“Yo después de dos años de gobierno y pandemia, con el diario del lunes, te digo: Alberto tendría que haber devaluado de entrada y declarado el default, antes de los cien días de gobierno. Ahí se empezó a pudrir todo con Cristina”. El que lo dice no es un economista más: es uno de consulta del Instituto Patria, el  “think tank” del kirchnerismo. 

El comentario no es al pasar: en los últimos 20 días, donde la discusión con el FMI pareció endurecerse, no son pocos los que ya critican abiertamente al ministro de Economía, Martin Guzmán, por el rumbo de las negociaciones con el FMI. 

Pero en rigor de verdad, no fue hasta la reciente publicación del FMI esta semana en su Evaluación Ex Post (EPE, por sus siglas en inglés) del crédito que en 2018 le dio a Argentina el organismo (impulsado por Christine Lagarde, ex directora del organismo y de la cual Mauricio Macri pedía "enamorarse") con fuertes críticas al programa económico de Cambiemos, en que la relación con Guzmán y el kirchnerismo pareció llegar a su limite de aguante.

Las razones de fondo (que obviamente, no son las del Fondo) de la cada vez mas notoria disputa entre Guzmán y el kirchnerismo se deben más que a lo que está por venir, que a lo que pasó. En los hechos, en el Instituto Patria dicen que Guzmán repite a veces lo que dicen los técnicos del FMI, pero en tono mas fuerte. “Si los técnicos del Fondo Monetario Internacional consideraron que el plan de Cambiemos no fue "suficientemente robusto", porque nosotros no lo decimos mas alto” se quejan en el kirchnerismo.

Y es que en las filas de quienes siguen a Cristina Kirchner, la admisión del Fondo que el programa de salvataje a Macri no alcanzó a frenar la fuga de capitales y que, por tal motivo, fue necesario volver a instaurar un control de capitales o cepo, no fue bien comunicado. “El Fondo reconoce que parte del crédito de USD 44.000 millones se destinó a financiar la salida masiva de inversiones especulativas y nosotros no lo militamos” se quejan. 

Pero lo cierto es que aunque el Fondo no dice que esa fuga fue el "seguro de cambio" mayoritariamente para tres grandes fondos de Estados Unidos (BlackRock, Frank Templeton y Pimco) ni tampoco que el vicepresidente nombrado en el Banco Central durante el macrismo fue Gustavo Cañonero, ex director del Grupo SBS, socio de Templeton y que trabajó en el FMI, en el extinto banco de inversión neoyorquino Salomon Brothers y en el Deutsche Bank, en donde fue compañero de Luis "Toto" Caputo, ministro de Finanzas y ex titular del BCRA, el kirchnerismo tampoco parece querer ir a fondo con el Fondo.  

De hecho, son pocos en el Frente de Todos que señalan que las reservas que el organismo ayudó a "fortalecer" con el préstamo original de USD 57.000 millones al Banco Central, destinadas para frenar una posible corrida cambiaria (que acechaba a medida en que se acercaban las elecciones y ante la certeza de que el peronismo volvería a la presidencia del país), iban a desaparecer en días o en semanas a medida en que el nuevo gobierno le pusiera fin al "carry trade" o bicicleta financiera.

Las pruebas para mostrar la maniobra que favoreció a los amigos de Cambiemos son claras: la operación de “carry trade” se dio con un dólar que valía $39,20 en noviembre de 2018 se acercaba los $46 en mayo de 2019 (devaluando solamente en un 17%, menos del 2% mensual), mientras que las tasas de las Leliq registraron un rendimiento en dicho lapso de más del 70% anual, el colapso estaba a la vuelta de la esquina. Así, en los seis meses previos al triunfo del Frente de Todos en las las urnas en 2019, los bancos ganaron con las Leliq en dólares más del 20% de lo que invirtieron. Esos fondos aun tiene parte de sus activos en la Argentina. Y obtienen pingües ganancias. 

En tanto, en el Gobierno, los peronistas “mas viejos” le recuerdan a Martin Guzmán lo ocurrido con Jorge Remes Lenicov, quien fuera ministro de Economía durante la primera parte del gobierno de Eduardo Duhalde y que asumió el 3 de enero de 2002, con un país incendiado. Remes Lenicov llegó al gobierno cuando las reservas del Banco Central eran de USD 9.000 millones, regían catorce tipos de cuasimonedas (el 65% del dinero circulante) y los bancos extranjeros querían irse del país.  

Algunos le recuerdan a Guzmán, que es un dilecto alumno del estadounidense Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, que fue Remes Lenicov quien para devaluar y salir de la convertibilidad, se guio por lo hecho en 1933 por el entonces presidente estadounidense Franklin D. Roosvelt. Remes Lenicov recordó que tenían "sesenta días para hacer todo". Dos meses que dicen, quienes conocen a Guzmán,  es el plazo que le puso a la Casa Rosada el propio ministro para solucionar el acuerdo con el Fondo. Un “deadline”, como se dice en la jerga, que cada vez lo hace pensar más a Guzmán en Remes Lenicov.