“Riesgo y rentabilidad”: el dilema del ahorrista
La tarea de constituir una cartera de inversión con nuestros ahorros, no es solo para las personas de altos ingresos, sino que requiere de esfuerzo, conducta, expectativas de recompensas, y conocer los instrumentos y sus riesgos.
A la hora de armar una cartera de inversión, se deciden los instrumentos donde se van a volcar los ahorros. Es muy importante que estos activos sean acordes a nuestro perfil de riesgo, y cuánto de este podamos tolerar. La idea es que estén centrados en elementos que permitan “dormir tranquilos”. Claro está, que depende en última instancia del entorno, y las características de cada inversor.
Cuando hablamos de una cartera, nos referimos a destinar nuestros ahorros a un conjunto de activos, siendo primordial el efecto diversificación. No poner todos los huevos en la misma canasta, y en un mundo globalizado, que no vayan en el mismo vehículo. Por otra parte, hablamos de cartera “de inversión” como el destino de nuestros ahorros, lo cual implica la tarea y esfuerzo previo de ahorrar. Este es el primer paso fundamental, y aunque parezca una obviedad, necesario. No es solo una cuestión de ingresos, ya que es cierto que a mayor ingreso, más accesible es el ahorro, pero ahorrar implica un objetivo que requiere disciplina y conducta. Si se logra este esfuerzo, el incentivo está en tener una recompensa en el futuro.
Los mercados financieros se manejan más por expectativas, que por hechos o sucesos concretos. Esto se traduce en poder consumir más mañana, producto del empeño presente. En ausencia de dicha expectativa, se reducirá el ahorro y las fuentes de financiamiento de la economía. El mundo de hoy nos facilita el acceso a instrumentos de ahorro, tanto locales como internacionales, con bajo costo de transacción, y bajos montos de operación. Un ahorrista accede vía el mercado local a una serie de activos, de riesgo argentino y global, a partir de los mil pesos, pudiendo operarlos a través del celular, sin mucho esfuerzo ni trámites para obtener una cuenta operativa.
Al pensar como armamos una cartera de inversión “propia”, nos referimos a que estamos administrando nuestros propios ahorros, o sea nuestros “propios esfuerzos” y no de terceros, ya que cumplir con ese mandato impone reglas y responsabilidades distintas. Dado que tenemos la oportunidad y responsabilidad de armarnos una cartera de acuerdo con nuestra capacidad de ahorro y esfuerzo, no será conveniente ignorar nuestro “perfil de riesgo”. Nuestra tolerancia al riesgo puede ser alta, moderada o baja. Si no contamos con esa información, lo descubriremos a medida que invertimos en las distintas opciones de activos, detectando cuales son los que son más adecuados. En general decimos que el mundo es “averso” al riesgo: preferimos una recompensa segura, que un premio mayor pero sin certezas.
Por otra parte, está la rentabilidad esperada, o el retorno pretendido por el esfuerzo de ahorrar. Es muy importante respetar el balance entre retorno y riesgo. A mayor rentabilidad pretendida, mayor es el riesgo que hay que asumir. De hecho, ese mayor retorno refleja, en última instancia, el riesgo que tiene que soportar el inversor al destinar sus ahorros en dicho instrumento.
No es casual entonces que, al observar los rendimientos de los bonos soberanos en marzo 2022, los ucranianos con vencimiento 2029 otorgaban un rendimiento alrededor del 31% en dólares, los argentinos un 30%, y los bonos del tesoro americano al 9 de marzo rendían debajo del 2%. ¿Esos rendimientos no son la contracara del riesgo asumido? Si destino mis ahorros en bonos que ofrecen esos retornos tan elevados ¿Cuál es la probabilidad de repago, en las condiciones en las cuales fueron pautadas?
¿El retorno es bajo o alto? Dependiendo del riesgo que tiene invertir en ese activo y del entorno, y en especial el mercado de crédito donde se define la tasa de interés. En un contexto post crisis 2008 y Covid-19, donde hay tasas de interés muy bajas producto del exceso de liquidez global, pretender retornos elevados implica asumir mayores riesgos, siempre y cuando nos permitan dormir tranquilos.