“Willy, tenías razón, se terminó ampliando la brecha”. Willy deja el diario dominical en la mesa, junto al café, y levanta la vista. Apenas se sonroja. El vecino se acerca y le comenta que quiso comprar en ese mercado, pero que le resultó carísimo. Y Willy le recomienda las alternativas que hoy aparecen para ahorrar, el dólar MEP y el bono linkeado a la divisa. 

Ya son varios los vecinos y transeúntes que lo rodean. Willy pide distancia y barbijos y les pregunta si irán el lunes a la marcha y por qué. Así, empieza a elaborar su tesis respecto a los numerosos banderazos que se desarrollaron en los últimos meses. "El gobierno está frente a una 125 de las ciudades", se despide el representante de Data Clave en la City porteña.

- Willy, que bueno que lo encuentro. Finalmente el blue despegó. ¿A cuánto se va a ir? 

Willy Kohan: Está claro que si no hay ningún incentivo para vender dólares, y en este momento todavía no lo hay, lo más probable es que el dólar en los mercados libres siga subiendo. Más que mirar el precio del dólar blue que incorpora el resultado de una operación, que es en el mercado negro, donde obviamente son de una transparencia menor con menos volumen, donde hay mucho más spread entre la compra y la venta. El viernes pasado para comprar un dólar en la calle había que poner casi $170, pero si lo querías vender, en el mejor de los casos te lo pagaban $155. Lo que hay que mirar es el dólar contado contra liquidación, que es el del mercado formal y legal en el que operan las grandes empresas, los grandes inversores, los inversores profesionales. Si el viernes había gente dispuesta a pagar hasta $155 para esa cuestión, obviamente la situación muestra que nadie quiere quedarse con pesos encima hasta esperar novedades del gobierno. Por lo menos hasta ahora, las señales han sido que el gobierno piensa seguir resistiendo con esta política cambiaria que no genera incentivos para vender y al mismo tiempo mantiene las condiciones para que el Banco Central siga perdiendo reservas. Así que, lo más probable es que el peso se siga devaluando. 

-Y ahora, ¿cómo ahorro en este momento? 

W: Obviamente a través del mecanismo del dólar MEP, del dólar bolsa. La alternativa más recomendable para ahorrar en este momento es en dólares. Se puede comprar dólares legalmente, a través del mecanismo del dólar bolsa, incluso ha trascendido que el gobierno quiere facilitar a través del homebanking esa operación (veremos si lo hace efectivamente, no es tan sencillo). La otra alternativa, los bonos argentinos en dólares del canje de la deuda para una inversión a mediano plazo pueden resultar atractivos. Puede ser que hasta que no se resuelva la crisis política y económica tengamos ciertos vaivenes y puedan caer esas paridades. Son bonos que hoy están valiendo US$40 por lámina de 100. No tienen vencimiento, no hay default posible por los próximos tres o cuatro años, aunque puede ser que en el día a día ese bono  que hoy cotiza a 40 en una crisis política más severa o en una corrida cambiaria o financiera más severa si ocurriera en Argentina en el futuro, esos bonos podrían bajar a un valor de US$30 o US$25. Si pensamos que Argentina tiene un futuro que no va a ser necesariamente Venezuela, las inversiones inmobiliarias, en bonos en dólares de la deuda argentina, en bolsa, pueden ser interesantes. Hoy los precios están muy bajos, pueden bajar todavía más.

-Usted que habla con empresarios. ¿Qué le dicen?

