Después no se sorprendan porque hubo sequía
Abril se fue sin cumplir con el 70% de las lluvias en la región pampeana y la situación pone en riesgo la nueva cosecha de trigo y la acumulación de reservas para el BCRA.
Con lluvias de apenas 120 milímetros de media, abril es, junto a mayo, un mes clave para recuperar los 150 a 200 milímetros que aún faltan para que haya humedad en el suelo y se pueda plantar trigo. Solo en la región núcleo, “abril se despide con 75 a 100 milímetros menos”, de lo necesario, advirtió la Bolsa de Comercio de Rosario.
Este año, afectada por la sequía que comenzó a mediados del año pasado, la cosecha de trigo apenas alcanzó las 12 millones de toneladas, poco más de la mitad de los 22 millones recolectados de la campaña 2021/22. Quedó lo justo para el abastecimiento local y los compromisos de exportación, preferentemente a Brasil.
Con ese antecedente, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires estimó que la campaña de trigo 2023/24 podría abarcar un área inicial de 6,7 millones de hectáreas, 600.000 hectáreas más que en la última y 4,7% superior al promedio de las últimas cinco campañas.
De concretarse dicha proyección, la superficie esperada para la campaña 2023/24 sería, junto a la campaña 2021/22, la segunda más alta de los últimos 22 años.
Sin embargo, esa proyección está supeditada a las lluvias que se registren desde ahora y hasta fines de mayo, y que permitan la recuperación de las reservas de humedad que alienten la siembra.
El dato no es menor, en el 2022 la cosecha de trigo había alcanzado a 22 millones de toneladas, de las que se exportaron 17 millones, con su consiguiente ingreso de divisas.
Para tener una idea de lo que esto representa, habrá que remitirse al intercambio comercial de marzo, que dejó un déficit mayor a los US$ 1.000 millones, por la caída en las exportaciones de trigo, y en menor medida, de maíz y soja, contra una ganancia de algo más de US$ 270 millones del 2022.
En este marco, la Bolsa de Comercio de Córdoba (BCC) advirtió que “el Banco Central no se está quedando sin reservas genuinas por el impacto de la sequía”, ya que desde el año pasado se registra una caída en la actividad económica.
Hace hace tres años, cuando asumió Alberto Fernández la presidencia, “tenía aproximadamente US$10.000 millones de reservas propias”, y adicionalmente, “el sector agrícola generó casi US$ 40.000 millones más que lo usual entre 2020 y 2022”.
“Pese a esto, desde hace casi un año las reservas netas se encuentran al borde de pasar a terreno negativo, subsistiendo a base de préstamos del FMI y medidas como el ‘dólar soja’, cortoplacistas y contraproducentes, ya que agravan los marcados desequilibrios de la economía argentina”, criticó la BCC.
Por la sequía y de acuerdo a las estimaciones de la BCC, este año “se perderán entre US$ 21.000 y US$ 27.000 millones frente a la campaña agrícola previa” y esta cifra es equivale a 4% del PBI luego de haber alcanzado un récord de casi US$ 55.000 millones en la campaña 2021/22.
El amplio rango de la estimación se explica “debido a la falta de consenso sobre el impacto productivo definitivo del clima sobre el sector agrícola”, reconoció la BCC.