El amor después del amor: un viaje imperdible al mundo de Fito Páez
Iván Hochman, el actor principal de la serie de Netflix, pasea al espectador por un mundo de emociones que atravesó el artista rosarino desde su infancia hasta la construcción de su trayectoria. Dictadura, desarraigo, amores, excesos y la lucha contra uno mismo. Una joya imperdible para todos los amantes del rock nacional.
Es una de sus obras cumbres y hoy se convierte en un retrato perfecto de su trayectoria. El amor después del amor nació como un disco sensacional del rock argentino y hoy es el título ideal de la serie que Netflix realizó en apenas siete meses para contar cómo se originó el fenómeno Fito Páez.
La serie, producida por Juan Pablo Kolodziej y Mariano Chihade de Mandarina Contenidos, cuenta con ocho episodios y en cada cortometraje tienen la habilidad de pasear al espectador por un sinfín de emociones, tanto adultos como jóvenes que todavía tienen -tenemos- impregnado el bichito del rock nacional y los vestigios de una época que marcó un antes y un después para la cultura argentina post dictadura militar.
El amor después del amor es una obra esencialmente política. Los productores no dudan en apelar a la rigurosidad, aún cuando puede dar pie a la controversia entre los espectadores. Para ser un hijo de la democracia, antes Fito fue uno de los tantos artistas que tuvo que convivir con la represión policial y el ataque a la cultura. Tocar y ensayar como nómades y caminar de frente a los autos para no tener sorpresas en la retaguardia.
Tampoco se deja de lado la cultura política. Eso quedó claro cuando hicieron que Iván Hochman, el actor que encarna la figura de Fito Páez, entrara al estudio con una remera de Juan Domingo Perón para grabar “Piano Bar”, una de las obras más espectaculares de la etapa solista de Charly García, interpretado en este caso por el artista y cantante Andy Chango.
El amor después del amor es, justamente, la demostración más pura del amor entre las personas. El amor con todo lo que eso implica. Circunstancias, desencuentros, momentos vibrantes y, por qué no, un dejo de locura, algo que abunda en la cultura rock. Y ese papel tanto Hochman como Micaela Riera -interpreta a Fabiana Cantilo en la serie- lo cumplen a la perfección.
“A veces todo sucede en el medio del caos, y ¡tra!, te cae una melodía”, cuenta Fito Páez cuando se entrevista con Hochman en lo que fue la previa del estreno. Y la serie, esencialmente, es eso: la irrupción del caos para dar lugar al talento. El retrato perfecto es cuando Páez ve por unos instantes como una bola de luz "brillante sobre el mic" es abrazada por los brazos de la extrovertida Cantilo.
Párrafo aparte para la relación García-Páez en sus inicios. Un Charly ya consagrado domesticando a un entusiasta rosarino que llegaba a Buenos Aires con sueños de música. En el medio se ve la lucha de egos, los celos de García por la sinergia que generaba Fito con su público y un abrazo final cuando ambos, en el medio del camino, ya lograban hablar el mismo idioma a nivel producción.
Probablemente lo más fuerte y emotivo de la serie que desarrolló Netflix pase por la relación de Páez con sus padres. Las preguntas recurrentes a Rodolfo -brillantemente interpretado por el comediante Martín Campilongo- por la ausencia de su madre y luego su desenlace trágico a raíz de la muerte cerebral que le ocurrió con Fito brillando por Buenos Aires y prácticamente incomunicado con su familia.
La serie es una invitación para despertar a todos los sentidos y también para liberar emociones. En cada momento hay una buena canción de Sui Generis o Serú Girán para cantar, alguna locura de Charly para echar una carcajada y un mar de lágrimas a la hora de ver la relación de Fito con sus padres y sus amores más profundos.
El amor después del amor es una pintura al óleo. Es uno de los mejores discos del rock nacional y ahora se transforma en una joya cinéfila para conocer en la intimidad a uno de los mejores artistas que tuvo el país. Solo queda disfrutar. Y un cierre a lo Fito Páez: “Dos días en la vida nunca vienen nada mal, de alguna forma de eso se trata vivir…”.