W: El sector empresario está muy afectado por la parálisis económica, por las dificultades en las caídas de ventas y los costos fijos. Muchos de ellos, más allá de la asistencia del gobierno a través del ATP tienen que seguir juntando para prácticamente 60% de la nómina salarial. En un escenario donde la política cambiaria no está definida y la expectativa de una devaluación es cada vez más presente, lógicamente la actividad económica normal se ve muy afectada. Los empresarios tratan de sobrevivir como pueden. El que tiene una concesionaria de autos vende lo menos posible para pagar los costos, porque tiene miedo que no le repongan las unidades que vendió al mismo precio. Lo mismo que pasa con un productor agropecuario, que en definitiva son empresarios que tienen su capital de trabajo metido en los silobolsas o en centros de acopio con precios a fijar y van vendiendo las mercaderías o los dólares o los granos o los autos o los metros de tela o los kilos de arena en la medida que van asegurándose que el precio de reposición está actualizado. Porque si no uno vende y vende y cuando va a reponer resulta que se descapitalizó. Así que ese trade off entre la necesidad de vender para pagar las cuentas  y para vivir y el problema de cuidar y no vender demasiado para no descapitalizarte, porque después no podés reponer o en todo caso cuando reponés te das cuenta que vendiste a pérdida, esa es la pelea que hay hoy en todo el sector empresario. 

-Willy, el Gobierno dice que controla los precios, pero a las góndolas las veo cada vez más caras, ¿cómo es?

W: Hay situaciones sectoriales muy complicadas. Todos los que están alcanzados por el régimen de precios máximos están en una situación de ahogo económico y financiero muy complicado. Las empresas líderes de la alimentación, de higiene y tocador, consumo masivo son todos sectores que están teniendo todos sus productos alcanzados por los precios máximos que alcanzó a lo largo del año entre 5% y 7% de aumento cuando la devaluación real del peso ha sido 10 veces ese incremento y los costos de producción también han aumentado con todo lo que tiene que ver con los protocolos sanitarios. Vemos situaciones muy comprometidas, además de quienes tienen deudas financieras en dólares, que tienen cada vez más dificultad para acceder a las divisas. La verdad que hoy en día llevar adelante una empresa, abrir todos los días, pagar los sueldos, tratar de mantener al personal es verdaderamente una epopeya. El gobierno debería honrar a los empresarios argentinos y destacar el enorme esfuerzo que están haciendo. Lo que vemos lamentablemente en general es lo contrario. Hay muchos sectores del oficialismo que siguen demonizando al sector empresario, que siguen promoviendo más intervención de la economía, más impuestos. Todo eso se va a traducir en menos inversión, en menos empleo. Los niveles de inversión del sector empresario nunca fueron tan bajos en la historia argentina como lo están siendo hoy. Se está invirtiendo mucho menos que lo imprescindible para mantener la infraestructura, el capital hendido. Es como una ciudad en donde la gente cada cinco años ni siquiera pinta el frente de sus casas, entonces todo se va afectado. Hay distintas realidades sectoriales. Hay algún sector de la producción de telas que encontraron algún grado de aumento en la demanda porque no había stock y porque están cerradas las importaciones. 

-El Gobierno está entusiasmado con la recuperación de la economía, pero parece que no llega...

W: La reactivación o el veranito que se vio en el consumo en junio y julio, empezó a frenar en agosto y en septiembre otra vez tenemos datos negativos. La recaudación de impuestos de octubre, que tienen que ver con los impuestos que se pagan por la actividad económica de septiembre, es cierto que mostraron algún grado de mejora respecto a los meses anteriores, pero fue por el impuesto al dólar y por el aumento en la presión en el patrimonio y bienes personales. No es que aumentó la recaudación del IVA o del impuesto a los combustibles o al comercio exterior o del impuesto a los débitos bancarios. Es decir, los impuestos que tienen que ver con la actividad económica siguen para abajo. Los nuevos impuestos le dieron una mejora relativa, porque además ya se empieza a comparar todos los números de la economía con el segundo semestre del año pasado. Mauricio Macri ya había perdido las PASO y la incertidumbre y desconfianza económica se empezó a poner de manifiesto en la salida de depósitos, en la fuerte devaluación del peso y todo lo que fue el final de su administración, muy complicado en términos de expectativas económicas.

-Lo llevo a la política Willy. ¿Cómo vio la marcha opositora? ¿Alguien la capitaliza?

