El proyecto de Vaca Muerta Sur, que encabeza YPF con otras seis petroleras, ingresó el pasado viernes al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que impulsa el gobierno de Javier Milei. De esa forma, buscan colocar a Argentina como uno de los países lideres en exportación de crudo en la región. 

La obra requiere una inversión de 2.500 millones de dólares, que con los intereses se convertirán en unos 3.000 millones totales. Este monto la ubica en la inversión privada más grande en lo que va del siglo y recién será desplazada cuando se concrete el proyecto de la planta de gas natural licuado. 

El objetivo de las petroleras es que el proyecto esté listo en el tercer cuatrimestre del 2026. Comenzaría con 180.000 barriles y para el primer cuatrimestre del 2027 estaría al nivel de los 390.000 barriles.

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Sin embargo, recién la próxima semana se conocerán los nombres de los ganadores de la licitación de la construcción de los dos tramos que componen el ducto y que se realizará en el marco del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que puso en marcha el gobierno libertario.

El oleoducto Vaca Muerta Sur, o proyecto VMOS, se realizará en dos tramos, uno largo en el que hay dos empresas compitiendo por ganar y otro corto en el que es factible el ingreso de jugadores más pequeños.

El ingreso al RIGI le permitirá financiar en un 70% la obra. Se estima que los 2.000 millones que se financiarán será en su mayoría en la plaza internacional y en unos 500 millones de dólares en el local. Los “dueños” de la obra serán YPF y Pluspetrol en forma mayoritaria, junto con Vista, PAE, Pampa, Chevron, y Shell.

“Con el trabajo que hicimos desde que llegamos, ahorramos unos 500 millones de dólares y bajamos los plazos de construcción del proyecto”, indicó Horacio Marín, CEO de YPF, aunque se estima que el retraso de las decisiones implica una pérdida de 20 y 40 millones de dólares por día.