Juanchi Baleirón: "Es hora de que nos dejemos de hinchar las pelotas y salgamos todos juntos"
La reinvención permanente, el mito artístico del encierro y la creación, la normalidad como transición. El músico adentrado en su otra pasión. Y un mensaje: "Bajar del ego y de la omnipotencia". Todo en este mano a mano con Data Clave.
Data Clave: ¿Qué mirada tenés de los temas que discute la Argentina en estas horas? ¿Considerás que se está dando en la tecla del buen nivel de debate público?
Juanchi Baleirón: Considero que es una situación inédita, difícil, que venimos de años de estar en crisis, con lo cual todo se agiganta y se potencia. Es social, económico y más. Falta unión de criterios, dejar de dividir las cosas y ponerse las pilas y pensar que estamos reconstruyendo un país de décadas y décadas de crisis. Pongámonos las pilas porque no hay otra que ponerse las pilas y estar todos juntos. Eso en cuanto a lo que me parece que pasa en general, sin adentrarme en tópicos. Pero me parece que es la hora de que nos dejemos de hinchar las pelotas y vayamos todos juntos, salgamos todos juntos porque no hay otra forma de salir de esta si no vamos todos juntos dejando el ego de lado y, como quieras llamarle, la posición de A, B, o C. Basta de romper los huevos. Vamos a sacar esto entre todos, como hace todo el mundo y en todo el planeta.
DC: ¿Cómo viviste la pandemia y este año tan singular? ¿Creés que puede surgir buena música de esta crisis?
JB: Yo creo que entre los músicos siempre se pensaba que porque tenés un tiempo libre vas a poder componer más o mejor. No. Estamos todos atravesados por una crisis que a todos nos altera emocionalmente, personalmente, mundialmente, familiarmente, afectivamente, laboralmente. Todo. No podés componer de una forma llana y plena así, me parece. Y creo que la consecuencia será cuando estemos en la normalidad. No esto que no es ni vieja, ni nueva ni rara normalidad. Esto no es normalidad. Esto es transición, cotidianeidad pandémica, pero no es nueva normalidad. Creo que una vez que hayamos atravesado esto, con vacuna, con inmunidad mundial… a partir de ahí tendremos la influencia que nos dejó, de manera inspiracional, esta pandemia.
DC: Algunas personas comparan la situación social con 2001/2002 ¿Compartís esa visión?
JB: No se puede comparar ni en pedo, son cosas muy diferentes. Si querés ver la inflación, el quilombo del dólar sí. Es lo único que podrías comparar. El resto es otra situación socioeconómica, histórica, otro momento. No lo comparo. Me parece que solamente por una cuestión de crisis económica no es lo mismo, absolutamente no es lo mismo.
DC: La música fue uno de los rubros más golpeados por la pandemia, la cuarentena y las medidas sanitarias. ¿Tuviste que reinventarte? ¿Qué representa para vos no tocar con el público físicamente en el lugar? ¿Ves ventajas en todo este cambio?
JB: Nosotros somos una banda que hace 33 años que nos reinventamos. Con cambios de integrantes, cambios de tendencia en la música, cambios en el consumo, en el soporte musical, socioeconómicos, de tendencias. Somos una banda que siempre se reinventó. Es el rubro que último va a volver. Música en un lugar cerrado o con mucha gente hacinada es lo último que se recomienda, pero le ponemos garra, huevo. Hicimos de todo: shows de streaming acústico, show de streaming grabado, en el Cosquín, Pericos & New Friends, hicimos el concierto para autos que está espectacular –raro pero espectacular porque la gente está ahí. Hicimos de todo en pandemia. Nos movimos, hicimos un documental, un homenaje a Bowie, demás. Grabamos un montón de cosas, pero la industria como fue hasta marzo calculo que volverá a mediados del año que viene con suerte. Nos reinventamos constantemente, Pericos es una banda que siempre se ha reinventado más allá de todo y que tiene una estructura firme pero flexible: es como una palmera en la tormenta, que se dobla pero que no se parte. Así somos nosotros. 33 años ininterrumpidos: es claro que somos una banda que sabe reinventarse. Sino, seríamos una banda nostálgica.
DC: ¿Cómo surgió la idea de adentrarte en la comercialización de vinos? ¿Qué encontraste en ese mundillo?
JB: El vino es mi pasión, es otra pasión que tengo desde hace tiempo. Me crié en una época en la cual en mi casa se tomaba vino. Vino en damajuana, servido en “pingüinito”, en mi caso en “gallito”, pero el vino lo tuve como un gusto adquirido. En los 90 empecé a adentrarme en los vinos de mejor calidad, cuando se empezaron a hacer vinos de otro nivel aquí. Y me empecé a copar y me acerqué al mundo del vino. Y me acerqué a los hacedores. Y terminé haciéndome muy amigo de casi todos los enólogos más importantes o los he conocido. Pero sobre todo me hice amigo de dos: Alejandro Vigil, de Catena; y mi hermano Marcelo Pelleriti, con quien hago mis vinos. Es una pasión, una locura y no solo es hacer un vino para tenerlo, para decir “ah, mirá, un rockero con vino”. No, no, no. Todo el mundo sabe que yo pongo todo lo mío ahí, lo doy todo. Voy a las ferias, charlo, vengo, viajo, participo en el armado. Los nombres los puse yo, las etiquetas las hicimos con el diseñador Federico Dalbani. Lo mío es pasión detrás de una botella, no es perfume de Susana –con todo respeto, ¿no?
DC: ¿Sos optimista respecto del futuro más próximo? ¿Creés que el país tiene un rumbo claro?
JB: Me parece que, volviendo al comienzo, si no nos ponemos de acuerdo y tiramos todos para el mismo lado y dejamos de lado el ego y las posiciones, ahí sí soy optimista. Si seguimos tironeando y la boludez de atrincherarse y tirar palos para acá, palos para allá, no vamos a ningún lado. Ya está probado, no va. Hay que dejarse de joder, bajarse del ego y de la omnipotencia. Pensar en todos, realmente pensar en todos y que todos colaboremos para salir. Porque no hay otra salida y está archi-probado que es así.