La economía parece haber entrado en un estadio binario. Una parte se encuentra paralizada, en una postura de wait and see, atenta a los resultados electorales del 19 de noviembre. Dicha posición expectante se atenuará luego de esa fecha, pero no desaparecerá, dado que comenzará un período de averiguación de cuál será el verdadero perfil que mostrará el ganador durante su gestión, qué equipos y qué medidas presentará. En los dos candidatos, la ganancia de reputación, en el mejor de los casos, será lenta.

Además de la parte paralizada por la incertidumbre, existe una nueva estructura cambiaria con la extensión del dólar 70/30 al total de las exportaciones, que indujo a los exportadores a actuar de forma opuesta, liquidando de manera más acelerada lo que quedaba pendiente.

Con parte de las divisas de las exportaciones vendidas en el CCL, las cotizaciones paralelas del dólar cedieron, lo mismo que los precios de cobertura en el ROFEX. No obstante, a fines de la semana pasada el Dólar Blue recortó la caída previa y habrá que ver si es efecto de sólo un día o anticipa la inestabilidad propia de las semanas previas al desenlace electoral, sobre todo cuando la intención de votos en varias encuestas muestra a J. Milei con más chances que hace unas semanas.

Por lo pronto, el BCRA, aun con una posición compradora en el MULC, la semana pasada siguió perdiendo reservas a raíz del pago de intereses al FMI y las reservas netas se consolidan en un valor negativo cercano a USD -10 MM.

Resulta poco útil aventurarse a un análisis concreto a tan pocos días de las elecciones, con candidatos con perfiles tan distintos. Sin embargo, es interesante encontrar posibles patrones comunes que podrían darse en el muy corto plazo en la gestión cambiaria.

Por un lado, la extensión del esquema del antiguo dólar Soja a todas las exportaciones da la sensación de que la modificación del 70/30, permitiendo mayores liquidaciones al CCL, podría ser un mecanismo posible para mantener los incentivos de precio en las exportaciones sin necesidad de devaluar. Si este fuera el caso, no se estaría yendo a un desdoblamiento formal, sino a una gradual unificación cambiaria, dado que el dólar oficial perdería relevancia. 

Esto no sólo traería aparejado una mejora del resultado comercial, sino que aumentaría el volumen y la oferta en el mercado de dólares financieros, favoreciendo la reducción de los dólares CCL y MEP.

Por otro lado, el economista Carlos Rodríguez, referente de LLA, comentó que se podría comenzar a derivar las exportaciones en un 90% al CCL, dejando sólo el 10% restante liquidarse al dólar de la Com A 3500.

La estrategia cambiaria-financiera en realidad es secundaria a lo que comience a definirse en términos de política fiscal, mucho de lo cual necesitará de un fuerte componente de reforma del Estado y de la regulación de algunos mercados. Estos componentes serán necesarios no sólo como aporte a la productividad y el crecimiento sino fundamentalmente como señalización de un cambio de régimen que colabore como herramienta de coordinación de expectativas y de estabilización. 

El candidato Sergio Massa se ha expedido muy poco en cómo podría lograr un superávit primario el año que viene (dejándole al Congreso la posibilidad de “elegir” qué exenciones impositivas se pueden desestimar) y mucho menos se ha expedido en temas de modernización del Estado y los mercados. 

Por su parte, el candidato Javier Milei ha sido muy enérgico en una serie de medidas que consideramos poco adecuadas y, fundamentalmente, poco probables de llevar a cabo.

En ambos casos consideramos que hay una brecha grande entre lo que los candidatos han dicho en campaña, y lo que efectivamente terminarán haciendo. De ahí la enorme incertidumbre respecto del perfil de políticas públicas que elegirán y respecto del nivel de consenso que lograrán, pero lo cierto es que la necesidad de avanzar en la convergencia fiscal parece más clara ahora que en otras oportunidades.