria con la salida del cepo. Favorece a exportadores y con el impuesto país frena importación. Mientras se espera un superávit de 15.000 millones de dólares para el 2024, esto fortalecerá reservas y bajará las tensiones cambiarias.
Cortar las transferencias discrecionales a provincias es una medida fuerte. Las provincias no están mal en el frente fiscal, algunas sufrirán más con esta medida y parece que vuelve el impuesto a las ganancias, un impuesto clásico en la economía moderna que el populismo cuestionó con la medida de Massa. Esto favorece a las provincias. AUH y Tarjeta Alimentar compensan ingresos, el consumo va a caer y arrastrará al PIB. Hay esperanza con el blanqueo y en la moratoria para dinamizar al mercado financiero y la inversión. Se encaró un mecanismo para atender a la deuda con proveedores, un problema central de muchas empresas vinculado al dólar comercial tan retrasado fruto del cepo tan distorsivo.
En definitiva, son medidas para marcar la cancha y que el frente opositor ya está cuestionando. La gobernabilidad se ve afectada y el otro frente a sortear es el Parlamento, ¿podrá avanzar la ley ómnibus con notoria minoría de Milei en las cámaras?
Los 8 planes de estabilización fracasaron. Podría ser una excepción la convertibilidad pero muchos son críticos por su larga recesión final, endeudamiento y récord de recesión en su salida traumática. El fracaso recurrente alimenta la idea no compartida por la profesión de dolarizar, hay que seguir monitoreando el entorno. Son deseables medidas ejemplares para que no quede la sensación de que el ajuste recae sobre los de menores ingresos.
Se está armando el Banco Central, hay coordinación con Economía y es clave como decía Keynes, la persuasión y la comunicación. Con Raúl Alfonsín la tuvimos en los inicios del Austral y con Cavallo-Menem. Las empresas deben gestionar con altísima inflación en el verano. Dificultad para fijar precios, administrar el capital de trabajo, coordinar las coberturas financieras, sostener el clima laboral ante la incertidumbre. Es obvio que el esfuerzo hace sentido si el cambio es para ordenar la macro. Hacen falta reformas estructurales y consenso sobre el rumbo para que no vuelva otro ciclo populista depredador del bienestar por la pobreza generada.
El desafío requiere liderazgo y unidad en las compañías. El Estado ante la crisis no puede estar ausente y es la modalidad del capitalismo moderno que ha generado niveles sorprendentes de calidad de vida. El fracaso de la economía argentina desde los años 70 es una oportunidad para salir con más inteligencia hacia la meta de mayor productividad privada y pública.