Un arbitraje financiero consiste en llevar adelante acciones estratégicas para sacar provecho sobre ineficiencias del mercado, como pueden ser diferencias de precios entre dólares obtenidos con distintos activos, diferencias de precios entre operar activos con liquidaciones en distintos momentos del tiempo, diferencias entre tasa de interés a la cual se toma un crédito y a la cual se puede colocar esos fondos, entre otras.

La particularidad de este concepto suscribe en la condición técnica de la ineficiencia, es decir, las diferencias son observables, objetivas y no tienen una exposición al riesgo al menos en forma significativa.

Habiendo expuesto esta introducción, pasemos al contexto actual. El Gobierno ha dicho de forma explícita en declaraciones públicas que el tipo de cambio oficial (BCRA – A3500) se mantendrá inalterado hasta el 15/11 en $350 y aquí deviene la pregunta que tanto ciudadanos como operadores de mercado naturalmente se hacen, ¿realmente cumplirán o será otra de las tantas veces en las cuales mandatarios desarticulan sus declaraciones con hechos que van en contrario de las mismas? Esta pregunta y sus posibles respuestas tienen un reflejo en el mercado de dólar futuro que deja de manifiesto una crisis de confianza y una ¿oportunidad?

Al cierre del 4/9 la posición de dólar septiembre (valor de dólar futuro al 30/9) se encontró en $363,45 a pesar de estar dentro del horizonte temporal de la declaración previamente mencionada, dando lugar a un interesante análisis.  En efecto, existe una mayor parte de operadores de mercado que no le creen al Gobierno ya que de ser así, el valor debería estar en una zona más cercana a los $350, dando lugar a lo que podremos llamar con cierta licencia literaria como un “arbitraje de confianza”.

Suponiendo que el Gobierno cumpla con su promesa, sería posible operar en forma vendedora contratos de futuro de septiembre para obtener esos retornos que otros, producto de su desconfianza, están dispuestos a resignar dado que estos productos son de “suma 0” cuando uno gana hay otro que pierde.

Siendo así, considerando que es necesario dejar activos líquidos equivalente a $63.000/contrato y que cada contrato son USD1.000 realizaremos un ejercicio operando un sólo contrato. El capital comprometido será de aproximadamente $70.000 que con un aforo del 90% (esto puede variar según el tipo de activo) llegaremos a los $63.000 en garantía necesarios. En caso de haber operado (vendido) el contrato a $363,45 y que al final del mes el Gobierno cumpla con lo declarado, el valor al cierre sería de $350 obteniendo así $13,45 por contrato o en este caso $13.450. De esta forma, ese retorno sobre el capital comprometido nos daría un resultado del 19% al cual desde ya resta de traerle costos transaccionales que aquí dejamos de lado para simplificar cuentas.

Es necesario mencionar que las operaciones con derivados financieros, como ser futuros en este caso, son consideradas siempre para perfiles de riesgo agresivos y no están exentos de pérdidas por cuanto si el Gobierno decide incumplir y devaluar, los resultados pueden ser negativos. Así como también destacar que los valores expuestos son referenciales por cuanto responden a un mercado en permanente cambio y que las expresiones aquí mencionadas son sólo a efectos de reflejar una paradoja de confianza, siendo siempre fundamental asesorarse de forma profesional antes de realizar operaciones en el mercado bursátil.

De esta forma, queda de manifiesto cómo en escenarios de estrés financiero pueden aparecer oportunidades y cómo el mercado logra cuantificar la desconfianza, cambiando la típica pregunta de “¿compro o vendo?” por una más atinada en este caso, “¿te creo o no te creo?”