Santiago Levín: "Es difícil sentir satisfacciones en un mundo tan desbalanceado"
Es especialista en Psiquiatría y fue presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) entre 2019-2021. Hace poco publicó su segundo libro titulado "Volver a pensarnos", donde aborda los efectos políticos y sociales que dejó la pandemia del COVID-19. El especialista, que también tiene una columna semanal sobre salud mental, dialogó con Data Clave y contó de qué se trata su nuevo trabajo escrito. "Si la depresión está en aumento constante y en 25 años va a superar a todos los cuadros conocidos, algo estamos haciendo mal en nuestro modo de vivir", aseguró.
Santiago Levin es édico especialista en Psiquiatría recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y fue presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) entre 2019-2021. Además de su trabajo, también se dedica a la comunicación y tiene una columna semanal en Futurock en la que aborda los temas vinculados a la salud mental.
En el último tiempo, como consecuencia de su trabajo en los medios, publicó su segundo libro llamado "Volver a pensarnos", donde apunta a tratar la salud mental desde el enfoque político y los efectos sociales que dejaron la pandemia del COVID-19, una guerra bacteriológica que aceleró problemas que ya existían en el pasado y no hicieron más que profundizarse.
El especialista, en diálogo con Data Clave, plantea la salud mental como un hecho político y afirma que el buen vivir está atado a una sociedad equitativa y que no tenga problemas de ingresos, como actualmente ocurre en Argentina.
"Los cálculos de la ONU indican que para 2050 la depresión va a ser la principal causa de enfermedad en el mundo, superando las enfermedades cardiovasculares y las otras también. Si la depresión está en aumento constante y en 25 años va a superar a todos los cuadros conocidos, significa que, a pesar de los tratamientos médicos y de los fármacos antidepresivos, algo estamos haciendo mal en nuestro modo de vivir", manifestó.
Data Clave: ¿Qué te motivó a escribir tu libro?
Santiago Levín: Es mi segundo libro. El primero fue mi tesis de doctorado, puntualmente académico. Este está dedicado al gran público, que viene desde las columnas de salud mental que suelo desarrollar en Futurock. Empecé a escribir hace un año y busqué darle condimentos de pandemia, crisis, padecimiento colectivo, duelos, pérdidas, solidaridad y también comunicación como una estrategia humana y sanitaria básica. Lo escribí pensando en tocar temas de salud mental, pero también temas de la vida misma y de cómo pensarnos filosóficamente. La idea es tirar la baraja en relación a qué lugar queremos ocupar en el mundo y qué vínculos queremos tener. No es un libro de un médico que da consejos de vida o tips a la población, algo que detesto moral y estéticamente. No hay respuestas para tener una pareja sana o una maternidad o paternidad sana, sino más bien problematizar lo difícil que es vivir en este mundo.
DC: ¿Esa problematización se agravó con la pandemia del COVID-19? ¿Incluso después de haber salido de vuelta al mundo exterior?
SV: Yo creo que la pandemia agravó todos los problemas que ya existían. Veníamos mal, y no hablo solo del país, sino del mundo. Vivimos en un lugar demasiado inequitativo en el que cuesta trabajo hallarse a gusto, principalmente para los que tenemos una visión colectiva de la felicidad. Resulta muy difícil esto último, más allá de lo que uno pueda vivir en lo íntimo, ya sea con la familia o la pareja. Tener unas vacaciones, tener un instante lindo, una comida compartida… Es difícil sentir muchas satisfacciones en un mundo tan desbalanceado. En Argentina tenemos 50% de pobres en un país capaz de poder alimentar a una quinta parte de la humanidad. También veníamos mal porque la salud mental no deja de ser la hija boba de la salud. En un mundo mercantilizado, la salud es concebida como un gasto, y no como una inversión. Sumado a todo eso, apareció la pandemia a traernos pérdida, porque en definitiva la pandemia del COVID-19 se resumió en sufrir pérdidas. Pérdidas de vidas, de oportunidades, de seres queridos, del personal de salud, de trabajos… Hay millones nuevos de pobres generados por esto.
DC: ¿Y qué lugar ocupa la salud mental?
SV: El secretario general de Naciones Unidas (António Guterres) dio una conferencia en mayo de 2020, muy al inicio de la pandemia, avisando que se avecinaba un gran lío de salud mental y convocando a las naciones miembro a invertir en prevención en salud mental. Que el secretario general de la ONU, que sería la persona con la que vendría a hablar una nave extraterrestre, ya que es el ser humano con el cargo más alto del planeta, hable de salud mental, ya es una novedad. Lamentablemente nadie le dio pelota y hoy estamos viendo un aumento muy grande en las consultas por ansiedad y depresión, que ya estaban en aumento. Los cálculos de la ONU indican que para 2050 la depresión va a ser la principal causa de enfermedad en el mundo, superando las enfermedades cardiovasculares y las otras también. Si la depresión está en aumento constante y en 25 años va a superar a todos los cuadros conocidos, eso significa que, a pesar de los tratamientos médicos y de los fármacos antidepresivos, algo estamos haciendo mal en nuestro modo de vivir.
DC: ¿Qué tópicos se tratan cuando se habla de salud mental?
