En el año 2021 se estrenó en el mundo la película No mires para arriba, protagonizada por Leonardo Di Caprio y Jennifer Lawrence. Brevemente, la película trataba de dos científicos que querían alertar al presidente de los Estados Unidos acerca del riesgo inminente de un colapso planetario producto de la llegada de un meteorito. No obstante, una política sesgada por la ideología decidía ignorarlos.

Finalmente, el colapso ocurría.

Si bien la película pertenece al género humor, el mensaje político era bastante claro: hay temas que en la ciencia tienen pleno consenso pero, si los políticos deciden ignorarlos, entonces es inevitable sufrir las consecuencias.

Esta película sirve de pie para conversar acerca de la ortodoxia económica, precisamente en momentos en que el Presidente Electo de Argentina, Javier Milei, acaba de declarar que para solucionar algunos de los problemas del país va a aplicar el manual ortodoxo.

¿Qué es la ortodoxia? 

Una rápida búsqueda por internet nos sugiere que una posición ortodoxa es una que tiene “conformidad con los principios de una doctrina o con las normas o prácticas tradicionales, aceptadas por la mayoría como las más adecuadas en un determinado ámbito”. En el caso de “No mires para arriba”, eran dos astrónomos ortodoxos, avalados por artículos académicos “revisados por pares” y que contaban con el respaldo del consenso de sus colegas, los que alertaban por la catástrofe. 

Lo mismo ocurre cuando uno sufre por su salud. Si nos duele la panza y nos descubren que tenemos un problema en el apéndice no vamos a ser muchos los que pidamos conversar con un médico “heterodoxo” o “naturista” para solucionar el inconveniente. Lo más probable es que nos sometamos a una cirugía convencional, tradicional, que sigue lo que la ortodoxia médica sugiere.

El análisis es el mismo para cualquier otra disciplina científica. Y la economía es una de ellas. 

En la economía como ciencia existen leyes y principios universales generalmente aceptados por la mayoría, lo que los dota de relevancia y de un grado importante de verdad (aunque ésta sea siempre provisoria, como nos enseñó Karl Popper).

Cinco leyes clave

¿Cuáles son estos principios? Un libro que los resume bien es el del profesor norteamericano Gregory Mankiw. El manual de Principios de Economía de Mankiw es uno de los más estudiados en las universidades de los Estados Unidos y también de amplia difusión en las casas de estudio de Argentina y América Latina. El libro de Mankiw comienza precisamente con un listado de 10 principios fundamentales del análisis económico. Es decir, 10 ideas que gozan de un amplio consenso en la profesión de economistas y que, por tanto, podría considerarse que constituyen la versión ortodoxa de la economía.

Entre otros, aparecen 5 que son de una importancia fundamental a la hora de analizar la economía argentina. De acuerdo con Mankiw el 4to principio de la economía sugiere que “Las personas responden a los incentivos”. Es decir, por ejemplo, que, si ponemos impuestos y trabas para exportar, entonces muy probablemente terminemos exportando menos. 

El principio 5to dice que El comercio puede mejorar el bienestar de todos”, lo que se traduce en que una amplísima mayoría de economistas académicos y profesionales a nivel mundial coinciden en que cuantas menores restricciones a la importación existan, entonces mayor será el crecimiento y la prosperidad de esos países. El hecho de que Argentina, por décadas, le haya dado la espalda a este principio, es una de las principales explicaciones de su fracaso y decadencia económica.

El principio número 6 es de cabal importancia también. De acuerdo con la visión ortodoxalos mercados normalmente son un buen mecanismo para organizar la actividad económica. Esto quiere decir que la política pública debe permitir en el máximo grado posible el funcionamiento de mercados libres y desregulados si se quiere alcanzar resultados en materia de eficiencia y crecimiento. Es cierto también que el principio 7 sostiene que En ocasiones, el estado puede mejorar los resultados del mercado, y allí se hace referencia a la cuestión de las externalidades, los bienes públicos o los monopolios.

Ahora bien, si traemos estos principios al programa económico de Milei vemos que ambos se combinan. Por un lado, el gobierno de Milei buscará un amplio programa de privatizaciones y desregulaciones de la actividad económica, con baja de gasto y de impuestos, pero al mismo tiempo no habrá recortes en materia de salud y educación pública, áreas donde el consenso de los economistas considera que existen externalidades positivas que requieren del apoyo del estado.

La economía ortodoxa también reconoce que “El nivel de vida de un país depende de la capacidad que tenga para producir bienes y servicios” con lo cual Argentina necesita desesperadamente mejorar su nivel de productividad, para lo cual necesita del desembarco de ingentes cantidades de inversiones, que solo llegarán si el gobierno se compromete a respetar la propiedad privada y los contratos, algo que Milei ha destacado enfáticamente.

Por último, los economistas suelen coincidir en que “Cuando el gobierno imprime demasiado dinero los precios se incrementan, constituyendo éste el noveno de los principios destacados por Mankiw. O sea que nadie niega lo que Milei viene repitiendo desde que comenzó a aparecer en los medios de comunicación: que la inflación es un fenómeno monetario que se resuelve dejando de emitir.

Para ir cerrando, el nuevo presidente de Argentina suele ser calificado de loco, extremista o libertario radical, pero en su programa económico no hay grandes diferencias con lo que la ortodoxia económica sugiere acerca de cómo debe proceder cualquiera que quiera arreglar los problemas de la economía del país. 

Y, volviendo a la película “No mires para arriba”, si una vez más decidimos ignorar estos consejos, seguiremos entrampados en la crisis y el fracaso.