Los primeros anuncios del gobierno en materia económica dejaron ver una amplia dosis de pragmatismo respecto a los eslóganes proselitistas del pasado: nada se comunicó sobre los pasivos remunerados del BCRA y quedó fuera de análisis la opción de la dolarización. Sin demasiadas precisiones, los anuncios se concentraron en un ajuste de fiscal de magnitud en un puñado de grandes rubros, y en el sinceramiento del tipo de cambio. Es una receta clásica.

En líneas generales se buscará un ajuste de 5 pp del PBI en un año, tal que permita equilibrar el resultado financiero: 3 pp vendrían por recorte del gasto y otros 2 pp por suba de impuestos (impuesto país, retenciones y ¿reversión de la reforma de ganancias?). El recorte del gasto se daría por baja nominal como en el caso de eliminación de la obra pública, la reducción “al mínimo” de subsidios y transferencias a las provincias, pero también por efecto licuación sobre salarios públicos, programas sociales (aun con la oferta de duplicar el monto de la AUH y aumentar un 50% los ingresos por la Tarjeta Alimentar), entre otros.

Los anuncios se concentraron sobre la parte más “recortable” del gasto. No hubo mención a reformas estructurales como el avance de las privatizaciones o una reforma previsional o de empleo público. Tampoco hubo medidas que apunten a ganar eficiencia en el gasto público (algo que nosotros entendemos importante para ganar legitimidad) o desregulaciones que afectan al sector privado. No descartamos que en una segunda etapa se den pasos en esa dirección, pero por ahora están ausentes.

Respecto a la política cambiaria, se sinceró el dólar oficial a $ 800 y se pretendió achicar la diferencia entre el dólar exportador (que contempla ahora un ratio 80/20 para liquidaciones en el MULC y al CCL, respectivamente) y el dólar importador, al subir retenciones a 15% para todos los productos no agropecuarios y elevar a 17,5% (+10 pp) la alícuota del impuesto país aplicable a las importaciones. Inicialmente el dólar oficial sostendrá un crawling inicial de 2% mensual intentando incentivar las liquidaciones de exportaciones en meses en los cuales la estacionalidad de las mismas no juega a favor. No obstante, en el contexto de inflación en piso del 20% mensual, no parece haber tanto margen para extenderlo mucho en el tiempo.

En el corto plazo es esperable una marcada aceleración de la inflación en la medida que se busca corregir desde un inicio el desajuste de precios relativos. Dependerá de la pericia del gobierno para poder anclar expectativas que esto no derive en un salto de la tasa de inflación.

Para ello es necesario la ejecución de un programa de estabilización, que esperamos para una segunda etapa. En lo inmediato, la ausencia de cualquier administración de precios implicará fuertes remarcaciones preventivas o especulativas.

Tras los anuncios, el riesgo país cedió y perforó los 1900 pbs, los títulos subieron y las cotizaciones libres del dólar convergieron a la baja. La brecha se achicó a niveles del 25%, tanto por la corrección fuerte del piso como por la reducción del techo. En la devaluación post PASO esta convergencia había sido menor y duró apenas unos días. Rápidamente la brecha volvió a los niveles previos poniendo de relieve que, sin un plan consistente atrás, una devaluación por sí sola no corregirá los desequilibrios que enfrenta la economía desde hace tiempo. Habrá que ver si en esta oportunidad el plan del Gobierno, que cuenta con una pata fiscal importante pero que parece ir armándose sobre la marcha, termina siendo consistente en los papeles y se puede llevar a la práctica, tanto por los acuerdos políticos que demandará como por los desafíos en materia social que implicará.

Además del reacomodamiento del dólar mayorista, el BCRA redefinió el esquema del dólar exportador alterando el ratio 50/50 (liquidaciones al dólar oficial/ liquidaciones al CCL) vigente hasta el jueves 7/12 a 80/20. De base esto representa un dólar de $ 844 para los exportadores. Sobre este las exportaciones agropecuarias aplicarán las mismas retenciones que hasta ahora (33% en el caso de la soja) pero el resto pagará alícuotas del 15%. Las cotizaciones quedarán en $ 565 y $ 717 en cada caso, representando una mejora de 24% y 11%, en cada caso (considerando una alícuota previa promedio del 5% para las exportaciones no agropecuarias).

El dólar importador, con libre acceso al MULC, quedará determinado por el dólar mayorista más la alícuota del 17,5% correspondiente al Impuesto País (antes 7,5%). Esto deja un valor de $ 941 a precios de hoy, 139% más elevado que hace una semana.

En el caso del dólar aplicable a los gastos en moneda extranjera, “dólar tarjeta”, se eliminaron las percepciones de bienes personales, se redujeron las percepciones de ganancias y se sostuvieron las alícuotas del Impuesto País (30%). En total los recargos pasaron de sumar 155% a 60%. Hoy el dólar tarjeta cotiza en $ 1345, consistente con una devaluación fiscal de 37%.