Crisis cambiaria: para el mercado, el problema no es el dólar, es el peso
La primera reacción frente a las últimas medidas económicas claramente no fue la esperada por el Gobierno. Tras la intervención del BCRA los dólares financieros, que habían trepado hasta los $150, cerraron en baja, tendencia que seguramente se intentará profundizar esta semana para recortar la brecha.
La situación cambiaria “es un pilar de estabilidad", dijo anoche el ministro de Economía, Martín Guzmán, a 48 horas de la primera reacción del mercado frente a las últimas medidas económicas, que claramente no fue la esperada por el Gobierno: el BCRA vendió u$s 150 millones de dólares, las reservas bajaron u$s 116 millones, el blue llegó a los $150 (la brecha se amplió a casi 95%), y el riesgo país subió 1%. Los dólares financieros, que habían trepado hasta los $150, cerraron en baja producto de la intervención de la autoridad monetaria, algo que seguramente intentará profundizar esta semana para recortar la brecha.
Tras haber restringido aún más la demanda de dólares (que tuvo efectos muy negativos sobre las variables financieras), el equipo económico intenta ahora incentivar la oferta de divisas, fundamentalmente con la rebaja de 33% a 30% en las retenciones de la soja durante octubre, para luego comenzar un camino ascendente hasta enero (cuando volverán nuevamente al 33%). El objetivo de la medida es conseguir dólares en el corto plazo para que el BCRA deje de perder reservas y poder sostener el sendero del tipo de cambio oficial, ya no de manera uniforme, sino aleatoria (el viernes el mayorista saltó 70 centavos, tras la suba diaria de 7 centavos que venía mostrando), manteniendo un ajuste mensual en línea con inflación.
Para varios analistas del mercado, estas medidas parecen ir en la dirección correcta (por el hecho de generar incentivos), aunque aclaran que “tienen gusto a poco”, ya que la disminución de las retenciones luce insuficiente como para generar un cambio drástico de comportamiento del agro. Ante lo cual, remarcan que, si bien estos cambios podrían llegar a tener algún efecto sobre la liquidación de muy corto plazo, el problema de fondo de la crisis cambiaria está vinculado fundamentalmente con la abundancia de pesos actual (producto de la fuerte emisión para financiar el alto déficit fiscal, que se aceleró por los efectos de la pandemia) y proyectada, junto con una evidente crisis de confianza, pero no tanto con el nivel actual del tipo de cambio real. Como consecuencia de esta situación, se amplió la brecha cambiaria y se aceleró la demanda de dólares, que por estos días escasean en las arcas del Banco Central.
“El problema hoy es el peso que no queremos: si todos demandáramos pesos, nadie querría dólares. El exceso de oferta de pesos se convierte en un exceso de demanda de dólares”, afirma a Data Clave, Matías Rajnerman, economista jefe de Ecolatina
Desde la consultora Invecq, por su parte, explican que “a diferencia de otros momentos de la historia argentina, el problema del dólar hoy no es un problema de competitividad real o de que la economía local esté ´cara´ con relación al resto del mundo. El desequilibrio cambiario es producto de un desborde fiscal-monetario, complementado con un nivel de desconfianza sobre el manejo político de la economía muy fuerte”.
Asimismo, en Consultatio describen que “el principal problema de la macro es que la política fiscal deriva en necesidades de financiamiento monetario que llevan a la brecha cambiaria a niveles insostenibles”. “Resulta imposible para el BCRA acumular reservas con una brecha mayor al 60% si no se cuenta con una ayuda excepcional de la liquidación de una buena cosecha gruesa”. añaden.
Tras la exitosa reestructuración de la deuda en agosto pasado, las señales económicas que siguieron, con la profundización del cepo y la presentación del Presupuesto 2021, no sólo no lograron estabilizar la economía, sino que incrementaron la desconfianza en el mercado.
“El rumbo económico no convence. El endurecimiento de las restricciones cambiarias dañó el sentimiento inversor mientras el Presupuesto no logró torcer las expectativas. La meta fiscal de 4,5% del PBI para 2021 no implica un esfuerzo respecto de este año y sugiere que alcanzar el equilibrio primario en 2023 es poco probable partiendo de un déficit primario tan alto. A su vez, la insuficiencia de financiamiento de mercado implica que la emisión seguirá siendo alta el año que viene, elevando los riesgos nominales”, señalan especialistas del Grupo SBS.
En la misma línea, desde Invecq indicaron que “se presentó un Presupuesto que sigue teniendo un déficit fiscal muy alto para la capacidad argentina, que será financiado en el mejor de los casos en un 60% con más emisión monetaria: se volcaría al mercado durante el año próximo 1,2 billones de pesos sobre toda la emisión que ya se hizo y se hará durante este año (2,1 billones de pesos)”.
Aunque la suba del déficit en el punto más álgido de la cuarentena resultó inevitable, especialistas de Delphos Investment, proyectan que “la falta de moderación en el aspecto fiscal en el mediano plazo promueve un aumento acelerado de la emisión y una brecha creciente en los dólares alternativos. La hoja de balance del Banco Central se percibe cada vez bajo una mayor presión y queda poco margen para seguir profundizando las restricciones cambiarias sin disrupciones mayores en la actividad”.
Para lo que viene, las miradas están puestas en las negociaciones con el FMI, cuya primera misión llegará este martes a Buenos Aires, con el objetivo de refinanciar un crédito por 44.000 millones de dólares, más intereses, otorgado durante la administración macrista. En el mercado creen que un eventual nuevo acuerdo antes de fin de año que muestre mayor consistencia en las políticas fiscal y monetaria, que permitan manejar la liquidez excedente y coordinar expectativas, despejará las dudas sobre el mediano plazo, más allá que no se obtengan dólares frescos, tal como adelantó la semana pasada el ministro Guzmán. El mismo presidente, Alberto Fernández, afirmó este domingo que aspira a llegar "lo antes posible" a un acuerdo con el organismo. "He tenido muchas conversaciones en este tiempo con (la titular del FMI) Kristalina Georgieva y tengo la impresión de que ella ve mejor que nadie las dificultades que hay en la Argentina", declaró Fernández al diario Clarín.
Con todo, los últimos números fiscales (la recaudación de septiembre por primera vez en el año le ganó a la inflación) “pueden ser una prenda para la negociación. Habrá que ver qué sucede esta semana”, dice Rajnerman. Lo cierto es que, más allá de toda negociación, el Fondo sabe que si Argentina no estabiliza su mercado cambiario muy probablemente tendrá dificultades para cobrar el crédito otorgado al país.