Alguien dijo alguna vez Argentina es un país en el que estás tres días y pasó de todo, pero volvés luego de tres años y está igual. 

 Algo de eso pasó hoy, cuando el presidente Alberto Fernández dijo: “Tomo a Portugal como una gran referencia, porque ha vivido cosas como las que nos tocó vivir a nosotros”, en relación a la crisis de deuda que enfrentó el país europeo a partir del 2008. En el mismo sentido se refirió esta tarde el ministro de Economía, Martín Guzmán, al destacar que "Portugal padeció entre 2011 y 2018 el problema de los altos sobrecargos de interés que cobra el FMI en sus préstamos que superan el 185% de la cuota de un país. Mismo problema que sufre Argentina hoy por el préstamo récord que tomó el Gobierno de Juntos por el Cambio en 2018".

Tweet de Martín Guzmán

Lo interesante es que ese razonamiento no es nuevo. Ya en agosto, un Fernández triunfador en las PASO hablaba de los distintos sistemas para salir de la crisis de la deuda. Primero se refirió al “Modelo Uruguayo”, pero el Frente de Todos lo dejó rápidamente al enterarse del ajuste de tres puntos del PBI que tuvieron que hacer los orientales para logar superávit fiscal y pagar sus deudas.

Entonces, alguien recordó el “Modelo Portugués” que era “totalmente distinto” al ajuste tradicional que le impuso el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo (BCE) a Grecia.   

Ya en ese entonces, primeros días de septiembre del 2019, el politólogo argentino radicado en Lisboa, Andrés Malamud advertía sobre las diferencias entre Portugal y Argentina.

El país europeo “no puede devaluar” por estar inserto en la zona del Euro y que los lusos “no tiene inflación”, mientras que los argentinos arrastran más de 120% de devaluación en tres años de recesión económica.

También advirtió en ese entonces Malamud, tres meses antes de que Fernández asumiera la presidencia, que “Gracias al BCE, Portugal se financia más barato en los mercados que con el FMI; Argentina, al revés”.

Sin embargo, el politólogo destacaba las coincidencias en la crisis. Portugal, al igual que Argentina arrastraba una baja productividad y un fuerte  descalabro fiscal.     

Con una deuda pública de 110% del PIB y déficits gemelos cercanos al 10%, la crisis financiera internacional que se había iniciado en el 2008, le fue cerrando los canales de financiamiento y tres años más tarde, el Primer Ministro del gobernante Partido Socialista José Sócrates, pidió una ayuda extraordinaria de 78.000 millones de euros.

 “La troika” integrada por la Comisión Europea, el BCE y el FMI accedieron a ese salvataje y a partir de allí comenzó un fuerte ajuste fiscal. Sócrates perdió las elecciones, pero el Partido Socialdemócrata (PSD, centroderecha) entre 2011 y 2015, con el primer ministro Passos Coelho “prometió ir “más allá de la troika”... y cumplió. En mayo de 2014 terminó el programa de rescate pero siguió el ajuste.  

¿De qué se trató ese ajuste?, como Portugal pertenece al euro y no puede devaluar, redujo los costos laborales vía congelamiento del salario mínimo, ampliación de la jornada laboral y reducción salarial del 20% al 25% para el sector público. El desempleo se duplicó y los salarios cayeron abruptamente.

En el medio de esos años, Portugal se vio favorecido por un incremento del turismo europeo, que había dejado de frecuentar el norte de África, sumida en conflictos políticos internos, y encontró en las costas lusas un lugar para descansar.    

También se vio favorecida por la llegada de industrias “de segunda” europeas que dejaron los países centrales, como Alemania, para radicarse en zonas periféricas del Euro, en una nación que tenía salarios más bajos.    

Y a esto le debe sumar, un dato no menor, una gran emigración de portugueses quienes se fueron a trabajar a otras naciones de Europa.

Malamud destacó en esa oportunidad que “factores externos, equilibrio fiscal y apoyo del BCE” equilibraron las cuentas “las exportaciones y el turismo lideraron la recuperación; las inversiones extranjeras y el consumo doméstico fueron a la zaga”.

En ningún momento Portugal se planteo caer en “default” o pedirle al Fondo que en lugar de prestar dinero a 10 años, lo haga a 20, creando nuevas reglas. Ahora volvemos a reflejarnos en el “Modelo Portugués”, pero estamos muy lejos de esa imagen.