¿Por qué hablamos de las criptomonedas?
La semana pasada, el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, descartó la posibilidad de emitir un peso digital y arremetió contra las criptomonedas. Si bien el debate crypto está en boca de todos y, sobre todo, entre los más jóvenes, el oficialismo parece todavía no tener idea de cómo funcionan o qué función cumplen.
En primer lugar, vamos a definir qué es una criptomoneda: Una criptodivisa es una moneda digital o virtual protegida por criptografía, lo que hace casi imposible su falsificación o doble gasto. Muchas criptodivisas son redes descentralizadas basadas en la tecnología blockchain, una suerte de lista o libro de contabilidad descentralizado que se aplica a través de una red dispersa de ordenadores.
Una característica que suele definir a las criptodivisas es que, por lo general, no son emitidas por una autoridad central, lo que las haría teóricamente inmunes a la interferencia o manipulación de los gobiernos.
La más conocida de las criptomonedas es el bitcoin, pero existen otras altcoins. A grandes rasgos, hoy bitcoin tiene una capitalización de US$871.773 millones, Ethereum de US$405.507 millones y Cardano de US$80.736 millones. Se calcula que entre bitcoin y ethereum explican el 70% del mercado las criptomonedas.
Ante este contexto, nuestro país, según una encuesta de Statista Global Consumer Survey, el 21% de los encuestados aseguran poseer o utilizar criptodivisas en 2021; siendo el sexto país de 56 países con la tasa de utilización de criptodivisas más alta y primero de la región latinoamericana. Le siguen Colombia (15%), Chile (14%), Perú y Brasil con el 13%.
Además, Argentina es el tercer país de la región con más cajeros de bitcoin. En nuestro país hay un total de 13, de los cuales 10 se encuentran concentrados en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Aunque no sea el medio más usado para hacerse de BTC, el cajero permite cambiar dinero físico por criptomonedas y viceversa. En los primeros puestos del ranking, se encuentran Colombia (50) y Panamá (17).
Evidentemente, hay mucho interés en el país sobre las criptomonedas. La pregunta es ¿por qué? En un país inflacionario, con una caída de la demanda del peso y en el que castigan el ahorro con cepos; la gente escoge volcarse a aquello que creen que es más seguro que el peso.
Obviamente, es necesario entender que bitcoin es una inversión a largo plazo que puede salir bien o mal, pero que no es para los que tienen unos pesos que les sobran y los quieren colocar en algún lado. Si necesitás esa plata mañana o en algunos meses, no es una inversión recomendable dada su volatilidad. En días, el precio del bitcoin puede pasar de US$50.000 a US$30.000. Es lo que apuntaba el presidente del BCRA.
No obstante, si la gente, a pesar de la volatilidad, prefiere el bitcoin al peso argentino, debería ser una señal para el actual presidente de la entidad financiera que algo está haciendo mal en su labor.
Además, otro atractivo son las stablecoins. Las stablecoins o criptomonedas estables son criptoactivos que replican el valor de una moneda dura, como USDT o DAI que replican 1:1 al dólar estadounidense. Estas monedas constituyen una opción viable para quienes, necesitando el uso de las cryptos, quieran escapar la volatilidad. Es una forma de hacerse de los dólares cuando el Estado no te permite acceder al mercado cambiario.
Hoy, los argentinos están viendo la forma de protegerse de la inflación y recurren a las criptomonedas para hacerlo. Quizás, lo que molesta más a la política es que el uso cada vez más creciente de las criptomonedas evidencia la paupérrima gestión en materia monetaria.
Si la gente busca deshacerse de los pesos aun con activos tan volátiles es porque la autoridad en política monetaria no hace nada para revertir dicha situación. Para resolver el problema de la crisis de confianza de la economía es imprescindible una serie de reformas estructurales que les permita a los argentinos volver a apostar por los activos locales.