Javier Milei consideró esta semana que el cepo cambiario no tiene por qué afectar el crecimiento económico, y eso pudo afectar negativamente el humor de quienes consideran que el cepo es lo más nocivo para el país, pero también pudo haber tranquilizado a otros que consideran que, sin reservas, el cepo (al menos aquella restricción que inhibe a las empresas comprar CCL) es un dique de contención que da cierta certidumbre en las cotizaciones. 

Al mismo tiempo, Milei afirmó que el desarme del cepo va a ocurrir cuando la base monetaria termine de igualarse a la base monetaria amplia, y para él eso quiere decir que todo el sobrante de dinero se eliminó. Esto viene a confirmar que hay un recorrido largo para que la base monetaria, que hoy totaliza $ 22 Bn, llegue al límite impuesto ($ 47,7 Bn), lo cual hace que el diseño del “programa monetario” luzca inocuo. 

De cualquier manera, gran parte de lo vinculado con el cepo estaría escondiendo una discusión sobre el nivel del tipo de cambio oficial y la evolución futura de entrada de divisas como reservas. Y por eso todavía resulta incierto cuál va a ser el desenlace tanto del valor del dólar como de algunas de las restricciones cambiarias. 

Lo que sí puede decirse es que estos mensajes del presidente han aumentado la probabilidad de que el cepo permanezca más tiempo del esperado en los últimos meses. Pero todo dependerá de cómo evolucione la acumulación de reservas (liquidación de exportaciones + nivel de importaciones) y cuán por arriba del 2% cambiario se ubique la inflación de cada mes. Es evidente que el gobierno se ha propuesto como prioridad bajar esa inflación a valores por debajo del 1% mensual. 

Pero también es evidente que para eso parece haberse encerrado en una estrategia de difícil salida: no puede bajar la brecha lo suficiente para no tener que gastar las reservas, y no puede devaluar para que los precios sigan bajando. La alternativa de liberar el cepo y que sea el mercado “quien devalúe” parece haber perdido terreno esta semana. Con lo cual es muy posible que lo que veamos sea una brecha que no baje del 30% Todo dependerá también, en los meses subsiguientes, si se retoman las negociaciones con el FMI frente a la necesidad de fondos frescos, dado que las posibles líneas de financiamiento privadas que puedan aparecer serán a tasas de mercado, con lo que no podrán estar disponibles en montos elevados sin afectar las cuentas fiscales. 

El FMI fue muy enfático en el objetivo de acumulación de reservas, y usó varios eufemismos para alertar sobre el atraso cambiario. Frente a la necesidad de fondos para tener un panorama más tranquilo en el frente externo, es posible que el gobierno tenga que discutir bastante, y claudicar con la desinflación constante como primera prioridad. En relación con esto, esta semana se conoció la inflación de julio de 4%, la más baja desde el cambio de régimen, pero mostrando cierta dificultad para continuar hacia un régimen de inflación baja. De hecho, la inflación core se ubicó en 3,8%, luego de dos meses en 3,7%, mostrando un amesetamiento (incluso en un contexto cuasi-recesivo). Seguimos siendo de la idea de que la batalla contra la inflación lamentablemente suele ser más ardua de lo que se piensa. 

Todavía hay precios atrasados y, sobre todo, todavía resta ver cómo reaccionan los ímpetus de remarcación cuando la demanda sea más fuerte y cuando el 2% cambiario tenga que levantarse. El verdadero test de si vamos a un régimen de inflación baja lo veremos solamente en esas condiciones.