La disparada del dólar blue, que acumula una suba de $17 en lo que va de julio, y que con el máximo anual de $185 que alcanzó el viernes, amplió la brecha cambiaria a más del 90%, podría poner en riesgo la oferta económica del oficialismo de cara a las elecciones legislativas de noviembre. La sentencia pertenece al economista Ricardo Delgado, presidente de la consultora Analytica, quien adelantó que las principales variables económicas deberán recalcularse a partir de la tensión cambiaria observada en las últimas semanas en los mercados alternativos del dólar.

Delgado, con la experiencia de haber ocupado distintas posiciones en el sector público y privado, en áreas de comercio internacional, transporte e infraestructura, advierte que “mirar la suba el blue sin demasiada atención puede ser muy peligroso, como pareciera que hace el Gobierno, teniendo en cuenta además que la próxima elección será crucial” para los últimos dos años de la actual gestión del presidente Alberto Fernández

El economista graduado en la UBA, con estudios de posgrado en el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES), proyecta que “más tarde o más temprano, el problema es que la suba del blue termine impactando y acelere, una vez más, el ritmo de inflación”.

Data Clave: ¿Qué opinión tiene sobre la tensión cambiaria que existe sobre los dólares paralelos, en particular del blue, que llegó a los $185? ¿Puede seguir subiendo?

Ricardo Delgado: Estamos viviendo una nueva corrección de los dólares libres luego de casi 7 meses de estabilidad. Con una inflación que en ese período fue algo más del 30%, uno puede empezar a entender lo que está pasando hoy con el blue. Por otro lado, hay más pesos en circulación en estas últimas semanas, en una economía que se mueve en un 40% de manera informal. Parte de esos pesos finalmente se vuelcan al dólar. Adicionalmente, estamos a meses de una contienda electoral, con lo cual también, aquellos que están viendo este atraso en términos relativos suman mayor demanda, y obviamente están por fuera de las operaciones legales. Por otra parte, el mercado del blue es muy pequeño, dónde escasas operaciones pueden hacer mover bruscamente las cotizaciones para arriba o para abajo. Esto impacta sobre las expectativas de todos aquellos que miran al dólar como la variable principal del termómetro de la economía local. Ahora bien, mirar la suba sin demasiada atención puede ser muy peligroso, como parece que hace el Gobierno, teniendo en cuenta además esta elección crucial que tiene el oficialismo en noviembre.

D.C.: ¿Cree que el Gobierno debería tomar algún tipo de medida adicional, tras las últimas regulaciones en el mercado del dólar “contado con liqui”, que fueron uno de los impulsos de la suba del paralelo?

R.D: Desde el punto de vista formal, el Gobierno sobre el dólar blue no puede operar porque está por fuera de los sistemas formales de la economía, más allá de que uno puede intuir la puesta en marcha de algunos mecanismos para intentar bajarlo. El Banco Central puede definir un proceso devaluatorio del peso en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC), que se mueve con el comercio exterior, y los pagos de deudas con el exterior, pero no puede hacer más que eso, junto con la estrategia de vender bonos en el otro mercado del dólar financiero para intentar sostener esa brecha.

D.C.: ¿Qué efectos puede tener sobre la economía una brecha cambiaria en torno al 90%?

R.D: El problema con el blue es que forma expectativas, al tener una economía que en un 40 % es informal, con lo cual es complejo administrar precios hacia adelante. Entonces, más tarde o más temprano, el problema es que la suba termine impactando y acelere, una vez más, el ritmo de inflación, que nosotros estábamos proyectando, en tanto y en cuanto, el blue se mantuviera en los niveles previos, con una leve desaceleración en esta segunda parte del año.

D.C.: La actividad económica profundizó a 2% la caída en mayo respecto de abril, por los efectos de las mayores restricciones a la circulación. ¿Considera que ese pudo haber sido el piso y desde allí comience un nuevo rebote?

R.D.: El dato de mayo confirma lo que nosotros estábamos previendo, que era una caída en la actividad económica, incluso también en junio en promedio para que, en este segundo trimestre, la economía cayera respecto del primer trimestre alrededor del 1,2%. Dicho esto, vemos una muy leve recuperación en la segunda mitad, acelerándose tal vez muy modestamente allá por el cuarto trimestre, básicamente por los estímulos muy modestos que el Gobierno viene haciendo en materia de ingresos, como tarjeta alimentaria, etc. la recomposición de las paritarias, que hace tres meses se negociaban en el 30% y hoy ya están entre el 40 y el 45% en todos sectores. Eso evidentemente va a estimular algo más el consumo en el margen, y también la recomposición a los jubilados que permite compensar parcialmente, no del todo, la caída que hubo en la primera mitad del año.