SV: Cuando yo digo salud mental incluyo trastornos psiquiátricos y también todo lo que tiene que ver con el bienestar o malestar derivado del mundo en el que uno vive. Salud mental es todo y psiquiatría es una parte chiquita. Es un eje con el que se puede pensar todos los aspectos de la vida humana. Salud mental es la alimentación, la sexualidad, cómo dormimos a la noche, el machismo que es necesario superar, el respeto, la solidaridad, la enfermedad orgánica… Salud mental también es el duelo que hacemos en conjunto por la pandemia que no se terminó de ir. Es también tratar de entender a través de la comunicación.
DC: ¿Estos temas se focalizan en los grupos etarios conocidos como “centennials” y “milennials”?
SV: No necesariamente. Yo creo que los pibes jóvenes, menores de 30 años, nos están enseñando muchas cosas. Para empezar nos enseñan que hay formas de escuchar radios sin acudir a AM o FM. También muestran modos de vincularnos con nuevos modos de respeto, de diversidad cultural, sexual, religiosa y hasta alimentaria. El libro está pensado para esa franja etaria, pero no es solamente para los chicos, porque el mismo también tiene mucha autobiografía. Yo hablo del vínculo con mi padre, de su muerte, mi forma de pensar en ese entonces. Trato de conectar los temas con la muerte, los vínculos, el conflicto como constituyente del aparato psíquico, el amor por la diferencia. Es un libro político también, con claras definiciones. Lo está leyendo bastante gente por suerte y está siendo muy solicitado.
DC: ¿Qué ves a grandes rasgos de Argentina en materia de salud mental?
SV: Lo que veo a grandes rasgos es que hay dos clases de gobiernos: los que acumulan riqueza y los que redistribuyen. Este gobierno es de la segunda clase, pero las imperfecciones superan lo tolerable. Yo estoy muy incómodo con este gobierno que yo voté y que tienden a redistribuir. Lo que pasa es que Argentina es muy rico, muy bendecido por la riqueza (dicho por un ateo) y pésimamente distribuido. Es inaceptable que exista 50% de personas que viven en la pobreza y que haya 50% de niños pobres en un país rico. Para que esa realidad se transforme cada uno debe aportar desde su lugar, ya sea desde su profesión, trabajo o estudio. La salud mental es una parte de ese anhelo, porque no hay salud sin salud mental, pero tampoco lo hay sin equidad social y con 5 millones de personas viviendo en villas miserias.
DC: ¿Pero no se ve también un problema en los centennials de clase media? Es decir, hay sectores mejor posicionados que otros que igualmente sufren tipos de trastornos de salud mental…
SL: Creo que es urgente que esos jóvenes se vuelvan a convencer de que la política es la única actividad humana más generosa y prometedora hacia el futuro. La realidad se cambia con política y participación. Yo a los jóvenes les diría que no se encierren en sus casas y sus felicidades individuales y que busquen juntarse. No se puede vivir la vida solamente en el presente, la vida en el presente termina en sufrimiento mental. Por eso hay que pensar en el futuro, y para el futuro se debe proyecto. Y los políticos, que forman parte de ese proyecto, nos deben la restauración de la esperanza.
DC: El problema es que también es difícil imaginar el presente…
SL: Lo que pasa también es que los países que invierten poco en salud cuentan con menos información para accionar sobre los problemas de salud mental. Lo que vemos en Argentina es que aumentaron muchísimo las consultas por padecimientos mentales con la pandemia y en la pos pandemia. De lo que ya estaba mal, aumentaron los consumos de psicofármacos, las tentativas de suicidios y los suicidios consumados, las separaciones y divorcios y la violencia familiar. También aumentaron los trastornos de ansiedad, el insomnio, todas las cosas que son síntomas de malestares colectivos. Lo poco de bueno que tiene la pandemia es que nos funciona como un despertador y nos permite decir que hay que volver a pensar en salud mental. Y salud mental significa prevención.
DC: En este sentido, al gobierno se lo vio moverse por actualizar la ley de Salud Mental…
SL: Es una ley de Derechos Humanos, nadie puede estar en contra de esa ley. Lo que sí podemos decir es que su reglamentación necesita una revisión, un pulido, para que algunas situaciones se puedan intervenir de mejor manera, como en el caso de urgencias callejeras. Ahora bien, en un país con una enorme inequidad, ¿por qué iba a estar bien la salud cuando todo lo demás no está bien? No podemos pretender que se arreglen las cosas cuando lo otro no funciona bien. El personal de salud, que son médicos, enfermeros, canilleros, psicólogos, kinesiólogos, ambulancieros y administrativos de todo el mundo han sufrido muchísimo lo que nos pasó. Y la sociedad, si quiere avanzar, tenemos que pensar cómo deben ser retribuidos quienes nos cuidan.
DC: ¿Cuánto impactó el sobreconsumo de tecnología en las personas? ¿Es un factor que desencadene problemas de salud mental?
SL: Es muy buena la pregunta, voy a tratar de ser breve. Impacta mucho la verdad, porque la pandemia nos trajo el paradigma de la virtualidad y todavía no sabemos qué hacer con él. Tiene algunas cosas buenas, pero también cosas problemáticas, porque la relación humana necesita miradas, apoyar una mano en el hombro, un abrazo… Y lo cierto es que la virtualidad te aleja de eso.