W: Ya a esta altura del partido, la sucesión de marchas y de banderazos de gente que está en contra de las políticas del gobierno, de gente que evidentemente cuestiona al gobierno y, sobre todo, a lo que representa Cristina dentro de la coalición gobernante (no solamente por la persona de la vicepresidenta sino por las políticas, las ideas, los valores, que de alguna manera ella representa y los sectores de izquierda básicamente, tanto del peronismo como los satélites que alrededor del peronismo de izquierda) ha generado un rechazo cada vez más masivo de la sociedad, sobre todo de la clase media. Creo que a esta altura del partido el gobierno está frente a una 125 de las ciudades. Así como en el 2008 fue el campo y los productores agropecuarios los que se levantaron a protestar contra lo que representaba en ese momento también un peronismo que se iba corriendo cada vez más a la izquierda y que, a partir de la 125, reapareció la grieta, ese enfrentamiento histórico en la Argentina, con mucho foco en ese momento contra los productores agropecuarios, pero también contra la clase media rural, del campo. 

-Es fuerte esto Willy, aquellas marchas fueron tremenda.

W: Sí, pero esta altura del partido estamos ante otra 125, más complicada para el gobierno, porque es en las ciudades y, por lo tanto, todo ese discurso de descalificar las protestas de la ciudadanía identificándolas con la oligarquía, la derecha, los sectores conservadores todo eso parecía una épica. Hay que ponerse en el 2008. No hay que olvidarse que pasó mucha agua bajo el puente. Esa épica parecía más fácil de administrar por parte de Néstor y Cristina Kirchner. A esta altura del partido identificar a la clase media de la ciudad, a los estudiantes, a las amas de casa, a los empleados de mayor o menor jerarquía con la oligarquía o los hacendados me suena un poco ridículo. 

-¿Cómo lo ve a Massa y cómo la ve a Cristina ante este contexto?

W: Los sectores moderados que apoyaron la coalición de Alberto Fernández empiezan a tener un problema, empezando por Sergio Massa. Buena parte de los que salieron a protestar en esta marcha en el 2013 votaron a Massa y en el 2015 una parte importante también. Ahí hay un problema muy complicado para el gobierno y quien va a capitalizar esto es la oposición. El desafío de la oposición es encontrar productos electorales adecuados para esa movilización tan fuerte que está creciendo en contra de la radicalización de Alberto Fernández. 

-¿En qué ve esa radicalización Willy?

W: Hay un combo que lo podemos identificar con la suelta de presos, la toma de tierras, el discurso en contra del mérito y las clases medias, el aumento de impuestos, las cuarentenas, todo el discurso a favor del pobrismo. Esta idea de que para generar riqueza hay que sacarle, ya ni siquiera a la clase alta, a la clase media para seguir asistiendo los planes sociales. En fin, es todo un combo que se ha generado y que parece muy significativo. Lo va a obligar a Alberto Fernández, tal vez, a acercarse más a Cristina. Finalmente, en las últimas horas el Presidente ha ratificado su elección a favor de someterse al proyecto político de Cristina y de su legado. Esto lo va a colocar cada vez más enfrentado con esa clase media, con ese colectivo social que está saliendo a la calle, con esta 125 de la ciudad.  Alberto Fernández se fue y rompió con Cristina por la 125. Me parece que en este caso está tratando de no cometer lo que él considera el mismo error. 

-Por último. A la principal oposición no se la ve unida y tampoco es claro si el líder central sigue siendo Macri, pero en la vereda de enfrente creen que si la economía sigue sin arrancar, tienen chances de pelear la elección de medio tiempo. Estamos lejos de los comicios, ¿pero usted qué ve?

W: No olvidemos que cuando Alberto Fernández se pelea con Cristina después de lo del campo, pasa 12 años en el desierto político. Parece que esta vez la decisión del Presidente es “no me voy” como lo dijo en el reportaje con Horacio Verbitsky, “esta vez me quedo con Cristina”. Eso le va a generar un problema con sus propios socios de la coalición y todo esto va a tener un correlato mirando las elecciones el año próximo. Alberto Fernández necesita que el peronismo no se divida el año que viene, porque eso le asegura una derrota electoral. Para el Presidente tener una derrota en la primera elección parlamentaria es una situación muy complicada. Lo vamos a ver al Presidente sobre exagerando su alianza con Cristina, porque si se rompe, la situación puede ser muy complicada, para el peronismo, también en las elecciones del año que viene.