D.C.: A partir del escenario que proyecta, ¿cómo espera que llegue la economía a las elecciones, el repunte se sentirá en la calle?

R.C.: La economía va a llegar a las elecciones con una oferta económica muy modesta. Pero ese es un escenario que requiere como prerrequisito estabilidad cambiaria. Y ahora creo que esta oferta empieza a estar en riesgo justamente por lo que estamos viendo a partir de la semana pasada, con esta ampliación importante de la brecha cambiaria, que supera el 90%.

D.C.: Si bien la inflación se ha desacelerado en los últimos meses aún no logra perforar el 3%, ¿cree que podrá hacerlo en los próximos meses, justo para las elecciones?

R.D.: Nosotros teníamos un escenario de una inflación entre el 2,5 y 3% promedio mensual en la segunda mitad del año, a partir de este mes. Pero seguramente en julio va a estar un poquito más arriba del 3%. Para adelante la vemos desacelerando y pudiendo perforar ese 3% de cara a noviembre. Ahora, igual estamos recalculando, como dice el viejo GPSS, a partir de este nuevo nivel del dólar blue, que se sostiene, y si el Banco Central puede o no, manejar la brecha con los dólares financieros, que es la única carta que tiene el Gobierno para poder administrar ese spread. Ahora, si hay un proceso de realimentación del blue al financiero, va a ser muy difícil que la tasa de inflación perfore ese 3% mensual y obviamente, la oferta económica muy modesta que tiene el Gobierno para las elecciones puede complicarse.

D.C.: Entiendo que las variables se están recalculando, pero con la foto previa al salto del blue, ¿Qué proyecciones anuales hacía para la inflación, el PBI y el dólar?

R.D.: Si, todas esas variables están en proceso de reconversión en estos momentos. Previo a este salto del blue, estábamos previendo un crecimiento del orden del 7%, básicamente producto de un arrastre estadístico de 5 puntos del año pasado, y de 2 puntos adicionales de crecimiento real, previendo una inflación del orden del 46%. En tanto, el dólar oficial es el único ancla que el Gobierno hoy tiene como para sostener. Creemos que el gobierno en este contexto va a tratar de seguir depreciando el peso entre una tercera parte y la mitad de la inflación mensual, como viene haciendo los últimos meses, y obviamente eso implica tener un dólar del orden de los $110 a fin de año.

D.C.: Para finalizar le pido una pequeña reflexión sobre la figura del ex ministro de Economía Juan Vital Sourrouille, que falleció esta semana, y del Plan Austral que impulsó en el año 1985, que logró bajar la inflación en un primer momento. ¿Considera que hay algo de aquello que podría ser un aprendizaje para aplicar en la actualidad?

R.D.: Empiezo por el final. Sí, mi lectura es que sí. El plan Austral fue un intento de bajar la inflación de los 80, que terminó fracasando, pero que en un primer momento funcionó. A mediados de los ´80 había una inflación del 30, 40% mensual. La herencia de la dictadura militar en materia económica fue un desastre, y el primer gobierno de la democracia intentó a través del plan Austral, de manera, a mi juicio seria, y consistente, un programa que durante el primer año funcionó bien, y que permitió bajar la inflación a un promedio del 2% mensual el primer año. Me parece que la lección es que hay que tener un programa para bajar la inflación, que no es esta la de los `80. Es decir, siempre hay que tener detrás un programa, cosa que a mi juicio hoy está faltando, y que sería necesario tenerlo. No lo pido antes de las elecciones, pero sí después.  Y una muy breve reflexión sobre Juan Sourrouille. Él fue uno de los últimos economistas que tenía en claro que hacer economía y hacer política económica era también entender qué era lo que buscaba la política, o sea el presidente en materia económica. De hecho, él mismo reveló que cenó más de mil veces en Olivos con Raúl Alfonsín para intentar entenderlo. Me parece que estos pequeños detalles no están en lo que me parece que tiene que ser un economista cuando llega a una función de gobierno. Creo que debe entender qué quiere la política, conocer la restricción política siempre y no traer soluciones enlatadas, muchas veces trabajadas en laboratorios de los economistas, para aplicarse sin entender que la economía, al final de todo, es una ciencia social, que se aplica sobre sociedades, y sobre las restricciones sociales muy concretas. Así que me parece que, si Sourrouille deja un legado, a mi juicio, ese es uno de los más importantes.