Cae su precio, pero crece su adopción: los países ya usan bitcoin como moneda de curso legal
¿A qué se debe este interés de algunos territorios por sumarse a la lista de países pioneros en la adopción de bitcoin? Lo que sucede es que los países más vulnerables son a quienes bitcoin más puede aportar.
El 7 de septiembre de 2021, El Salvador se coronó como el primer país en legalizar el uso de bitcoin como moneda de curso legal. Lo mismo ocurrió hace pocos días en República Centroafricana, donde los legisladores aprobaron por unanimidad el proyecto que instauraría el uso de bitcoin como moneda oficial del país.
Entonces, ¿a qué se debe este interés de algunos territorios por sumarse a la lista de países pioneros en la adopción de bitcoin? Lo que sucede es que los países más vulnerables son a quienes bitcoin más puede aportar. Eurozona y Estados Unidos tienen estructuras económicas más sólidas y el control monetario de monedas con mayor peso internacional. Así, para los gobiernos de las potencias, resulta muy cómoda la estafa del sistema monetario fiduciario ya que son ellos mismos quienes tienen acceso a la emisión o contracción de la oferta monetaria según sus propias voluntades o necesidades.
Sin embargo, la situación no es la misma para los países en vías de desarrollo, donde la inclusión financiera es escasa. Por ejemplo, en el caso de El Salvador, según los últimos datos del Global Index del Banco Mundial, solo un 36 % de los adultos posee una cuenta de ahorro y en zonas rurales, ese porcentaje baja al 27 %. Además, los países menos desarrollados son quienes más sufren la inflación de las monedas “duras” porque incide en la economía local sin que ellos tengan soberanía monetaria alguna o vinculación sobre las decisiones monetarias que toma la Fed o el BCE.
Bitcoin, por su parte, ofrece una solución a este problema monetario. Es un sistema totalmente descentralizado, transparente, anónimo, seguro, libre y deflacionario, lo que lo posiciona como solución a varios de los problemas que muchos países atraviesan con su moneda. Así, con bitcoin, un burócrata no puede en ningún caso decidir estafar a los tenedores de pasivos monetarios aumentando la base monetaria ni realizar transacciones falsas; todo es validado de forma descentralizada. Con bitcoin, se termina la maquinita.
En El Salvador, la implementación de la Ley Bitcoin se llevó a cabo a través de billeteras virtuales de la Lighting Network (una red de bitcoin que permite transacciones con comisiones virtualmente gratuitas). Todos los comercios aceptan bitcoin como medio de pago y hay más de 200 cajeros automáticos en las calles para comprar y vender bitcoin con dólares. Si bien la ley es algo controversial puesto que obliga a que el Estado atesore bitcoin y financie su implementación con el dinero de los contribuyentes, lo cierto es que indudablemente ha dado algunos buenos resultados: El PBI de El Salvador aumentó en un porcentaje de 2 cifras por primera vez en décadas, el turismo se incrementó 30 %, ingresaron al país varias inversiones multimillonarias, se registraron más de 4 millones de usuarios activos de billeteras de Lighting Network, disminuyó el costo de transacción de las remesas familiares y los ojos del mundo se posaron en un país hasta entonces no tan popular.
Por su parte, los legisladores de la República Centroafricana votaron por unanimidad para aprobar un proyecto de ley que legaliza las criptomonedas. El bitcoin se considerará de curso legal junto con el franco CFA regional centroafricano. De esta forma, República Centroafricana es el segundo país del mundo que convierte el bitcoin en moneda de curso legal. Sin embargo, no se sabe bien todavía cuáles serán los resultados de la aplicación de esta ley: en República Centroafricana, según WorldData Website, 9 de cada 10 personas no tienen acceso a internet y 7 de cada 10 viven en situación de pobreza o indigencia. Además, no cuenta con una infraestructura desarrollada, está inmersa en conflictos internacionales y sus instituciones sufren altos niveles de corrupción, por lo que la confianza en el gobierno es casi nula. Es por estos motivos que República Centroafricana tendrá un camino mucho más arduo a la hora de resolver sus problemas económicos que el que tuvo El Salvador, aunque establecerse como pionera en la aceptación de bitcoin parece ser un paso en la dirección indicada.
Por otro lado, en nuestro país, resulta imperiosa la necesidad de difundir el uso de bitcoin. Por sus beneficios en transparencia, previsibilidad y deflación, resulta necesario considerarla como herramienta financiera para escapar a la trampa de los papelitos emitidos por los bancos centrales. Desde la creación del peso actual, la moneda argentina ha perdido ya el 99,9% de su valor; bitcoin, por otro lado, tan solo en los últimos 8 años se ha apreciado contra el dólar en un 6500 %. La economía argentina sufre una de las inflaciones más altas del mundo que hoy ya ronda, según el dato de marzo, el 5,7 % mensual. Al dólar norteamericano no le está yendo mucho mejor, debido a la desproporcionada emisión de los últimos años que generó una depreciación de la moneda estadounidense y una inflación interanual de dos cifras. Es entonces inadmisible subyugar a la población para obligarla a usar una “moneda” como es el peso: bitcoin se ha demostrado superior en múltiples aspectos y es el foco monetario hacia el cual tienden las economías más prometedoras.
En conclusión, resulta evidente que existen fuertes incentivos para la adopción de bitcoin, en especial por parte de países con graves problemas monetarios e institucionales porque provee un marco de transparencia y estabilidad. Si bien este sistema sólo tiene una década de historia, todo parecería indicar que nos encontramos ante una revolución monetaria y económica, la cual pondrá muy incómodos a aquellos grupos gobernantes que quieran conservar el poder de manejar a su conveniencia las instituciones monetarias. Con la adopción masiva y acelerada de la criptomonedas en el mundo entero, bitcoin no es más el futuro, bitcoin ya es el presente y quien no lo entienda quedará indefectiblemente obsoleto en las nuevas e inminentes economías.